La vigencia de nuestro presente es como el espiral sin fin de la evolución humana, es decir nunca se detendrá ni para bien ni para mal, asómese a la ventana, hoy es un buen día para sentirnos “in” dentro del sistema, agobiados por lo superfluo preocupados por conocer los marcadores de la liga mx, por saber el desenlace de la novela de las 9:00, por tener el último chisme de la farándula.
Y cuando parece que comenzamos a despertar con manifestaciones sociales casi espontáneas como la marcha del 15 de septiembre previo a la ceremonia oficial del “grito” en el zócalo capitalino, donde alrededor de cinco mil personas solicitaron a los cuatro vientos la renuncia de Quique, justo en ese instante caemos en cuenta que esa multitud aún es minoría y no se replica en el resto de la República. Era obligado el análisis post marcha cuando las aguas regresan a su cauce y nosotros volvemos a decir, “no sirvió de nada, las cosas no van a cambiar, para qué tanto arguende si al final ni lo van a correr ni va a renunciar”. El hecho está consumado, se dejó ver ligeramente el músculo de un pueblo oprimido a lo largo de la historia, fastidiados de ser relegados, se pudo observar cómo un pequeñísimo sector de la sociedad quiso hacer algo para presionar, y aunque ese grito haya sido sordo por lo menos el intento queda como evidencia.
Bien, genial, pensemos que asistieron esos cinco mil o más, pero la democracia de una nación no la detonan fenómenos inconclusos como ese. Lo pudimos ver exclusivamente en redes sociales y uno que otro medio atrevido, pudimos aplaudir el hecho o repudiarlo totalmente, la postura individual importa, el análisis se debiera centrar en preguntarnos qué pasaría si lográramos que Quique renuncie.
Hipotéticamente, la presión social “funcionó” y el presidente se va dentro de dos meses, ¿y luego, qué sigue? Se convocan a elecciones extraordinarias, toma las riendas de manera interina Miguel Ángel, se crea una comisión para la transición hacia la democracia y el buen gobierno, los panistas y los perredistas se comportarán como buitres alrededor de la silla presidencial, Andrés Manuel sentirá que la nación le debe una y será el momento de cobrarla, Jaime Rodríguez dejará su entidad para tomar las riendas del acéfalo país, los independientes de todos los rincones de la nación levantarán la mano incluyendo a Pedro Ferriz de Con, quien por cierto se le vio muy activo en la marcha que se menciona, o cómo, ya no tenemos presidente y ahora qué.
El siniestro destino vigente nos encauza hacia la manipulación de la sociedad; si la cúpula del poder considera que ésta demanda se puede convertir en la válvula que baje la presión a esta olla exprés que está a punto de explotar, no dude que lo harían; saquemos del barco a Quique, busquemos a alguien de nuestras confianzas, alguien que pueda seguir operando como hasta ahora lo hemos hecho y continuemos con el control absoluto de todo; esa pudiera ser su premisa, no es descabellada, y así garantizarían el suministro de pan y circo.
Imaginemos, ya no está Quique; ante los ojos del mundo seremos un país democrático y muy civilizado, en su lugar Miguel Ángel, ¿y realmente cambiarían las cosas para nosotros, bajaría el dólar, la economía se estabilizaría, se erradicaría el crimen organizado, los conflictos con el magisterio terminarían, las reformas estructurales serían revisadas y aterrizadas, se pondría en su lugar a los líderes sindicales, el nivel educativo subiría, la tasa de desempleo disminuiría, usaríamos menos Facebook, se acabarían los medios informativos vendidos y tendenciosos, sería prioridad la cultura y el arte, se acabarían las muertas de Juárez, ya no habría represalias para los periodistas y reporteros, Veracruz y Guerrero volverían a ser las entidades turísticas y pacíficas del golfo y el pacífico, tendríamos un destino diferente?
Es difícil creer que así será, y no por el actuar de las autoridades y líderes sino por nosotros mismos. Antes de pedir que Quique se mude de Los Pinos, nosotros tenemos que prepararnos para el cambio, somos mexicanos y como mexicanos pensamos, nos es difícil erradicar la corrupción y la prepotencia de nuestra personalidad, es cuestión de disciplina y orden, le pongo unos ejemplos; el regidor que levanta la voz y amenaza con llegar a los golpes por la no acreditación de un examen de su hijo, ni siquiera como ciudadano “común y corriente” es aceptable amenazar, menos valerse de la autoridad efímera de un cargo público, ¿Quién cambia primero? Otro ejemplo, el joven estudiante que no atiende la clase y que busca pretextos para no estar en el aula, las excusas más elaboradas ¿Quién cambia primero? El ciudadano que con algo de “suerte” alcanza una diputación y entonces lo escuchas decir que él roba porque todos sus compañeros lo hacer y además no sabe cuándo vuelva a tener las arcas abiertas para despacharse con la cuchara grande ¿Quién cambia primero? La madre de familia que busca que su hijo no se esfuerce de más pero que le den todo lo que ella piensa se merece ¿Quién cambia primero? El conductor y el oficial de tránsito que establecen un trato para llegar a un acuerdo y agilizar el trámite cuando no es claro el motivo de la infracción ¿Quién cambia primero?
Cambie su siniestro destino vigente antes de pensar en destituir al presidente, primero TODOS nosotros como sociedad, que no falte nadie en el cambio de “chip” y después, ya que estemos organizados y vacunados de corrupción, prepotencia, ignorancia y con los valores cívicos como bandera, hasta entonces, no hagamos marchas, redactemos un documento donde dejemos claro cuáles son las propuestas de nación que nos permitan ser libres.
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