En el amable comentario que me hace el Ing. Juan Carlos Martínez Olivares, miembro de la comunidad universitaria de la Autónoma de Aguascalientes (los egresados también forman parte de ella) relacionado con las fechas de creación de la UAA y de su precursor el Instituto de Ciencias, solicita mi opinión, pero ahora en lo que se refiere al error que cometemos al celebrar “…la independencia en una fecha y en un año que no sucedió, llegando al extremo incluso de olvidar a quién legal y formalmente consiguió nuestra independencia.” “…la cual nació efectivamente el 27 de septiembre de 1821 y no el 16 de septiembre de 1810.”
Quienes sin ser especialistas abordamos la escurridiza historia, corremos el riesgo de entrar en la casa del jabonero en la que, como dice el refrán, el que no cae, resbala. Hecha pues la aclaración por los posibles yerros -siempre rectificables con demostración al canto- doy respuesta pública, tal como lo solicita, al compañero Martínez Olivares.
Empezaré por decir que oficialmente no hay error, pues el 16 de Septiembre de 1810 está asentado en la historia como el día en que Miguel Hidalgo inició la guerra civil para luchar por la independencia de lo que entonces llamó la “América mexicana”.
Lo mismo podemos afirmar de la fecha de consumación en Septiembre de 1821, a pesar de que jurídicamente hablando el día correcto no es el 27 en que Iturbide entró triunfante a la ciudad de México al frente del ejército trigarante, sino un día después, el 28, que fue cuando se redactó y firmó el acta correspondiente; sin embargo, el 27 es el que está reconocido inclusive en el Calendario Cívico de la Secretaría de Gobernación, razón por la que se celebra ese día en todo el territorio nacional; en Aguascalientes la Dirección de Acción Cívica (Tel. 910-2023) está por confirmar el lugar en que se realizará este año.
EL SISTEMA DE ENSEÑANZA. Sin embargo, el Ing. Martínez Olivares tiene razón si consideramos que una gran parte de la población -de preferencia la más joven, que es la que más hemos descuidado- da la fecha de 1810 cuando se le pregunta sobre la obtención de nuestra independencia, en razón de que tradicionalmente el festejo de mayor popularidad y resonancia es el del 16 de Septiembre… o el 15 (día de San Porfirio) desde que se adelantó con la verbena nocturna que culmina con el “grito” en todas las ciudades, pueblos y rancherías del país y en el zócalo de la ciudad de México, antes de iniciar el banquete palaciego con que se celebraba el santo y cumpleaños de Porfirio Díaz, cuya fuerte personalidad se manifiesta en que se sigue celebrando todavía un siglo después de su autoexilio, hecho que se contradice con la oposición a que sus restos sean repatriados.
Este y otros muchos errores, omisiones y hasta deformaciones malintencionadas desnudan las deficiencias de un sistema de enseñanza en detrimento de la formación cívica de las nuevas generaciones.
Todo ello lo ha reconocido el actual gobierno, y el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, se ha comprometido a corregirlo. Esperamos que así sea.
INTERPRETAR LA HISTORIA. Lo anterior, sin embargo, no es suficiente. En nuestra historia -como en la del mundo entero- hay graves distorsiones históricas derivadas de las pasiones encontradas y del afán de hacer prevalecer el enfoque de quienes ostentan el poder ya sea en beneficio de su partido, de su camarilla o de su todopoderosa arrogancia, al grado de hacer aparecer a los llamados héroes, no como hombres de carne y hueso, sino como semidioses (sentido original griego del término) y a sus actos como verdades absolutas e inamovibles. Pero poder no significa infalibilidad, ni tiene por qué significarlo.
Los gobernantes son seres humanos sin atribuciones superiores a los ciudadanos que representan y a los que se supone deben servir -no los prepotentes caciques que suelen ser-, con virtudes y defectos como los de cualquier otro mortal; y así como se deben registrar sus aciertos, también hay que señalar sus vicios y errores para que la historia sea objetiva y, por tanto, confiable.
EL SIGNIFICADO DE LAS FECHAS. Para poder comprender el mundo y la vida, la cualidad racional del ser humano lo obligó a medir el tiempo mediante el invento del calendario (solar, lunar, etc.) que le permitió calcular, previamente, las tareas a realizar para obtener buenas cosechas una vez que había inventado también la agricultura, al término de la última glaciación concluida hace unos diez mil años, hecho que le dio al mundo el clima benigno que todavía disfrutamos mientras no terminemos de aniquilar su frágil equilibrio.
El ser humano, pues, es un eminente productor de los signos que denominamos fechas.
(Continuará)
Aguascalientes, México, América Latina




