Martín Mauricio Ortega, la historia es como para hacer una película con final no feliz para los mexicanos, y no exagero, estimado lector, como están las cosas con los intolerantes vecinos del norte no es para menos. Final feliz para el patriota mayor, Brady que siguió al pie de la letra el guión del histórico regreso, del quinto cuarto por primera vez en un Súper Tazón, del encuentro perdido antes del espectáculo de Lady Gaga y después, la gloria.
Lo comenté con anterioridad, es tiempo de patriotas, de demostrar la solidaridad a un presidente salido de una novela de Jorge Ibargüengoitia, o de Miguel Ángel Asturias, un mandatario tirano casi como dictador latinoamericano, y tanto que se queja de los que vivimos del otro lado del Río Bravo. En fin, el chiste es que hasta Calderón pidió cárcel para Ortega por andar robándose cosas de los vestidores de los equipos de futbol americano profesional.
No se trata de entrarle al amarillismo o a la post verdad, sino conferirle el peso que merece la noticia. Contextualicemos; estamos viviendo tiempos diplomáticos distintos a los que se habían podido experimentar en los últimos 20 años, es verdad que la relación con el país vecino del norte siempre ha sido disímil, nunca nos han tratado con respeto y la dignidad mexicana muchas veces se ha visto pisoteada; hoy por hoy, con Trump en la Casa Blanca las cosas se tornaron más agresivas y desiguales, sin tocarse el corazón, unos dirán ¿por qué habría de hacerlo? este hombre arremete contra todo lo que sea o parezca mexicano, del estereotipo que nos heredaron las películas de la llamada época de oro del cine nacional, desde el teporocho, es decir el borracho, el charro cantor, macho, mujeriego, parrandero y vividor, hasta el pachuco trácala y la mujer sumisa, abnegada, la madrecita que vela por todos sus trece hijos porque el padre desobligado la abandonó por otra; ésos somos nosotros para el empresario convertido en presidente, se imagina, querido lector, sí con esos ojos nos ve, qué podemos esperar.
Entonces, de pronto un mexicano desconocido hasta la semana pasada, salta a la fama por haberse robado nada más y nada menos que el Jersey de Tom Brady en el pasado Súper Tazón, y lo peor de todo, del mismísimo vestidor de los Patriotas de Nueva Inglaterra, atropella a un perro y entonces eres un mata perros, para Trump es así, nosotros, lo de la raza de bronce somos delincuentes, todos, qué le digo, Martín Mauricio Ortega lo hizo patente.
Qué repercusiones tiene la tontería de Ortega (por decirlo decentemente). Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, periodista especializado en deportes y por lo que se puede ver, aficionado a la NFL; hasta el 14 de marzo director editorial de La Prensa.
Habrá un antes de Ortega y un después de Ortega con relación a la acreditación de los reporteros y periodistas mexicanos en eventos deportivos y espectáculos de la talla de un Súper Bowl, Martín Mauricio, casi cerraste la puerta sino es que la cerraste para los colegas, seguramente se tomarán medidas drásticas para acreditar accesos.
Pero eso no es todo, querido lector, espere los comentarios xenofóbicos de la Casa Blanca, la conducta de Ortega definitivamente pone una piedra más en el camino de la extinta relación diplomática con los vecinos del norte, estamos en el momento de que cualquier cosa puede ser usada en nuestra contra.
Escándalo internacional, sin duda, el jersey de Brady en México, el FBI investiga, un reportero lo hurtó, el director de La Prensa es el responsable, la prenda valuada en 500 mil dólares fue encontrada en la casa de Martín Mauricio Ortega en una zona de clase alta en el Estado de México, además del artículo robado el 5 de febrero, también se encontró otro jersey del mismo mariscal de campo del Súper Bowl de 2015 y más memorabilia del deporte de las tacleadas.
Sin duda alguna es un hecho que como connacionales irrita, despierta el coraje y la tristeza a la vez, no estamos bien parados frente a la administración Trump. No se había presentado un escándalo mediático como este, que les permitiera decir a los gringos la frase “se los dije”, Ortega no robó un jersey, avivó la llama del desprestigio de todos nosotros y de pronto todos somos mataperros.
Qué onda contigo, Mauricito, te ganó la avaricia como a los políticos mexicanos, te las ingeniaste para entrar como buen mexicano, te sentiste más listo que los elementos de seguridad de la NFL y del mismo FBI, creíste que tu astucia era motivo para aplaudirte. Robaste, Mauricio, te llevaste una parte de todos nosotros, los ojos del mundo nos vuelven a ver, qué no escuchas los comentarios, “Qué crees, ya encontraron el jersey de Tom Brady, y lo peor de todo, lo tenía un mexicano” sí, claro, pero no cualquier mexicano, una persona formada en la UNAM en las ciencias de la comunicación, responsable de la dirección editorial de uno de los diarios deportivos más famosos de México.
Te pasaste, ni porque te metan al bote queda saldada la cuenta, le pusiste un clavo más al ataúd mexicano de la credibilidad, la honradez y la dignidad.
Ya lo dijo Chava Flores, “A qué le tiras cuando sueñas, mexicano”.
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