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viernes, diciembre 5, 2025

Embajada mexicana / A lomo de palabra

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“La tarea del traductor consiste en

liberar en la propia a aquella lengua pura

que está retenida en la ajena;

liberar la que está cautivada en la obra,

en la recomposición.”

Walter Benjamin, La tarea del traductor.

 

Hace unos días, mi amigo Galo Filio fue repatriado. Por alguna o varias de las abundantes y variadas sinrazones por las que desde hace tiempo se mal regentean los destinos nacionales, tuvo que regresar de su estancia en la Romandía. Pero resultó ser una repatriación en falso: no ha terminado de desempacar su ajuar cuando ya ha sido notificado de que habrá de partir otra vez en misión diplomática, ahora con un derrotero isleño. No vale la pena entrar en detalles: el caso es que Galio recibió en suelo patrio, mexicopolitano o chilango para ser más preciso, la petición de auxilio que le envié a través de un medio de comunicación cada vez más para uso exclusivo de viejitos y oficinistas, esto es, un correo electrónico.

¡Ayuda! ¿Cómo traduces esto?:

Je ne passe jamais devant un fétiche de bois,

un Bouddha doré, une idole mexicaine sans me

diré: C’est peut-etre le vrai dieu.

¿Qué significa diré?

Francófono fluido y solícito,  Galio Filio respondió a vuelta de correo-e:

“No paso nunca frente a un ídolo de madera,

un Buda dorado, una diosa mexicana sin decirme:

Éste puede ser el dios verdadero”

Y es que diré está mal escrito, porque no lleva acento en la “e”; diré significa decir, pero con el me que le antecede se vuelve una conjugación reflexiva.

¡Bingo!, exclamé al terminar de leer, complacido por partida triple: porque se había solucionado el misterio, porque entendí la causa por la cual mi traductor de cabecera -Google- no había logrado desenmarañar el asunto, y sobre todo por el sentido mismo del escrito.

Mil gracias. Al margen: idole, en lugar de diosa, ¿no sería mejor traducir directo, es decir, ídolo.

En esta ocasión Galio Filio contestó aun más raudo:

Cambié el término por dos razones: porque idol es femenino en francés y masculino en español; y segundo, porque repetiría ídolo cuando ya traduje así fétiche, que considero más apropiado porque fetiche en español tiene una connotación despectiva o incluso resulta un término demasiado trillado por la lexicología pseudo-psicológica..​. Por cierto, ¿de quién son los versos?

Cierto: las connotaciones de fetiche, de origen francés, actualmente se cargan mucho hacia el ámbito de lo lúbrico, lo perversón, aunque en estricto sentido el vocablo significa “objeto de culto al que se atribuyen poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos”. La anterior es la definición que aporta la Real Academia, de tal suerte que por “pueblos primitivos” uno debe entender no “sociedades prehistóricas” sino “sociedades no europeas”, como la mexicana, sobre todo en el sentido de mexica. Por su parte, el significado de ídolo difícilmente puede desprenderse de una postura iconoclasta, por lo que suena mucho a pagano: “imagen de una deidad objeto de culto” y “persona o cosa amada o admirada con exaltación”.

Los versos son de Charles Baudelaire. Y sólo para azuzar tu curiosidad: Walter Benjamin los usa como epígrafe de una pequeña narración que originalmente tituló Mexikanische Botschaft, y que a continuación comparto:

Embajada mejicana

Soñé que estaba en Méjico, participando en una expedición científica. Después de atravesar una selva virgen de árboles muy altos, desembocamos en un sistema de cuevas excavado al pie de una montaña, donde, desde la época de los primeros misioneros, se había mantenido una orden cuyos hermanos proseguían su labor de conversión entre los indígenas. En una inmensa gruta central, rematada por una bóveda gótica, se estaba celebrando un oficio divino según un rito antiquísimo. Al acercarnos, pudimos presenciar su momento culminante: un sacerdote elevaba un fetiche mejicano ante un busto de madera de Dios Padre, colocado muy alto, en una de las paredes de la gruta. En ese instante, la cabeza del dios se movió negando tres veces de derecha a izquierda.

Galio debe de andar muy ajetreado, porque apenas comentó:

¡Es precioso el texto! Gracias por compartirlo. Hay una foto de Paul Eluard en Teotihuacán mirando fijamente a Quetzalcóatl que me brincó a la memoria.

Supuse que querría saber de dónde saqué el escrito de Benjamin, y sobre todo por qué en la traducción se emplea jota en lugar de equis en Méjico y sus derivados… La traducción del alemán al español es de Juan J. del Solar y Mercedes Allendesalazar, y es la que Alfaguara publicó en 1987 en su edición de un libro que Walter Benjamin dio a conocer en 1926: Einbahnstrasse.

Einbahnstrasse se traduce fácil: calle de sentido único. Las traducciones al inglés no tienen problema: One Way Street; en español, en cambio, la traducción que usa Alfaguara, Dirección única, no parece adecuada, primero porque omite “calle” y segundo porque para el lector mexicano las calles más que dirección tienen sentido. “Calle de un solo sentido”, hubiera traducido.

Páginas después de Embajada mejicana, encontramos una minificción cuyo título sin duda está bien traducido: en alemán, Tiefbau-Arbeiten, lo que en la edición de Alfaguara aparece como Obras públicas. Sin embargo, aunque imprecisa, la traducción al inglés de Jephcott y Shorter (NLB, 1979) me parece más certera: Underground Works. Con todo, ni una ni otra versión logran liberar la lengua pura a la que se refirió el propio Walter Benjamin, y el texto queda atrapado en un cerco de misterio:

En sueños vi un terreno yermo. Era la plaza del mercado de Weimar. Estaban haciendo excavaciones. También yo escarbé un poco en la arena. Y entonces surgió la aguja de un campanario. Contentísimo, pensé: un santuario mejicano de la época del pre animismo, el anaquivitzli. Me desperté riendo.

(Ana=ὰνά; vi=vie; witz=iglesia mejicana (!).)

 

@gcastroibarra

 

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