Los estándares de belleza para las mujeres siempre están en constante evolución, pero todos surgen de la misma raíz: la fetichización del cuerpo femenino infantil y la infantilización del cuerpo femenino adulto. La normalización de ambas prácticas contribuye a la promoción de estándares imposibles para mujeres, y a menudo, origina la violencia sexual contra ellas.
¿Cómo se ve la cultura de la pedofilia en la vida diaria?
La pedofilia consiste en sentir atracción hacia niños o niñas, pero no es algo que puedes reconocer a simple vista, y eso se debe en gran a medida, a una cultura que promueve la pedofilia sin consecuencia alguna. Solo basta con observar la sexualización del cuerpo femenino en medios de comunicación, en el cine, en la publicidad, y por supuesto, en la vida diaria. A menudo se resaltan características asociadas con la imagen de una niña como:
- La voz aguda, en lugar de grave
- Sin vello corporal y sin vello púbico
- Poco maquillaje
- La altura, de preferencia que sea baja
- El rechazo a la menstruación
No es una exageración. La cultura, a lo largo de los años, ha contribuido a la normalización de estos ideales de belleza, y esto es una manifestación de la cultura de la pedofilia, solo que vas a encontrarte con personas justificándolo con el argumento de que son “preferencias personales”.
¿Qué son los ideales de belleza y cómo se relaciona?
Los ideales de belleza son aquellos mandatos sociales que nos dicen cómo debemos lucir para ser aceptadas, deseadas o simplemente para encajar y no salir de la normativa. Aunque no todos los ideales de belleza nos atraviesan a las mujeres de las mismas formas, muchos de ellos no pueden escapar de la simple objetificación de los cuerpos femeninos.
Y aunque la cosificación de las mujeres adultas y las niñas sean diferentes, de alguna forma están interconectadas.
Pongámoslo de esta manera: ¿qué pasa cuando se nos pide una piel suave, sin arrugas, sin pelos… cuando casi nada de esto es característico de una mujer adulta? ¿Por qué se nos vende esto como una campaña de autocuidado en lugar de verlo como una señal de alerta?
Tanto a los hombres como a las mujeres nos han hecho creer que las mujeres tenemos que cumplir con estos ideales para parecer más jóvenes, y por consecuente, más atractivas. A las mujeres más jóvenes, con frecuencia se les aplaude cuando se presentan más maduras, y en consecuencia, se les considera más deseables.
No podemos tratar la pedofilia como un fenómeno aislado, debemos enfrentarlo como un problema que existe en las estructuras sociales y culturales que nos rodean
¿Por qué nunca hablamos abiertamente de la pedofilia, si está tan presente, pero sí nos sentimos con el derecho de hablar del cuerpo de una mujer-niña y hasta qué punto es deseable para el consumo masculino?
No podemos reducir la pedofilia a unos pocos individuos enfermos que se ocultan entre nosotros, no cuando el problema se extiende hasta nuestra socialización, la cultura y el contenido que consumimos. Nombrarlo, cuestionarlo y reflexionarlo es fundamental para prevenir más casos de violencia sexual contra mujeres y niñas.
Porque cuando muchas mujeres se sienten obligadas a depilarse el vello púbico como resultado de los estándares de belleza, debemos cuestionar de dónde proviene esta necesidad, y a quién está beneficiando realmente.
Para crear espacios más seguros para las niñas, adolescentes y mujeres, debemos empezar a abordar estos temas incómodos, pero urgentes.




