Grandes seres humanos que siempre han apostado por la equidad no como una lucha sino como un derecho de nacimiento.
- R. R.
Según algunos historiadores del cine El hada de los repollos de 1986 es la primera película de la historia del cine. La primera en el sentido de ser una historia consciente más que una colección de individuos o cosas moviéndose como en la Salida de los obreros de la fábrica. Según otros, califica como la primera película dirigida por una mujer, la francesa Alice Ida Antoinette Guy Blaché.
Emile Guy, el padre de Alice, tenía una editorial y una imprenta en Chile y en ese país conoció a través de amigos comunes a Marie Clotilde Franceline Aubert, con la que se casaría a los pocos meses en Francia. Regresaron a Chile de donde regresarían, en un larguísimo viaje en barco, a Saint-Mandé para que su quinta hija, Alice, naciera en territorio francés porque “uno de nuestros hijos debe ser francés”. El padre y la madre regresarían a Chile mientras que Alice debía quedarse con sus abuelos en Suiza hasta los cuatro años en que ya le permitieron viajar para reunirse con sus padres. Dos años más tarde Alice regresaría a Francia para estudiar en un colegio de monjas. Huérfana de padre aprendería mecanografía y estenografía para sostener a su madre.
En 1894 comenzaría a trabajar con Gaumont en la Comptoir général de la photographie como secretaria. Apenas unos años después la compañía entra en bancarrota pero de sus cenizas surge la L. Gaumont et compagnie, que se dedicaría a la apenas naciente empresa del cinematógrafo. Alice Guy decide acompañar a su anterior jefe en la empresa. Allí es donde conocería a los hermanos Lumiere, con los que, al contrario de lo que afirman algunas fuentes, nunca trabajó. Alice y su jefe están entre los espectadores que acuden el 22 de marzo de 1895 a la velada de los Lumiere. Ahí la joven tendría la revelación de que eso que estaba viendo habría de servir para algo más que la ciencia, la promoción o la venta de cámaras. Había nacido su vocación como directora de cine.
Alice le pidió a Gaumont, para la que seguía trabajando como secretaria, los datos para apoyar o no a El hada de los repollos como la primera película narrativa de la historia son complejos y dependen de demasiados factores como para que los historiadores del cine arriesguen. La fecha exacta de la película, el mes y el día, dependen de la fecha en la que Gaumont le diera “permiso” para experimentar. En lo que sí están de acuerdo todos los historiadores, especialmente su biógrafa Joan Simon, es en que fue su conocimiento de los idiomas y su “fértil imaginación” lo que le abrió las puertas de su carrera. Una carrera que comenzó con El hada de los repollos, que cuenta la historia de una mujer que hace crecer niños en las susodichas plantas, una cinta que, sea o no sea la primera película narrativa, no ha perdido nada de su encanto.
Durante diez años, de 1896 a 1906, Alice fue la directora de producción y fue en esos mismos años en los que desarrolló su peculiar estilo narrativo, aun compartiendo temas con los Lumiere y Melies. Y es en 1906 cuando se lanza a rodar una de las primeras superproducciones, La vida de Cristo con más de trescientos extras y en la que también resultó ser pionera por el uso del cromófono, un disco de audio vertical que se sincronizaba con la película. Otras de sus innovaciones son la doble exposición, una especie de cortina verde primitiva y proyectar en inversa una cinta.
En 1907, Alice se casó con Herbert Blaché que era el responsable de las operaciones de Gaumont en Estados Unidos y ambos fundaron el estudio más grande de dicho país en la era anterior a Hollywood, Solax Company, en el que, la leyenda cuenta, Guy hizo colocar un cartel de advertencia: “Sé natural”.
En 1913 escribió el apenas reeditado El papel de la mujer en la producción cinematográfica, que presentaba la primera denuncia pública de la, entonces todavía breve, historia del cine. En ese libro además, como señaló en su tiempo Riccioto Canudo, fue una de las primeras personas en señalar a la naciente tecnología como un medio de contar historias, un negocio con posibilidades de crecimiento exponencial y un medio de comunicación.
Alice regresó a Francia en 1922, el año del Ulises, de Las Elegías del Duino y de La Tierra Baldía. Ya no volvió a dirigir pero dedicó los siguientes 30 años a dar conferencias sobre cine y a escribir novelas basadas en guiones de películas estrenadas. En 1949 escribió una autobiografía en inglés que no se publicaría en su propia lengua hasta 1976. En 1953, a pesar del constante olvido, o peor, omisión deliberada, de su importancia en la historia del cine, el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor, su más alto galardón. Murió el 24 de marzo de 1968 y está enterrada en el cementerio de Marycrest y su lápida recuerda su papel como pionera en el cine al lado del logotipo de Solax.
A pesar de sus más de mil películas dirigidas, de las que apenas sobreviven unas 300, los historiadores del cine y sus compañeros y colegas de los primeros tiempos del nuevo arte borraron su rastro pasando sin mencionarla. Incansable, escribió cartas y más cartas a los historiadores del cine con correcciones y añadidos sobre su vida y su obra además de elaborar listas de las películas que había dirigido con el propósito principal de que se le concediera su papel como directora. Hasta hace apenas unos cuantos años logró encontrar su verdadero lugar, un lugar que le correspondería aunque sólo hubiese rodado la encantadoramente pionera El hada de los repollos.
