Niente e nessuno al mondo potrà fermarmi dal ragionare,
niente e nessuno al mondo potrà fermare, fermare,fermare,fermare,
quest’onda che va quest’onda che viene e che va.
Penso Positivo – Lorenzo Cherubini Jovanotti
Pocas cosas pueden ser más terribles que sufrir un ataque de tipo sexual. Añádanse a esta desgracia las siguientes agravantes contextuales: la violación la sufre una mujer; esta mujer es menor de edad; esta niña -por el ataque y, obviamente, sin su consentimiento- queda embarazada, afectada en una situación insostenible e impuesta, de la que es víctima. ¿Qué puede hacer el Estado para procurar la mejor de las condiciones en un escenario de infierno a este tipo particular de víctimas? Cuando menos asegurarles potestad de decisión sobre su salud sexual y reproductiva. Por ello es que desde hace años se han impulsado modificaciones a las normas de salud del Estado Mexicano para que las víctimas de violencia sexual no se vean orilladas a condiciones obligadas por una cultura misógina que les implica modificar por entero su vida. Este es el caso de la “NOM-046-SSA2-2005 Violencia familiar, sexual y contra las mujeres. Criterios para la prevención y atención”, que prevé la interrupción legal del embarazo cuando hay malformación del producto, cuando se pone en riesgo la vida de la madre, o cuando ocurre una violación.
En la propia norma impartida por el estado mexicano, se reconoce la situación de vulnerabilidad que impera en México con motivos de género y de edad, que a la letra afirma: “Si bien cualquier persona puede ser susceptible de sufrir agresiones por parte del otro, las estadísticas apuntan hacia niños, niñas y mujeres como sujetos que mayoritariamente viven situaciones de violencia familiar y sexual… en el caso de las mujeres, el trasfondo está en la inequidad y el abuso de poder en las relaciones de género. La violencia contra la mujer, tanto la familiar como la ejercida por extraños, está basada en el valor inferior que la cultura otorga al género femenino en relación con el masculino y la consecuente subordinación de la mujer al hombre”, su cumplimiento no deja margen a la inacción, ya que “Esta Norma Oficial Mexicana es de observancia obligatoria para las instituciones del Sistema Nacional de Salud, así como para los y las prestadoras de servicios de salud de los sectores público, social y privado que componen el Sistema Nacional de Salud. Su incumplimiento dará origen a sanción penal, civil o administrativa que corresponda, conforme a las disposiciones legales aplicables”. Aun así, se salvaguarda el derecho de la “objeción de conciencia” del personal médico, sin que esto venga a menoscabo del cumplimiento general de la norma.
Respecto a la solicitud de interrupción legal del embarazo por motivos de violación, la norma anterior hacía pasar a la víctima menor de edad por el tortuoso callejón burocrático de obtener autorización de los padres, y de un Ministerio Público o de un juez para poder acceder a la interrupción legal del embarazo, con lo que se tiende a la revictimización. Es por ello que el 25 de marzo hubo un paso adelante ya que entró en vigor una reforma para que las mujeres menores de edad puedan acceder a este derecho sin la autorización judicial, en las siguientes hipótesis: si la menor tiene menos de 12 años, necesita el respaldo de padres o tutores, pero si es mayor de 12 no, sólo con su declaración basta para acreditar la hipótesis. Con esto se da un paso adelante hacia la equidad de derechos sexuales y reproductivos, específicamente en el segmento poblacional de mujeres menores de edad que son víctimas de violencia sexual.
Pero no todo es miel sobre Korn Flakes, ya que –Sancho, con la yglesia hemos topao-, la sombra del medioevo vuelve a posarse sobre las conciencias. Concretamente, José María de la Torre Martín, el oscuro Chemita, obispo principesco de esos que denunció Jorge Mario Bergoglio, explotó contra del poder ejecutivo federal por haber publicado la modificación a la norma, justamente el día de la Encarnación, con un sonoro –Ay, ay, ay qué poca madre, de veras, el día de la Encarnación es cuando inició la ley-, en coro con la acción del legislativo local que, como se publicó el 8 de mayo en las páginas de este mismo diario en la nota de Juan Sergio Alba Carrillo, que informaba que “el Congreso del Estado por unanimidad decidió promover ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) un juicio de controversia constitucional en contra de la Norma Oficial Mexicana NOM-046” por la posibilidad de quitar la autorización judicial a la interrupción legal del embarazo en el caso de menores violadas.
No hay problema alguno con que los representantes religiosos expresen sus posturas, por abyectas que sean; ni que los diputados tengan una arcaica objeción de conciencia. No. El problema viene cuando se legisla desde el púlpito, cuando se imponen los criterios personalísimos y prejuiciosos de los legisladores sobre el interés republicano, laico, democrático y ético que la población demanda. Y esta legislatura se ha caracterizado por eso; recordemos que aún siguen “atoradas” las intenciones de armonizar la legislatura local respecto a las leyes constitucionales que imperan en la Federación para temas, por ejemplo, como la unión civil entre personas del mismo sexo. Temas que le dan el soponcio al obispo, y que los legisladores no han tenido las agallas para afrontar, no nos vaya a regañar Chemita. Por eso nuestra responsabilidad como sociedad es cuestionar, presionar, exigir que la laicidad, la ética, la república, y la democracia sean ley que impere. Por cierto, Martín Orozco Sandoval pretende la creación de una Secretaría de la Familia que, de ganar la gubernatura, suplantaría al DIF estatal. Hay que tener el ojo puesto en esta propuesta, conocer sus qué y sus cómo, porque posee todo el tufo de la perpetuación desde el estado del modelo de familia heteroparental de mami, papi, hijitos, perrito, y camionetón, que -aunque en sí mismo no es un modelo para nada negativo- no debería imponerse como exclusivo, en detrimento de los demás modelos de familia, ya que de lograrse una imposición así sería un importante retroceso para todas y todos. Aguascalientes está ya en el siglo XXI, y esto no lo va parar nadie; y a pesar de las túnicas púrpuras, de los oscuros birretes, esto no se detiene.
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