- Amiguismos, compadrazgos y lealtades determinan en qué empresa buscar empleo
- Los estudios mexicanos del mercado del trabajo carecen de variables innovadoras
- En el país la búsqueda de una fuente de ingresos es más una experiencia emocional que un proceso intelectual que aclare los costos-beneficios.
¿Cómo es que alguien se convierte en trabajador de determinada empresa? Estudios y estadísticas demuestran que la mayor parte de los mexicanos no se complican demasiado a la hora de iniciar con la búsqueda de empleo.
Este proceso, señaló Enrique de la Garza Toledo, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, se asemeja más a lo visceral.
“¿Qué tanto esta búsqueda de trabajo es un acto eminentemente racional, de cálculo de costo beneficio? Esto también ha sido cuestionado recientemente. No hay ese cálculo racional de parte de los que buscan empleo; lo que hay es un conocimiento imperfecto” de lo que se espera y de lo que se es capaz.
El trabajador mexicano, añadió, suele estar sujeto a “la intervención de relaciones de amistad, emociones, compadrazgos y lealtades que van más allá del cálculo racional”, por lo que ni siquiera puede decirse que lo motiven los anuncios de la prensa.
En México la investigación sociodemográfica relacionada con el mercado de trabajo dio inicio en los años 80, a través de formas todavía típicas que buscan conocer variable de género, diferencias en salarios, jornadas, condiciones laborales, tipos de puesto, estratos de edades, escolaridades, tamaño de la familia y estado civil.
“Nosotros siempre le hemos dicho a nuestros muy apreciados colegas que sí ha faltado el análisis del lado de la demanda del trabajo. Meterse a la empresa que está pidiendo trabajadores es meterse a la sociología del trabajo y al proceso del trabajo. Se demandan tales trabajadores porque tienen tal tecnología, tal organización, necesitan tal calificación. Este tipo de variables nunca entran en los estudios mexicanos sociodemográficos del mercado de trabajo.”
Los esfuerzos por acometer investigaciones innovadoras, apuntó de la Garza, han resultado infructíferos, pues aún no hay detalles sobre aspectos como la estrategia de sobrevivencia, la estrategia de vida, y la discriminación a partir del género, la edad o el origen étnico.
En cambio hoy la informalidad “está en el tapete porque los investigadores de países desarrollados se dieron cuenta de que también hay informalidad en sus países, ha crecido al calor de las políticas neoliberales. Hay una comunicación mucho más fuerte, pero América Latina le lleva gran ventaja a Europa y a Estados Unidos”.
Los estudios sobre informalidad arrancaron formalmente en la década de 1970, luego de que la Organización Internacional del Trabajo inventara tal vocablo para definir un fenómeno de comercio en las calles y al margen del pago de impuestos y regulaciones.
“Aquí se han dado muchos debates acerca del concepto, algunos proponen que hay que transformarlo a fondo, que ya no es útil.”




