En abril de 1994 me encontraba unos días en la Ciudad de México para asistir al concierto que ahí ofreció el grupo inglés Pink Floyd con motivo del lanzamiento de su disco Division Bell, estaba con algunos buenos amigos, Enrique Alberto Campos Ceccopieri, músico, además de dedicarse también a los medios como conductor y productor de radio y televisión, con Pablo del Valle, productor y conductor del programa Dimensión Ótica en Radio Universidad. En fin, estábamos verdaderamente emocionados por el concierto cuando nos enteramos de la muerte de Kurt Cobain, líder, guitarrista y cantante de Nirvana, nos cayó como bomba la noticia, si bien es cierto que los tres compartimos el gusto por el rock, digamos que nuestra especialidad es el rock progresivo y admiramos y disfrutamos del grunge, pero sólo como una satélite de los elementos básicos del rock, digamos como un accesorio, al menos lo es para mí, no puedo hablar por mis amigos, pero conociéndolos, creo que comparten mi punto de vista.
El asunto es que a mi entender el grunge ha sido muy importante en el desarrollo del rock porque a partir del nacimiento de este movimiento, el rock ha recuperado su esencia, su verdadero espíritu, el rock, por naturaleza es áspero, rudo, agresivo, contestatario, contracultural y en algunos momentos reaccionario, cuestiona y no se somete a ningún interés a no ser al del estrictamente musical y artístico, sin embargo, durante los años 80 el rock se endulzó, se domesticó un poco, suavizó su sonido, los roqueros eran niños sonrientes y bien portados, nada que ver con la imagen desaliñada e irreverente de los Rolling Stones, con el lenguaje corporal de Mick Jagger o de Jim Morrison, nada que ver con la muy inteligente visión del rock de Frank Zappa y su punzante crítica, para Zappa la música es el medio ideal para exponer su inconformidad y su crítica a la sociedad de consumo, al establishment, incluso al mismo rock.
Pues el rock se encontraba en esta difícil situación en los años 80, cuando los músicos aparecían sonrientes en las portadas de sus discos, ya no eran los diseños de Roger Dean, portadas en las que iniciaba el trabajo artístico, ya no, en la octava década del siglo XX todo eran sonrisas y niños bien portados, eso sí, alguno de ellos excelentes músicos, muchos ya consagrados, pero relajados en su propuesta musical, en eso estaba el rock cuando abruptamente, quién sabe por obra de quién o de qué, aparece ese sonido áspero, rugoso, agresivo, intolerante a lo que debe no ser tolerado con grupos que casi todos surgen de la ciudad esmeralda, Seattle, Washington, el mismo lugar en que cuatro décadas antes había nacido Jimi Hendrix, de ahí son, no sólo Nirvana, también Alice and Chains, Pearl Jam, Soundgarden y todos esos que le devolvieron al rock su verdadera esencia.
Inobjetablemente uno de los grandes protagonistas de este movimiento que conocemos con el nombre de Grunge es Kurt Cobain, él fue uno de los grandes profetas, no sólo del grunge, sino de todo el rock hecho durante los 90.
La vida musical de Nirvana fue muy breve y sólo podemos contar un puñados de discos de esta agrupación, breve como también fue la vida musical de otros de los grandes iconos del rock que murieron jóvenes, como es el caso, por ejemplo, de Jim Morrison, cuya vida musical surge en 1966, su primer lanzamiento es en el 67 y muere en 1971, muy al estilo de los poetas simbolistas franceses de finales del siglo XIX, concretamente de Arthur Rimbaud, quien deja de escribir muy joven, pero su legado es suficiente para aspirar a la inmortalidad, más o menos así funcionan estos grandes cuya vida se acerca mucho al mito, su existencia, o al menos la narración de su existencia es un asunto que se cuenta de generación a generación, y como suele suceder en estos casos, esas narraciones se convierten en cuestiones épicas en donde se confunde la historia con la leyenda, la verdad con el mito, así fue la vida de Kurt Cobain, mucho de lo que se ha dicho de él tiene que ver con agregados culturales de quienes han contado esa historia, a estas alturas difícilmente sabemos distinguir la verdad del mito, pero qué le vamos a hacer, nos gusta el mito, nos fascina revestir a nuestros héroes de carne y hueso con un ligero manto de inmortalidad, y más aún con las casualidades que se dan, por ejemplo, Kurt Cobain pertenece a esa generación, a esa élite incomprendida de músicos muertos a los 27 años de edad, el famoso club de los 27, entre otros ahí están Brian Jones, Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix y por supuesto, Kurt Cobain, eso, sin duda ha ayudado a incrementar la fuerza del mito.
También su muerte misma ha engrandecido la tendencia del mitificar la vida de quienes admiramos o por lo menos reconocemos su trabajo en el arte, encontrar su cadáver en su casa en Seattle el 8 de abril, sabemos que murió el 5 de este mismo mes, encontrar un disco de R.E.M. puesto en el reproductor de discos compactos, el hilillo de sangre que salía de su oreja derecha, la ausencia de violencia en el cuerpo, todo eso reviste más el mito, ¿se suicidó?, ¿fue asesinado?, ¿qué sucedió realmente?, la reunión que organizó su esposa Courtney Love a finales del mes de marzo con algunos de los amigos más cercanos de Cobain, entre los que estaba Michael Stipe, cantante de R.E.M., una de las personas más cercanas al cantante de Nirvana para hablar de su depresión y problemas de adicción, todo eso engrandece el mito.
Aquí sólo deseo recordarlo, y compartir contigo mi sentir respecto al grunge, es la música que le devolvió al rock su fuerza, su esencia casi perdida. Descanse en paz Kurt Cobain.
