Decálogo del Populismo Neoliberal / Ciudadanía económica

Cuando Patricia, el “peor huracán de la historia”, perdió casi toda su fuerza apenas al tocar territorio mexicano, el 23 de octubre, el semanario británico The Economist resaltó que ello sucedió por mero efecto de la suerte. El “extrañamente benévolo” meteoro, según asentó en su blog, otorgó en esta ocasión al gobierno mexicano la oportunidad de redimirse por los daños causados por sus errores ante los huracanes Ingrid y Manuel en septiembre de 2013 ( http://goo.gl/6Esp4h ). No obstante, el Gobierno Federal no dudó en festinar que sus oportunas acciones y efectivas plegarias, salvaron a la nación de un desastre. Igual como lo habría hecho un gobierno populista.

Durante varios decenios, cuando nuestro país tuvo gobiernos emanados de un solo partido, al igual como sucede en los regímenes autocráticos y dictatoriales, se hizo costumbre el festinar toda acción en beneficio de la población, ya fuese un acto de autoridad, una decisión burocrática o un evento natural, como resultado de una atinada gestión de gobierno y resultado del certero liderazgo del preclaro prócer presidencial en turno. Con la llegada del neoliberalismo hace tres décadas y media, se adoptó la moda importada de otorgar al sistema capitalista todas las virtudes del buen gobierno; todo lo que no fuese resultado del libre mercado se tildó despectivamente de populismo.

Así, a los defensores del nacionalismo, del salario digno, de los recursos naturales, se les etiquetó parejo, como socialistas, anacrónicos y mesiánicos. Y compactando toda esa descalificación se les endilgó el epíteto de populistas.

En el culmen de la apología a la libertad de mercado, que según sus defensores era inherente al capitalismo de finales del siglo XX, se rescataron decretos y posicionamientos ideológicos que salpicaron todos los discursos oficiales de entonces. Entre éstos destaca el decálogo de William J.H. Boetcker (líder religioso estadounidense y elocuente orador motivacional, 1873-1962) que en 1982 rescató el entonces presidente de los EUA Ronald Reagan para hacer una apología de su política neoliberal.

Este decálogo (que literalmente significa diez palabras) fue publicado en 1916 y dio pie a la Declaración de los Derechos de las Naciones en la ONU antes de ser adoptado como credo del capitalismo. Se le conoce como los “Diez No Puede” (“Ten Cannot”), porque cada frase comienza “Usted no puede:

1. Usted no puede crear prosperidad desalentando la Iniciativa Propia.
2. Usted no puede fortalecer al débil, debilitando al fuerte.
3. Usted no puede ayudar a los pequeños, aplastando a los grandes.
4. Usted no puede ayudar al pobre, destruyendo al rico.
5. Usted no puede elevar al asalariado, presionando a quien paga el salario.
6. Usted no puede resolver sus problemas mientras gaste más de lo que gana.
7. Usted no puede promover la fraternidad de la humanidad, admitiendo e incitando el odio de clases.
8. Usted no puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado.
9. Usted no puede formar el carácter y el valor del hombre quitándole su independencia (libertad) e iniciativa.
10. Usted no puede ayudar a los hombres realizando por ellos permanentemente lo que ellos pueden y deben hacer por sí mismos.

Con la adopción del Consenso de Washington como guía, orden y referente para la implantación del neoliberalismo en México y toda América Latina entre 1973 y mediados de los años 90, la casta gobernante otorgó su propio significado al concepto de libertad, exacerbando los privilegios de quienes desde el extranjero, retribuyeron el servilismo llenando sus bolsillos.

Entendidos a su manera, nuevos conceptos de libertad y principios capitalistas han emergido y dominan de facto el panorama sociopolítico de nuestro país, dando origen a nuevos principios “No Puede”. Nunca se mencionan pero siempre se aplican, pudiendo definir así al populismo neoliberal:

1. Usted no puede crear prosperidad alentando salarios dignos.
2. Usted no puede vanagloriarse de ser quien salve a la nación mientras no tilde de populista a algún opositor que pretenda lo mismo.
3. Usted no puede llevar a cabo proyectos de Estado si no tiene cómo hacer que con ello se beneficie a sus cuates.
4. Usted no puede llamar por su nombre al mercantilismo monopólico corrupto, cuando lo puede calificar como respeto al libre mercado y ejercicio de gobierno responsable.
5. Usted no puede abrir las fronteras a la inversión extranjera para que venga el que quiera a competir sin restricciones y sin privilegios.
6. Usted no puede pretender que combate la pobreza sin privilegiar a las grandes compañías que producen cosas para los pobres.
7. Usted no puede garantizar la permanencia de un gobierno neoliberal sin dinero prestado.
8. Usted no puede cobrar más impuestos a los ricos ni exigir a sus cuates que los paguen.
9. Usted no puede dejar que existan medios de comunicación libres ni libre expresión sin su correspondiente represión.
10. Usted no puede dejar que la naturaleza le reste méritos a sus acciones.

El libre mercado del neoliberalismo es sólo libre en el sentido del capitalismo de cuates. Esa política que ha provocado el desmantelamiento de la planta productiva nacional hoy traslada el costo de su inoperancia a toda la población, reduciendo como nunca antes el gasto del presupuesto federal y con ello el ingreso de toda la población. Es ahora cuando el apagón analógico presta un enorme favor al estado actual de las cosas. En un país donde todo lo que existe es lo que sale de la televisión, resulta de enorme utilidad cualquier inversión pública si ésta garantiza que millones de almas mitiguen sus miserias y obtengan su placebo de las pantallas planas que regala el gobierno. Y qué mejor si esto redunda en ganancia para los emprendedores cercanos al poder. El populismo neoliberal está hoy más robusto que nunca.

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@jlgutierrez