En estos días está terminándose de plasmar una pintura en el templo del Encino, que sin duda enriquece el patrimonio artístico del espacio dedicado al Cristo Negro. Como si se tratara de moneda de dos caras, en esta primera se cuenta de manera plástica la leyenda que dio origen a la imagen sagrada, que ha inspirado un montón de manifestaciones. De esta forma se recupera; se retoma, una antiquísima tradición del arte plástico procedente de la edad media, de cumplir con una función didáctica en el contexto de una sociedad iletrada. En este sentido, las artes plásticas son más que eso; aparte de su función piadosa, son una forma de catequizar a la feligresía.
La otra cara de esta moneda estará ocupada por la historia de la imagen sacra, o al menos lo que tradicionalmente se asume como historia de la imagen, de cómo fue que llegó a Aguascalientes, el desarrollo de su veneración y popularidad, hasta propiciar la construcción del templo, etc.
Esta primera obra se encuentra en el sotocoro del templo, es decir, la parte debajo del coro que se encuentra en la entrada del espacio sacro. La otra pintura, a realizarse en el transcurso del próximo año, estará justo enfrente de esta, en un espacio que permanece ahora vacío, al lado de un Cristo Transfigurado que refleja el que pintó Rafael Sanzio.
El artista elegido para llevar a cabo ambas pinturas es Ahmed Montes, originario de Los Mochis, Sinaloa, en donde nació en 1983, pero residente en Aguascalientes, egresado de la Universidad de las Artes -sin duda un orgullo para esta institución-, que se define a sí mismo como “pintor realista figurativo, apasionado de la figura humana.”
El impulsor de la obra es el párroco Mario Guillermo Chávez González. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).




