A Lomo de Palabra
Patanería
¿Qué es lo que se contrapone hoy a la 4T? ¿Un movimiento social aglutinado en torno a un líder o a una determinada ideología y estructurado como una oposición política organizada en un instituto de lucha electoral perfectamente identificable? No, por supuesto, ni de lejos. Bueno, ¿al menos una oposición política-electoral, un partido o ya de perdida los restos de un partido político? Ni siquiera eso. ¿O un movimiento social, pero sin una expresión política organizada? ¡Mucho menos! Entonces, aunque sea, ¿el grupo de seguidores de un líder? No, no hay nadie al frente. ¿O acaso una ideología? Tampoco. Lo que hoy se opone a la 4T es un batiburrillo sociopolítico, es decir, un berrodo, o para que quede más claro, un margallate, un amasijo: una mezcla desordenada de elementos variopintos.
Así que por una parte tenemos a la 4T, o sea la Cuarta Transformación de la vida pública de México, la 4T que es decir el obradorismo, esto es, un movimiento social amplio aglutinado en torno a un liderazgo histórico perfectamente identificable, el de un señor que actualmente vive en Palenque, Andrés Manuel López Obrador, y que comparte los principios de una ideología específica, el humanismo mexicano, y organizado como una fuerza política-electoral institucionalizada, el partido político Morena. Además, habría que agregar que la 4T es la fuerza política que desde 2018 detenta el poder político federal y la enorme mayoría de los gobiernos estatales del país.
¿Y en contraparte? ¿Qué se opone a la 4T? Repito: un margallate terriblemente sincrético, un margallate en el cual encontramos formaciones ideológicas -dispositivos mentales que organizan la percepción del mundo de quienes las portan-, algunos hegemónicos y profundos -como el racismo, el clasismo, el machismo, el aspiracionismo- y otros superficiales y cada vez más desdibujados -como el neoliberalismo, el globalismo, el eurocentrismo, la iberofilia y el progringuismo acomplejado-. Un margallate en el cual encontramos liderazgos ficticios, artificiales y quemados -el del Junior Tóxico, los de los histrionzuelos que cobran como dirigentes del PRI y del PAN, el de la fenomenal señora ingeniera Gálvez, el del agiotista masivo y defraudador fiscal que está sobre las cuerdas…- y personajes públicos que han conseguido que se confunda su presencia mediática estridente con liderazgo -la señora apodada La loca del Senado, el señoritingo que fue excandidato del PAN a la Presidencia, el pésimo e insolente publicista caído en desgracia, el chalado locutor que soñó ser candidato a la Presidencia y ya ni trabajo tiene…-. Un margallate en el que, por una suerte de magnetismo psicosocial, se han vertido montonales de personas comandadas por el rencor, el resentimiento social y fuertes dosis de paranoia de clase insistentemente aceitada por los medios tradicionales de desinformación masiva. Un margallate en el cual quedaron atascadas hordas de intelectuales -bueno, vivían de eso, de su intelecto- que antes de 2018 eran disciplinadamente integrados y desde entonces ferozmente apocalípticos -estelarizadas, but of course, por los dos caudillos de los de grupos hegemónicos durante el neoliberalismo, Enrique y Héctor, el heredero de Paz y el dueño de Nexos, y atiborrada de redactores extras, académicos nostálgicos del dulce apapacho del erario y especialistas hoy de una cosa y conforme pasa el mes de cualesquiera otras- y comentócratas de todos los rangos y calañas -el “periodista” inmundo que afirma que la verdad es irrelevante, los juniors que durante años se vendieron como flamantes analistas objetivos y apartidistas, la señora a quien la rabia y el hambre de chayo ya le nubló hasta la más mínima habilidad aritmética, el opinólogo balín y ladino, la señora que actuó como valiente crítica de un régimen al que en realidad servía sólo como válvula de escape, los chorronales de columnistas a sueldo acostumbrados a publicar boletines y pitazos-. Un margallate en el que los detritos del prianismo histórico vociferan y se niegan a aceptar su condición de desahuciados. Un margallate de señores del dinero endiablados porque se sienten robados porque les quitaron la legión de sirvientes que tenían enquistados en la burocracia y la falange de obedientes que mantenían despachando al frente del poder público. Un margallate en el que también se revuelca buena parte de la vieja alta burocracia desplazada y ahora añorante de quincenas, choferes, bonos, asesores, aviadores y demás prebendas…
Así que, en suma, lo que hoy se enfrenta a la orgánica 4T no es una oposición sino un revoltijo, un lodazal sin forma ni sustancia, un desgarriate sociopolítico donde se apelotonan retazos ideológicos y rencores, funcionarios desempleados y resentidos, liderazgos de utilería y figurines mediáticos, viejos cuadros desplazados y comentaristas desacreditados, prianistas en negación crónica y señorones del dinero furiosos por haber perdido su ejército de mayordomos incrustados en el aparato estatal. Un conglomerado sin líder, sin proyecto, sin ideología y sin propuesta orgánica: apenas un mazacote de enojo, nostalgia y odio.
Y en últimas fechas el mazacote “opositor” mexicano ha desarrollado un hedor que, dada su sustancial ingravidez, se está posicionado como una especie de falsa identidad perceptiva. ¿Alguna propuesta? ¡No, por descontado! ¿Alguna crítica fundamentada a la 4T? Tampoco. ¿Entonces? Resulta que la única trinchera que le queda al margallate que se contrapone a la 4T, es decir, la mal llamada oposición, es el insulto, la violencia física y verbal, la patanería impotente. Me parece que este movimiento se precipitó -digo “precipitó” porque tampoco podemos decir que se haya decidido concienzudamente por alguien- a partir de un día específico, el 27 de agosto pasado, cuando el energúmeno que controla a la gavilla que se adueñó de los restos del PRI agredió a golpes al líder del Senado de la República. Desde entonces para acá la patanería se ha propagado entre el mazacote. Ahora cunde: cada día sueltan más groserías, cada vez son más insolentes, escatológicos y majaderos. Normalizaron mentar madres. Sin grupos sociales que representar, sin ideología, sin liderazgos, sin propuestas políticas y a punto de quedarse sin partidos, sus estertores se redujeron al insulto zafio.
Desafortunadamente, la degradación del mazacote que se contrapone hoy a la 4T no tendrá costos únicamente para los agentes que hoy por hoy se refocilan en su propia perdición. La mugre ensucia indiscriminadamente. La arena política mexicana va a contaminarse, y más lo hará si la gente de la 4T cae en la provocación y responde también mentando madres. Peor: hoy, con tristeza, observo que la patanería impotente se ha desbordado más allá de la arena política: el ciudadano de a pie, la ciudadana que observa en pantallas los cocolazos, comienzan ya a proferir leperadas como sin el menor empacho…, porque claro, si ellos lo hacen…
¡Qué espectáculo!: un margallate que ya sólo puede gritar, insultar y regodearse en su propia impotencia. La patanería no construye, no debate, no transforma; apenas despide la pestilencia del basurero de la historia.
@gcastroibarra




