En el fútbol mexicano, pocos nombres evocan una mezcla tan amarga de gloria y tragedia como el de Salvador Carmona. Nacido el 22 de agosto de 1975 en la bulliciosa Ciudad de México, este zurdo de 1.73 metros de estatura se erigió como un pilar defensivo en los años dorados del balompié azteca. Con 84 partidos como internacional, dos Mundiales en su espalda y tres títulos de liga con el Toluca, Carmona parecía destinado a la inmortalidad. Sin embargo, un doble positivo en pruebas antidopaje en 2005 y 2006 lo catapultó a la infamia, culminando en una suspensión de por vida que lo borró del mapa profesional a los 31 años. Hoy, con 50 años cumplidos, su vida es un enigma discreto, lejos de los reflectores que una vez iluminaron su talento incuestionable.
De las fuerzas básicas del Toluca a la gloria roja
La historia de Salvador Carmona, apodado “Chava” o “El Zurdo“, comienza como tantas otras en el semillero del fútbol mexicano, en las fuerzas básicas del Deportivo Toluca. Desde muy joven, su velocidad por la banda derecha, su tenacidad en la marca y su capacidad para sumarse al ataque lo convirtieron en una promesa irresistible. Debutó en la Primera División el 12 de marzo de 1995, con apenas 19 años, en un Toluca que bajo la batuta de Luis Garisto empezaba a tejer su dinastía.
Entre 1995 y 2000, Carmona se afianzó como titular indiscutible. Jugó 243 partidos de liga con los Diablos Rojos, anotando 17 goles, una cifra notable para un defensor lateral. Su contribución fue clave en la conquista de tres torneos cortos consecutivos, el Verano 1998, el Verano 1999 y el Verano 2000 bajo la dirección de Enrique “Ojitos” Meza. Para entonces, Carmona no solo defendía; era el motor de un equipo que dominaba la Liga MX con elegancia y garra.
En 2002, tras un breve y discreto paso por el Atlante (donde disputó 48 partidos y solo marcó un gol entre 2000 y 2002), regresó a casa. El Toluca lo recibió con brazos abiertos, y Carmona respondió con creces; ganó el Apertura 2002, su tercer título de liga, en una final épica contra Morelia (4-1 global). Además, en 2003, formó parte del equipo que conquistó la Copa de Campeones de la CONCACAF, derrotando a Morelia en la final (5-4 global), un título internacional que coronó su etapa dorada con los choriceros.
Su paso por Toluca no fue solo trofeos; fue una sinfonía de liderazgo y entrega que lo posicionó como el “capitán del futuro” para la Selección Mexicana. En total, acumuló 268 encuentros y 19 goles con los choriceros, números que lo convierten en uno de los defensores más prolíficos de la historia del club.
Las búsquedas de redención
El año 2004 marcó un quiebre. Vendido al Guadalajara por 1.75 millones de dólares, una fortuna para la época, Carmona llegó a Chivas con la ilusión de conquistar el norte. Sin embargo, el Rebaño Sagrado no fue su hábitat; en 38 partidos de liga, solo anotó un gol y su rendimiento flaqueó ante la presión de un club bicampeón en ciernes. La afición, exigente como siempre, lo vio como un fichaje fallido, y en 2005 fue transferido a Cruz Azul en busca de un nuevo comienzo.
En La Máquina Celeste, Carmona encontró cierta estabilidad. Entre 2005 y 2007, jugó 46 partidos de liga (2 goles) y mostró destellos de su mejor versión, con centros precisos y barridas oportunas. Pero su paso por Cruz Azul quedaría empañado para siempre por el escándalo que lo definió. En total, su carrera en la Liga MX suma 369 partidos y 21 goles, un legado defensivo que, de no mediar el dopaje, podría haberlo llevado al Salón de la Fama.
Capitán en dos mundiales y un legado tricolor
Si el club fue su cancha de pruebas, la Selección fue su trono. Debutó el 7 de febrero de 1996 ante El Salvador, y rápidamente se volvió inamovible. Con el dorsal 18, Carmona acumuló 84 partidos sin goles, pero con una capitanía que lo elevó a ícono. En los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, llegó a cuartos de final, pero su punto álgido llegó en los Mundiales. En Francia 1998, como titular, ayudó al Tri a avanzar a octavos, donde cayeron 2-1 ante Alemania en un partido que aún se recuerda por la garra mexicana. Cuatro años después, en Corea-Japón 2002, repitió hazaña de llegar a octavos de final con la derrota 2-0 ante Estados Unidos.
Entre medio, brilló en Copas Confederaciones como cuando fue campeón en 1999 y Copas Oro, pero re recuerda más el título de 2003 además de terceros lugares en Copas América 1997 y 1999, de hecho, Carmona es uno de los jugadores mexicanos con más participaciones en este torneo continental, sumando un total de cuatro ediciones a lo largo de su carrera.
Carmona era el capitán que inspiraba: “Un líder silencioso que hablaba con acciones”, como lo describió una vez Pavel Pardo. Su ausencia en el Mundial de Alemania 2006, por el dopaje, fue un vacío que México sintió en cada eliminatoria.
El escándalo que lo cambió todo
Todo colapsó en la Copa Confederaciones 2005 en Alemania. Tras un empate 0-0 ante Brasil, Carmona y Aarón Galindo dieron positivo por norandrosterona, un esteroide anabólico. La FIFA impuso un año de sanción, marginándolos del Tri y del Mundial 2006. Carmona, capitán, se convirtió en chivo expiatorio de un sistema que, según él, falló en la educación antidopaje.
Peor aún, el 31 de enero de 2006, durante la sanción, otro positivo por estanozolol. Apeló ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), pero el 16 de mayo de 2007 llegó el veredicto. Suspensión de por vida. Cruz Azul lo alineó en un partido contra América bajo amparo judicial, pero el TAS lo anuló, costándole al equipo la liguilla y un pase a la final para Pachuca. Carmona se retiró ese mismo 20 de mayo de 2007, el primer mexicano vetado eternamente por dopaje.
En 2008, demandó a la Federación Mexicana de Fútbol por 5 millones de dólares en daños morales. El caso, resuelto en 2009, lo absolvió a la FMF, dejando a Carmona con un “no hay pruebas” que aún lo persigue. “Fui el chivo expiatorio”, ha dicho en raras entrevistas, prometiendo revelar “todo” algún día, promesa que, hasta 2025, sigue en el aire.
Del amateurismo a la discreción total
Retirado a los 31, Carmona reinventó su existencia lejos del glamour. Jugó en ligas amateurs y partidos de veteranos, incluso con leyendas de Chivas, irónico, dado su paso fallido por el club. Esporádicamente, apareció como panelista en TV, analizando con agudeza tácticas defensivas, pero su voz se apagó pronto.
Hoy, en diciembre de 2025, a sus 50 años, vive una existencia “oculta“, como tituló un reportaje reciente.
Lecciones de un talento truncado
Salvador Carmona no es solo un nombre en las estadísticas, es un recordatorio brutal de cómo un error o una conspiración, según él, puede eclipsar una carrera estelar. Cuatro ligas con Toluca, una Copa de Campeones CONCACAF, dos Mundiales, un título de Confederaciones y una capitanía eterna en el Tri. Pero también, el dopaje que costó liguillas, Mundiales y una vida en el deporte. En un fútbol mexicano obsesionado con héroes intocables, Carmona es el antihéroe real: humano, falible, inolvidable
