Muchas cosas buenas sucedieron en el quinto concierto de la cuarta temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, de verdad muchas, sobre todo en lo referente al trabajo erudito de la música, al tratamiento que de ella hizo el maestro Eduardo Álvarez, director huésped para este concierto en donde el compromiso es, sin duda, muy grande, interpretar un concierto de música impresionista; pero antes de ocuparnos del asunto, que por cierto resulta apasionante, me gustaría compartir contigo, amigo melómano, un mensaje del maestro Álvarez. En la segunda parte del concierto, antes de ejecutar el Bolero y después de La Valse, ambas de Maurice Ravel, el maestro quiso dirigirse al público y felicitar al pueblo de Aguascalientes por contar con una orquesta de estas dimensiones y de esta calidad, acompañado por una reflexión que por supuesto es muy interesante. El maestro hablaba de que no todas las capitales de los estados de la República Mexicana cuentan con el privilegio de contar con una orquesta sinfónica, y menos de estas dimensiones y estándar de calidad. Cierto, es algo de lo que debemos sentirnos orgullosos, y es algo que deberíamos de presumir y gritarlo hasta quedarnos roncos y con la voz cansada, de hecho, me atrevo a asegurar que nuestra Sinfónica es uno de los principales orgullos del estado, un patrimonio que debe ser declarado como tal y cuidarla como una preciada joya, ya sobre esto había hablado en alguna de sus visitas a nuestra ciudad el maestro Luis Herrera de la Fuente, y si él lo dijo, pues claro, hay que hacerle caso.
Nuestra Sinfónica tiene la capacidad de abordar cualquier repertorio, desde el barroco, aunque en este período todavía no existía esa entidad llamada orquesta sinfónica, pasando por el clasicismo, el romanticismo con Bruckner y más tarde Mahler, que exigen para sus monumentales sinfonías hasta un centenar de músicos. Nuestra orquesta puede tocar todo ese repertorio, de hecho, y no sé cuántas orquestas en el país lo hayan hecho, la Sinfónica de Aguascalientes interpretó ya íntegramente el monumental corpus sinfónico de Mahler compuesto por nueve sinfonías, incluyendo la octava, la de los Mil. Un orgullo, sin duda para nuestra máxima entidad musical, y claro, para Aguascalientes, contar con una orquesta sinfónica es un síntoma de progreso y de una sociedad sana.
Pues bien, el programa para este quinto concierto estuvo dedicado al impresionismo, estrictamente francés, y que dio la pauta al maestro Eduardo Álvarez para lamentar los ataques terroristas en París y enviar un mensaje de apoyo al pueblo francés a través de su majestad la música.
Hubo algunos cambios al programa originalmente presentado, se había anunciado La Valse de Ravel y los Nocturnos de Debussy para la primera parte del concierto, después del intermedio se había anunciado Escalas de Ibert y finalmente el Bolero de Maurice Ravel. Finalmente, el programa quedó de la siguiente forma: Gymnopédies de Erik Satie, obra compuesta originalmente para piano y en esta ocasión con orquestación de Claude Debussy, y Nocturnos, con la participación de las voces femeninas del Coro de Ópera del Instituto Cultural de Aguascalientes, obra también de Debussy. La segunda parte del concierto estuvo dedicada íntegramente a Ravel, uno de los más grandes orquestadores en la historia de la música. En primera instancia escuchamos La Valse y finalmente el celebérrimo Bolero. Como ya lo he comentado en un par de veces, el director fue el maestro Eduardo Álvarez.
El impresionismo francés le acomodó muy bien al maestro Álvarez, hizo un trabajo muy destacado y, por supuesto, la Sinfónica le respondió solventemente al director invitado. Este es un lenguaje complicado, no es fácil lograr el sonido requerido, acercarse al espíritu del impresionismo representa algo más que hacer una decorosa interpretación, sonar impresionista es el verdadero reto de este tipo de repertorios, y ahí estuvo el maestro Álvarez, trabajando intensamente por lograr ese sonido. Mención especial merece Gymnopédie de Satie con la orquestación de Debussy, además de un exquisito Bolero, una obra que hemos escuchado no sé cuántas veces y cuyo majestuoso trabajo de orquestación hace que esta obra de Ravel nos siga pareciendo siempre nueva.
Podemos aplicar este mismo criterio para todo el programa presentado en el quinto concierto, el único punto débil de este programa fue la participación de las voces femeninas del Coro de Ópera, muy lejos de las exigencias y requerimientos de los Nocturnos de Debussy, seguramente fue la falta de trabajo en los ensayos. No sé qué sucedió, no me atrevería a señalar con dedo acusador al Coro de Ópera, no sé si les entregaron las partituras a tiempo, no sé realmente que sucedió, pero sí sé, porque lo escuché, que nuestro coro no estuvo a la altura de las exigencias de la obra, no sé si estuvieron a la altura de las circunstancias, pero no de la partitura que se les encomendó.
La próxima semana, el viernes 20 de noviembre, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes se traslada, ahora sí, al segundo patio de Palacio de Gobierno para presentar un programa de obras mexicanas de la posrevolución: Cuauhnáhuac de Silvestre Revueltas, Chapultepec (Tres bocetos sinfónicos) de Ponce, la Sinfonietta de José Pablo Moncayo, y después del intermedio, el poema sinfónico Pueblerinas de Candelario Huízar, y la Sinfonía India de Carlos Chávez. Dirige el titular de la Sinfónica, el maestro Román Revueltas. La cita con su majestad la música es a las 21:00 horas. Por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.
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