- El joven autor recibió el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes en su edición 2014
- La edad no tiene nada que ver con el estilo ni la obra, pues la final es el libro el que trasciende, mas no el autor
Tras recibir el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, Christian Jonathan Peña Rosales salió del Teatro Morelos acalorado, emocionado, con sentimientos encontrados y un gran sentido del humor; al ser cuestionado por la prensa local sobre el proceso que llevó su obra ganadora dijo haberlo iniciado hace un par de años y que en realidad el título no tiene mucho que ver con el poeta Hokusai.
“Aunque se llama Me llamo Hokusai, en realidad no tiene tanto que ver con él, sino con quien sea el lector, pues tanto puede ser mío como puede ser tuyo y es de la autoría de quien quiera”; éste es un libro que intenta levantar las preguntas clásicas con las que casi siempre habla la poesía, la muerte, la palabra misma, el amor, el despecho, la alegría, todos esos sentimientos que sirven de paisaje o escenario para la poesía.
El mencionar algunos cuadros de Hokusai recae en su impacto por esa polifonía de nombres, esa capacidad de tener más de un registro en todas las obras que tenía él y más de una forma de ser llamado, “es algo muy cabrón porque tú respondes al nombre que te da la gente no al nombre que te ponen tus padres, si tú decidieras el día de mañana llamarte Joaquina y le dices a la gente eso, tú responderías a ese nombre”, por eso Peña Rosales detalla que el libro trata sobre eso, ante ciertas circunstancias de la vida, el cómo respondes, desde qué ángulo y cómo vas cambiando como individuo en esos escenarios.
Para el autor, Me llamo Hokusai es la búsqueda de ese nombre pues en su opinión, la poesía es eso, buscar cómo nombrar las cosas, seguir trabajando en la búsqueda para escribir el siguiente libro y seguir preguntándote cómo vas a nombrar lo que viene.
Durante la premiación, el joven poeta mencionó que escribir este libro era para buscar una conexión con los otros desde la poesía, al ser cuestionado por ello, dijo que escribir es un acto de agradecimiento a lo que lees, es tu propia manera de agradecer y compartir, tanto con las personas que van a leer como con el autor que leíste, “creo yo que se crea un vínculo interesante siendo como una cadena donde siempre habrá recompensas si se hace de una manera auténtica”.
Ante la contemporaneidad de la poesía, Christian Peña (como prefirió ser llamado para evitar el largo nombre) dijo que es importante que se deje de pensar que la edad está apegada a la poesía, “la edad no tiene nada que ver con eso, en realidad los contemporáneos no son los poetas sino los libros, puede haber cinco libros de diferentes poetas que aparecen en ese año o en esa época y son reflejo de circunstancias independientemente y vividas de diferentes ángulos, que muestra esa inquietud de los poetas”, por ello apela a que las obras no tienen ninguna relación con que el autor haya nacido en el 70 o en el 85, pues al final los que se encuentran y los que dialogan son los libros.
Entonces, más que la persona es el texto y su pluma ya que el escritor crea el puente y los vínculos pero lo que perdura al final es su obra, “Machado decía: la poesía es la palabra en el tiempo, a eso me refería yo, lo interesante es que podemos leer un libro de un autor quizás del siglo XVIII y si lo leyéramos en un contexto actual va a parecernos lo más moderno que hay”, o en caso contrario considerar a poetas más contemporáneos que escriben como en el Siglo de Oro; en conclusión para el poeta ganador de la edición 2014 del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, la edad no es signo de un buen poeta o escritor sino la inquietud poética que se escribe y que permanece en el tiempo.
¿Cómo caracteriza Christian la poesía contemporánea?
“No me gusta aventurar en juicios como la poesía contemporánea mexicana, la poesía de jóvenes mexicanos, porque si lees trabajos que están escribiendo poetas norteamericanos, argentinos o de la región que quieras, es muy complicado estandarizar y decir que tiene una tendencia; por eso en lo particular procuro en cada libro tener un registro distinto, creo que lo peor que puede ocurrir y lo que más se busca es tener una voz propia”, en su opinión, más que tener una voz propia se debe de conocer los ecos que gestan tu propia voz porque siempre se tiene como autor, una deuda en cada libro que se escribe, una deuda fundamental con las cosas que has leído o vivido.
“No sé si hay tendencia o collage en la poesía actual, no tengo idea la verdad porque muchos de los trabajos que se escriben, al menos en México, no siempre llegan al lector”, existiendo premios como el de Poesía Aguascalientes que son importantes porque como escritor les permite tener una mayor proyección de su obra, porque hay poetas que no tienen esos reconocimientos, que tiene trabajos excelentes y trascendentales pero que difícilmente logran hacerlos llegar al público, de ahí los comentarios y sentir de muchos poetas: la dificultad para conseguir que las editoriales y distribuidoras comerciales acepten la publicación de poesía joven.
Peña Rosales reconoció que la editoriales de poesía comparadas con las editoriales de narrativas nunca son redituables, “yo no voy a la librería y veo filas de gente en el estand de poesía, es complicado; puedo creer que la poesía es un género un tanto castigado en ese sentido”, aunque curiosamente no lo es en otras cosas como los premios y reconocimientos, pues en este tema sí existe una infinidad de convocatorias para premios y reconocimientos de poesía en México, siendo un estilo de situación contradictoria.
¿En qué momento supiste que te ibas a dedicar a la poesía?
“Cuando me preguntan eso nunca sé exactamente qué decir; cuando iba en la secundaria me tocó que el maestro de español, entró llorando devastado y dijo que ya no daría clases porque murió Octavio Paz, todos nos quedamos plasmados porque no sabíamos ni de qué hablaba; después estando en la escolta fuimos a un homenaje de Octavio Paz en cuerpo presente, yo no caí en cuenta hasta tiempo después que empecé a leer de lo impactante que fue eso.
“Creo que empezar a escribir a conciencia fue en la adolescencia, el primer reconocimiento que tuve fue a los 18 años con una beca de la Fundación de Letras Mexicanas que en ese tiempo era la Fundación de Octavio Paz”, sonriente, platicó que una vez que comenzaron a pagarle por escribir, su padre le dijo “ya no te morirás de hambre y no serás un vago como creímos”, de ahí comenzó para él un trabajo de disciplina y preparación lleno de palabras convertidas en poemas.
