- El público observa sus presentaciones pero la mayoría se va sin cooperar
“Nosotros lo que traemos es pura cultura, pura tradición, del apoyo de la gente dependemos nosotros”, dijo Juan Morales Morales, uno de los voladores provenientes de Veracruz, quien a través de un “representante” hoy, como parte de los atractivos de la Feria Nacional de San Marcos (FNSM) se suspende a 30 metros de altura en un poste, para encarnar la centenaria danza aérea de origen totonaco.
Para el entrevistado, los locales “ignoran” tanto a él como a sus compañeros, pues pese a que en torno a cada una de sus presentaciones a las afueras del Templo de San Marcos se congrega un buen número de personas, éstas evitan cooperar, lo cual afecta la única entrada de dinero de un grupo que propaga dicha tradición por todo el país.
Al respecto, Morales refiere que desde los seis años de edad un niño comienza a ser preparado para convertirse en volador. Una vez perdido el miedo a separarse del piso, uno puede tirarse de espalda al viento, sostenido únicamente por una cuerda atada a la cintura, y girar junto con otros tres compañeros al compás de un tambor, hasta verse nueva mente en tierra firme.
Aunque desconoce el motivo, apunta que a diferencia de años anteriores la afluencia de dinero ha caído, tanto para su grupo como para el comercio en general.
“Ha estado un poco flojo, creo que para todos los vendedores, es lo que se escucha, que no han vendido muy bien”.




