La semana pasada la economía mexicana sufrió una serie de presiones, causadas por eventos internacionales. El petróleo mexicano ya se encuentra en un rango de 21.00 dólares el barril, y los pronósticos de los especialistas hablan de que seguirá bajando a niveles de 15.00 a 17.00 dólares. Todo esto por el exceso de producción de los miembros de la OPEP y su política de sacar del mercado a los nuevos competidores que están explotando yacimientos con el sistema de fracking, y que han proliferado en América, sobre todo en los Estados Unidos y Canadá, lo cual lo han logrado pero con efectos colaterales, como el haber desestabilizado economías de países productores y exportadores como México, Brasil, Bolivia y Venezuela sobre todo; y ahora sus economías tienden a una desaceleración, la cual no es posible calcular.
El comportamiento de las bolsas, y la de México no es una excepción, ha generado pérdidas cuantiosas, debido a que inversionistas, ante el futuro incierto, han preferido buscar nuevos nichos de inversión y se han refugiado en el dólar, el cual se ha revaluado de manera muy importante, y la moneda que más ha perjudicado es el peso mexicano; más que a las demás divisas de los países afectados.
El precio del dólar ha estado fluctuando ya sobre 18.50 dólares y 18.70 dólares, y todo esto a pesar de la intervención del Banco de México, que ha estado subastando diariamente entre 200 o 400 millones de dólares de las reservas, para tratar de estabilizar los mercados; y a pesar de eso, sigue la devaluación y la presión sobre el peso. A la fecha se ha pedido que se diga a quienes se les venden las divisas, pero no se ha hecho público. Lo que sí se ha dicho es que la fuga de divisas ha causado una baja en las reservas, cercano a los 30 mil millones de dólares, lo cual ya es muy alarmante.
Pero lo más preocupante es que en una conferencia en París, el presidente del Banco de México dijo que este 2016 será un año “terrible” para las economías emergentes y que se deberían tomar medidas preventivas para poder enfrentar las alteraciones en los mercados.
Si bien ahora los exportadores tienen una ventaja por la diferencia de precio del dólar contra el peso. También es cierto que nuestro mercado está dependiendo, en gran medida, de las importaciones de los Estados Unidos que se pagan en dólares, y estas son más altas que las exportaciones. Otro fenómeno, que lo podríamos considerar positivo, es que las remesas de nuestros braceros ahora valen mucho más y que sus familias se ven beneficiadas.
El problema se presenta de que nuestra industria importa una cantidad muy notable de insumos, y las tiendas de productos intermedios también los pagan en dólares, pues son de origen chino o bien de los Estados Unidos. Todo esto a pesar de que la inflación es la más baja en muchos años. También es cierto que en el corto y mediano plazo tendrán que acusar el efecto de la devaluación.
Pero lo más inquietante es que el presupuesto que aprobó al ejecutivo el congreso, no ha sido modificado. Esto tomando en cuenta la situación que impera y lo que se ve venir. Por ello creo que el gasto burocrático y los gastos de cuenta corriente, deberán ser revisados, y al mismo tiempo adecuado a las necesidades sociales y de crecimiento que necesita el país. Ya vimos que se tuvo que pedir en los mercados internacionales dos mil 250 millones de dólares a diez años, pero si vemos el interés que nos van a cobrar, ya es más alto de a como estábamos, pudiendo conseguir recursos. Ahora debemos considerar que la deuda pública ya está cerca del 50% del PIB -Producto Interno Bruto-. El problema del servicio de la deuda se está incrementando en el mismo porcentaje en que se devalúa el peso, por ello creo que ahora debemos de ser cuidadosos entre lo que gastamos y lo que debemos.
