¿Alguna vez has sentido dificultad para controlar tus emociones después de leer o escuchar una noticia? O bien, ¿has dejado de sorprenderte por todas los eventos que están sucediendo y asumes que no puedes hacer nada para detenerlo? Ambas realidades pueden existir al mismo tiempo y tiene un nombre: trauma vicario.
Hablemos del trauma vicario
Imagina que estás viviendo de cerca el dolor ajeno o una experiencia traumática de otra persona y, aunque no lo hayas vivido directamente, terminas por sentirlo como propio. El trauma vicario se presenta como un desgaste psicológico o emocional que suele afectar a personas que se dedican a cuidar de otros y que están en permanente contacto con las emociones de otras personas que lo están pasando mal.
Según Office of Victims of Crime (OVC), esta exposición al trauma puede ocurrir a partir de escuchar relatos de víctimas, estar en constante contacto con videos con contenido violento, revisar expedientes, atender secuelas de eventos traumáticos y responder a incidentes de violencia.
Si bien, esto le puede pasar a periodistas, médicos, psicólogos, cuidadores, bomberos y personas con otros oficios afines, también puede sucederle a personas ordinarias que están en contacto de redes sociales, la radio, noticieros o cualquier otro medio digital que tenga como objetivo informar.
¿Qué les sucede a las personas que experimentan trauma vicario?
Si bien las personas responden al trauma vicario de diversas maneras, se considera inevitable un cambio en su visión del mundo. Por un lado, algunas personas pueden experimentar hasta agotamiento emocional, fatiga, preocuparse excesivamente por posibles peligros y la seguridad de personas cercanas, problemas o molestias físicas, irritabilidad y comportamientos agresivos, entre otros. Sin embargo, la otra cara de la moneda se puede ver así: sentirse emocionalmente insensible, pérdida del sentido de la vida, comportamientos de afrontamiento destructivos o adictivos, falta de participación o disminución de la misma en actividades que antes eran agradables, etc.
La expresión de estos síntomas no solo se limita a profesionales que están en contacto con víctimas o tragedias, se han extendido hasta personas que simplemente tienen acceso a medios digitales y están expuestos a testimonios, noticias y contenido. En un momento donde las tragedias circulan sin aviso y sin saber cuándo va a parar, estamos padeciendo un trauma colectivo silencioso.
Recomendaciones para cuidarnos
Sabemos que en el contexto actual, no informarnos no es una opción. Pero hay diferentes estrategias que pueden ayudarnos a manejar nuestras emociones al momento de estar expuestos a esto.
- Reconoce tus límites: Muchas de las cosas que consumimos son difíciles de procesar ya que tenemos poco tiempo para reflexionar sobre lo que nos hace sentir, además de que hay poca disposición para comunicarlo. Sin embargo, permitirnos sentir es un buen punto de partida para saber hasta dónde podemos controlarlo.
- Escucha tu cuerpo: Si bien, es cierto que muchos acontecimientos generan indignación masiva y nos permite compartir el duelo en colectivo, hay que saber hasta qué punto somos capaces de medir nuestra propia capacidad de procesar la información y cómo podemos gestionar las señales de riesgo que nuestro cuerpo envía.
- Comparte tus preocupaciones: Hacer público nuestros sentimientos, ya sea con amigos, familiares o hasta seguidores en redes sociales, puede calmar la sensación. También, puede abrir el diálogo con otras personas que tal vez estén pasando por algo similar.
- Busca ayuda profesional: Si las emociones te sobrepasan, y nada parece ser suficiente, lo mejor es conseguir ayuda terapéutica o de un profesional para procesar lo que sientes de una forma más clara y adquirir herramientas necesarias para salir adelante.




