Todos los mexicanos tenemos derecho a ser neuróticos, psicóticos y a disponer de toda clase de trastornos de la salud mental, a ejercerlos libremente en cualquier momento y además sin costo alguno. No pasa lo mismo con la atención que deberíamos recibir, ahí es donde comienzan los problemas. Veamos el lado jurídico. El artículo 4º. Constitucional es el que consagra el derecho a la “protección de la salud”. Nótese muy bien que el artículo dice expresamente que la Ley garantiza los cuidados que la federación y las entidades federativas deben proporcionarnos. En ninguna línea se aclara, si estos servicios deban ser gratuitos, de calidad o expeditos. Pero en cuanto a lo escrito, estamos bien, porque todavía hay más. El artículo 73 en su fracción XVI establece que son las autoridades quienes deben proporcionar los medios para la reparación de la salud, también deben “evitar el daño a la salud”. Y para que sepamos con claridad de lo que hablamos, veamos la definición de salud, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) organismo de Naciones Unidas. “La Salud es el bienestar físico, psíquico y social, tanto del individuo como de la colectividad” Y claramente podemos ver que se está hablando de un imposible. Porque ningún gobierno puede garantizar tal cosa. Lo que se hace en todo el mundo es buscar afanosamente la preservación de la salud, combatiendo la enfermedad. Los Servicios de Salud en todos los países están conformados por hospitales, unidades médicas, y brigadas que dan consulta, realizan cirugías y administran medicamentos. Una pequeña parte se dedica a la prevención que consiste en campañas de vacunación, campañas de erradicación de mosquitos, estudios de imagen para detección temprana de cáncer y algunas otras medidas que son buenas pero totalmente insuficientes. Pero vamos a conformarnos con lo que tenemos. Eso en cuanto a la salud física. De la salud social mejor ni hablamos porque estaríamos entrando en un intrincado laberinto. Charlemos sobre lo que sabemos un poco, la salud mental. Gracias al estrés de la vida actual, la carestía, la violencia doméstica y delincuencial, el ruido, el aceleramiento y las adicciones, todos los ciudadanos del planeta tenemos derecho y tenemos los elementos para ser neuróticos, psicóticos o simplemente trastornados. ¿Y tenemos derecho que se nos proteja de estos padecimiento? Por supuesto que sí, pero una cosa es que tengamos derecho y otra muy diferente que podamos ejercerlo. En Aguascalientes, más de la mitad de la población cuenta con la seguridad social que les brinda el IMSS y el ISSSTE. Ninguno de ellos cuenta con hospital de psiquiatría, ni psiquiatras suficientes ni servicios de psicología para los más de 500 mil derechohabientes. Afortunadamente contamos con un Hospital de Psiquiatría del ISSEA, solo que cuesta. Tiene un centro de atención para adictos, que también cuesta y solamente por eso la enorme mayoría de los toxicómanos no asisten a ese lugar. La tercera opción, el Seguro Popular no cuenta con todos los médicos, psicólogos ni medicamentos que se requieren para una adecuada atención a la enfermedad mental. Los sistemas DIF tanto el estatal como el municipal hacen esfuerzos heroicos para apoyar la causa. Casa del Adolescente y Ludotecas son opciones de enorme mérito, escaso personal y reducido presupuesto. Y esto nos remite al comentario inicial, la Ley de Protección a la Salud, se encarga de atender a los enfermos, pero ¿qué pasa con “evitar el daño”? Las tareas de prevención en neurosis, violencia, suicidios, adicciones y psicosis siempre han ido en rezago, remando contra la corriente de lo ya sucedido. Quizás el conflicto está, en nuestro estado, como en nuestro país, como en nuestro mundo en que todos trabajamos con gran entusiasmo pero también con gran desorden. No tenemos unidad en los proyectos ni en los ejercicios de la prevención y la atención a la salud mental. De manera que todos tenemos derecho a perder la salud mental. Pero seguramente no será tan fácil encontrarla de nuevo. El problema tiene solución, crear con todas las dependencias, un poderoso sistema único de atención a la salud mental. Es posible, sí se puede. Ojalá algún día lo veamos.
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