- La calidad del desarrollo temprano está en juego, señala sicóloga
- El adulto debe apoyar al niño en el dominio de la permanencia del objeto
Décadas han pasado y los estudios sobre la concepción del mundo en la niñez aún no son concluyentes, dijo Cintia Rodríguez, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, durante la primera de las conferencias del III Congreso Internacional de Sicología del Desarrollo, organizado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Las teorías de Jean Piaget y las de la Perspectiva del bebé competente, encabezan las disyuntivas.
“Hay que saber si durante los primeros meses el niño percibe las cosas como los adultos. Eso es lo primero que me tengo que plantear: este niño que tiene estos días, estas semanas, estos meses, ¿concibe el mundo como yo adulto, sí o no? Es decir: en forma de objetos permanentes y de dimensiones constantes. No hace falta repetir la idea de que para Piaget la respuesta es no”.
A efecto de contribuir con la detección temprana de problemas de desarrollo, indicó Rodríguez, todavía “hay que explicar cómo se construyen la noción de objeto; en otras palabras: cómo se construye este universo externo internamente, y cómo se construye de una forma estable, porque si no, no se puede pensar”.
Los defensores de la Perspectiva del bebé competente afirman que la noción de objeto es innata en los infantes. Piaget, en sus textos, dejó dicho que se edificaba luego de ocho o nueve meses de vida.
En teoría, luego de este lapso, el niño ya es capaz de saber que un objeto continúa debajo del pañuelo con que previamente fue cubierto. A esto se le conoce como permanencia del objeto, y es el primer paso para articular los pensamientos complejos.
“Sabe que necesariamente el objeto está escondido en aquel lugar, aunque ya no lo vea… En el caso de Piaget la permanencia del objeto es un producto del niño como sujeto agente, es activo, transforma, y al transformar él mismo va conquistando la permanencia de eso que está ahí fuera”.
Pese a sus diferencias, ambas escuelas de la sicología tienen algunos puntos en común:
La comunicación no es necesaria. En un caso el niño poseería la permanencia desde el nacimiento, mientras en el otro la adquiriría con el tiempo, pero sin consensuar nada con el adulto.
“Qué curioso -dijo la catedrática- que en una construcción cognitiva tan importante y tan neurálgica como ésta dejemos al niño en estricta soledad… ¿Cómo vamos a ponernos de acuerdo si el niño ha estado tan solo construyendo esa permanencia central? Esta es una pregunta que me hago y lanzo”.
Tanto en Piaget como en la otra teoría el objeto es un referente simple. Además, en ambas, los objetos son netamente intercambiables, da lo mismo si se oculta un juguete, un libro o una fruta.
A los adultos, añadió, les corresponde intervenir en este proceso de aprendizaje “porque en la vida cotidiana los objetos se usan, sirven para hacer cosas. Hay que enfrentarlo si uno quiere comprender eso que llamamos desarrollo sicológico”.
Señaló que el problema planteado no sólo debería importar a los profesionales que discuten temas de salón, sino también a quienes tienen un niño a su cargo.
Cintia Rodríguez refirió desconfiar de algunos experimentos de laboratorio, pues ponen ante el niño objetos que, a diferencia de la vida real, se mueven por sí solos o aparecen y desaparecen en imágenes de pantalla.
“Hay manos que hacen que estos objetos se desplacen, pero son unas manos muy curiosas. Normalmente detrás de la mano hay un codo, detrás del codo un hombro, y detrás del hombro suele haber una cabeza y un cuerpo entero, a eso le llamamos sujeto. Yo me preguntó qué es lo que el niño está viendo en algunos contextos de laboratorio”.
Pie de foto: La denominada permanencia del objeto no es un tema de incumbencia exclusiva para los estudiosos de la sicología, destacó Cintia Rodríguez, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid




