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viernes, diciembre 5, 2025

Es cultural

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No me refiero por ahora al vacuo ejercicio “periodístico” liderado por la “apasionada” y entusiasta periodista Lilly Téllez, en el que se usó de manera burda a una respetable institución del estado mexicano (Fondo de Cultura Económica) para hacer una entrevista colectiva que más parecía un elogioso publirreportaje dedicado al ciudadano presidente de la república por su segundo informe de gobierno; casi en cadena nacional, como en los tiempos del presidencialismo omnipotente, que por fortuna los mexicanos ya dejamos atrás. Dicho llamativo ejercicio ya ha sido bien descrito y valorado por Jesús Silva Herzog, en su pertinente artículo: Conversación a modo, en: www.andaryver.mx.

Tampoco me referiré por ahora al penoso ridículo de un grupo de “periodistas” perfectamente “domesticados” y sin garras ni dientes, como leones de circo, que hicieron preguntas prefabricadas al personaje entrevistado con alguna honrosa excepción que confirma la regla y que da pie al presente texto.

Lo que llama la atención de dicho “ejercicio periodístico” es la respuesta del primer mandatario entrevistado cuando el periodista excepcional en el grupo convocado ad hoc y también confirmante de la regla, le pregunta sobre la corrupción en México, problema que aqueja a millones de mexicanos y que le cuesta al país el 9% del Producto Interno Bruto, es decir, más o menos 32 mil millones de pesos según Transparencia Mexicana.

El entrevistado contestó, palabras más, palabras menos, que la corrupción es un problema cultural y que a México le llevará muchos años salir de él. Eso nos consta a los mexicanos y también a los extranjeros. ¿Cómo desmentirlo? así parece confirmarlo, por ejemplo, la medición más reciente de Transparencia internacional, que situaba a México con el mismo nivel de corrupción que Argentina, Bolivia, Gabón o Níger. También en dicha medición, México ocupa el lugar último entre los países de la OCDE. ¿Cómo contradecir entonces la opinión expresada por el c. presidente con este panorama?

Luego, días después y satisfecho con su incuestionable dicho, el personaje en cuestión repite su argumento en la comida que tuvo con 300 líderes de México (“Corrupción, debilidad cultural de México”, El Universal, 8 de septiembre); lista que por cierto destaca, como bien señalaba La Purísima Grilla en La Jornada Aguascalientes, por los muchos personajes importantes que omitió.

“La corrupción que prevalece en México es un asunto de orden cultural que no es privativo de nuestro país.” Es verdad. Pero queriendo creer la opinión del c. presidente, habrá que preguntarse y preguntarle, entre otras cosas:

¿En tanto problema cultural es entonces irresoluble?

¿Cómo es entonces que compartiendo cultura, tradiciones e historia en común, Uruguay o Chile, allá en la lejana Sudamérica, o Costa Rica, no tan lejos ni tan al sur, están un promedio de 60 lugares por delante de México en las mediciones sobre transparencia y corrupción que diferentes organizaciones de la sociedad civil realizan periódicamente?

Y lo más importante: ¿qué es lo que nos propone a los mexicanos el gobierno de la república para combatir, gobierno y sociedad unidos en lo posible, este gravoso fenómeno omnipresente en la vida nacional? ¿Qué medidas toma la administración que pretende “mover a México” para combatir y erradicar la corrupción? ¿Dónde están las necesarias reformas estructurales en este grave y secular problema de la sociedad mexicana? ¿Qué hace el gobierno para erradicar la impunidad, fomentar la transparencia pública y privada, rendir cuentas claras y fomentar la existencia y el fortalecimiento de los balances y contrapesos inherentes a todo sistema mínimamente democrático? ¿Cuándo y cómo se implementarán las medidas necesarias? ¿Quién o quiénes serán los responsables de liderar este enorme desafío, que ahora sabemos, para nuestra desgracia social, que es “cultural”?

Vaya otro pequeño pero significativo dato para la elocuente numeralia política del gobierno en turno, extraído directamente de Twitter: 46 veces se mencionó la palabra reformas en el reciente discurso del informe presidencial. La palabra corrupción, sólo una.

@efpasillas

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