Ambientalistas
El valor del mezquite en la historia de México
El pasado viernes 5 de diciembre se llevó a cabo la trigésima cuarta sesión del Seminario Permanente de Ética Ambiental y Animal, con sede en el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. En esta ocasión participó Luis Díaz Batalla, quien es químico farmacobiólogo, maestro en Ciencia y Tecnología de Alimentos y doctor en Ciencia de los Alimentos y Salud Humana. Es autor de artículos científicos y solicitudes de patente dirigidas a la descripción y aprovechamiento de la vaina de mezquite. Fue ganador del premio Hidalgo de Ciencia Tecnología e Innovación en 2019 y 2020 por sus aportes en la producción de alimentos en el valle del Mezquital Hidalgo. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I y líder del proyecto de Aprovechamiento sustentable del mezquite, auspiciado por el fondo Newton en colaboración con el Instituto Rowett de la Universidad de Aberdeen. Además, es fundador del grupo Yuti y Casa Mezquite en Santiago de Anaya Hidalgo, iniciativas enfocadas al valor agregado del Mezquite. Actualmente es profesor del Tecnológico de Monterrey campus Hidalgo.
Luis Díaz Batalla presentó su conferencia, titulada “Mezquite: Prehistórico, Prehispánico, Colonial, Contemporáneo y Disruptivo”. La disertación siguió este mismo criterio expositivo, así que explicó, primeramente, las características biológicas del mezquite y su importancia en el planeta desde hace dos millones de años, entre las que destacan su capacidad para fijar nitrógeno en el suelo, es decir, crea su propio fertilizante; segundo, adaptarse al semidesierto y no depender de agua inmediata (ríos, lagos, presas) ni de lluvia, ya que ha desarrollado un raíz pivotante de hasta 60 metros de profundidad que le permite alcanzar agua subterránea para su subsistencia. Ambas características del mezquite, fijación de nitrógeno y gestión hídrica, son muy importantes en las regiones semidesérticas porque ambas cualidades las pone a disposición del ecosistema cumpliendo con ello un papel fundamental de estabilidad ecológica en el semidesierto mexicano. Una característica adicional es que tiene la capacidad de producir un fruto que es indehiscente, esto significa que no suelta su semilla de manera espontánea al secarse la vaina que la protege, como otras leguminosas (chícharo, frijol), pues para que esa protección natural se desintegre debe ser comida por animales cuyos aparatos digestivos se encarguen de descomponer la vaina, en tanto que la semilla se queda en las excretas y se disemina cuando estas son expulsadas de los animales. Esta es la razón por la que este árbol se distribuye en todo el continente americano.
Además del valor ecológico del mezquite está su valor cultural, religioso y cosmológico, pues en las culturas prehispánicas, como puede verse en los códices Quinatzin, Tudela, Fejérváry-Mayer, Tlotzín y Boturini, puede verse como un elemento que se usaba en las ceremonias rituales. Otro dato histórico ofrecido por el ponente es que la expansión colonial fue frenada, en la zona centro norte de México, por grupos de resistencia denominados chichimecas, que impidieron el tránsito libre de los conquistadores. Entre las características descritas de estos indígenas están que eran nómadas y vivían en cuevas, se vestían con pieles de animales y se alimentaban de mezquite. Este hecho demuestra, de acuerdo con Díaz Botello, que los grupos humanos que habitaban México antes de la llegada de los españoles se alimentaron originalmente de mezquite y no con maíz y frijol.
El periodo colonial marcó una ruptura profunda en esta relación dado que la expansión hispana continuó extendiéndose hacia el norte del país, una vez que se venció a los Chichimecas, dando continuidad al Camino de la plata o Tierra adentro, lo cual a su vez dio origen a las actividades ganaderas, cuya base alimentaria de los animales (caballos, vacas, cerdos borregos) dependió en gran medida de las vainas del mezquite, lo cual cambió la forma de verlo, pasó de ser un fruto a simple forraje para el ganado; además se prohibió en 1785 la elaboración y consumo de un destilado que se elaboraba empelando la vaina del mezquite, continuando el proceso de despojo cultural y epistémico que redujo el valor simbólico y alimentario de los frutos del mezquite. La colonización no sólo impuso nuevas estructuras económicas, sino también una jerarquización de saberes y usos, relegando el conocimiento indígena y redefiniendo la naturaleza bajo parámetros de explotación y control.
Díaz Batalla mostró que esta herencia persiste bajo formas aparentemente neutralizadas: el mezquite es frecuentemente catalogado como “plaga”, “leña” u “obstáculo” para el desarrollo agrícola. Esta percepción reduce una especie ancestral a un problema técnico, ignorando su papel ecológico y su potencial alimentario.
El carácter disruptivo del mezquite, abordado en la última parte de la conferencia, abre una dimensión propositiva. A partir de investigaciones científicas rigurosas, el conferencista mostró que la vaina y la semilla del mezquite poseen un alto valor nutricional, funcional y medicinal, lo cual posiciona a esta especie como una alternativa real frente a la crisis alimentaria, múltiples problemas de salud a nivel global y el colapso ambiental.
La experiencia en Casa Mezquite del Grupo Yutí (colectivo hñahñu), que es una iniciativa comunitaria orientada al aprovechamiento sustentable del mezquite en Santiago de Anaya en el estado de Hidalgo, busca revalorar esta especie mediante la producción de alimentos con valor agregado y el respeto a los ciclos del ecosistema, articulando conocimiento científico y saberes locales. En este sentido, el mezquite deja de ser únicamente una especie vegetal y se convierte en un punto de encuentro entre ecología, cultura y responsabilidad moral, invitando a replantear los fundamentos de nuestro sistema alimentario y nuestra relación con el territorio.
La sesión permitió comprender que el mezquite no es sólo un recurso natural, sino una especie con profundo valor ecológico, histórico y cultural. La exposición de Díaz Batalla invitó a cuestionar las formas en que la relación humana con la naturaleza ha reducido a especies fundamentales a usos marginales y dejó planteada una pregunta ética de fondo: ¿qué otras formas de vida hemos silenciado o degradado por no ajustarse a los paradigmas dominantes del progreso? En este sentido, el mezquite, como testigo vivo de la historia ambiental de México, nos interpela a construir una ética que no sólo conserve, sino que reconcilie a la sociedad humana con la tierra que habita.
Se les invita a ver y escuchar la conferencia completa en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=OdFRBhOOC3I




