Desde que tenemos memoria, se nos ha prometido un futuro ideal a cada una de nosotras siempre y cuando cumplamos con el mayor objetivo: ser delgadas, deseables y consumibles. Pero como bien describe Naomi Wolf, esta obsesión por la delgadez y la belleza, nada tiene que ver con alcanzar esos ideales, sino con el control y obediencia femenina.

Normalmente, no nos gusta hablar de cuerpos ajenos o definir cómo debe lucir una persona, pero en pleno 2025, ha regresado un ideal corporal del que hemos intentado escapar bajo el discurso del body positive (que de positivo ya no tiene nada). Y es que, con la llegada de ciertas tendencias en redes sociales y estéticas se ha confirmado lo que nos temíamos: la glorificación de la delgadez femenina ha vuelto.
¿O acaso no has notado que cada vez más celebridades vuelven con 10 kilos menos como una estrategia de “rebranding”? Y no solo son ellos. Según un informe de Vogue Business se mostró un estancamiento en la inclusión de tallas en las pasarelas de primavera/verano de este mismo año.
Emma Davidson lleva años escribiendo sobre la industria de la moda en Dazed, y describió sobre estas pasarelas: “Para mí, fue la peor temporada en mucho tiempo.” Además, insiste que se observa una continua disminución en la representación de tallas grandes y medianas en algunas de las marcas de lujo más importantes de la moda.
A medida que la población en general adelgaza (sobre todo en el mundo de la moda y las celebridades), salen a la luz medios de comunicación con tendencias conservadoras que defienden el regreso de la delgadez femenina. Tal como las revistas femeninas The Conservateur o Evie, que señalan este fenómeno como la recuperación de una “feminidad tradicional”.
Y claro, no podemos hablar de delgadez sin mencionar el auge de fármacos como el Ozempic, que ha formalizado la relación entre la delgadez, el estatus y la riqueza. Eso sin mencionar cómo ha normalizado los malos hábitos alimenticios y la falta de apetito con el propósito de conseguir un cuerpo delgado.
Regresemos un poco con la académica feminista Naomi Wolf. En 1991, fue publicado su libro El mito de la belleza en donde plasmó ideas esenciales sobre los ideales de belleza, su relación con el patriarcado, la influencia de la publicidad y pornografía y la creciente presión sobre las mujeres para someterse a cirugía estética, así como el aumento de trastornos alimentarios. También de ahí surge la famosa cita: “Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no es una obsesión por la belleza femenina, sino una obsesión por la obediencia femenina. La dieta es el sedante político más potente de la historia; una población silenciosamente loca es una población manejable.”
Para una entrevista en Dazed, Wolf confiesa: “No me interesa criticar los ideales de belleza por el mero hecho de criticarlos, ni para que la gente se sienta mejor; me interesan las consecuencias desde una perspectiva marxista.” ¿A qué se refiere con esto? Pues a través de esta reflexión, ella analiza que los ideales de belleza, a menudo relacionados con la delgadez femenina, tienen su raíz en la búsqueda de control sobre nuestros cuerpos, mentes e ideología. De esa manera, se convierte en un herramienta que controla lo que las mujeres piensan, desean y hasta necesitan. O bien, que impide que las mujeres accedan al poder.
A pesar de todos los guiños al body positive y al discurso progresista, no podemos deshacernos de algo que nunca desapareció. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es desmitificar los ideales de belleza, controlar nuestra propia narrativa y aceptar que la delgadez femenina no es la luz al final del túnel.




