Cómo saber, estimado lector, que va por buen camino, qué hace usted para conocer si las cosas marchan como las planeó. Al inicio pensamos en estudiar, hacer una licenciatura que nos dará de comer el resto de nuestras vidas, estudiar inglés, informática por aquello de las necesidades de la aldea global, un posgrado, comprometer la vida con una ella o con un él, tener descendencia, comprar una casa, un coche o dos, viajar, hacerse de una mascota y… vivir.
Qué hace usted para calificar el avance de todo esto, de su vida ¿elabora un balance cada cien días? Quién lo evalúa, su familia, los vecinos, los amigos, sus jefes, su economía, su salud, su felicidad, cómo funciona.
Me despertó el sol de la mañana acompañado de la duda de saber por qué a los gobiernos se les hace una primera evaluación, entre comillas, a los cien días de trabajo. Realmente es una evaluación o un reporte de actividades, quién califica el actuar de las administraciones, existe algún órgano auditor o es la pura opinión pública, los medios de información y comunicación, los líderes de opinión, usted, yo, quién mide, quién dice que las cosas van bien o no.
El contexto es el cambio de administración y aunque aquí en la Isla de la gente buena la transición no fue entre partidos diferentes, se pudiera pensar en la continuidad del “exitoso” modelo azul que replicó Toño y que desde el ingeniero Alfredo se implementa, eso hace suponer que entonces Teresa la tiene facilita.
Según los expertos en política y mercadotecnia, en los primeros cien días se genera un alto grado de efervescencia social, detonando lo que llaman la “luna de miel”; recuerde a Vicente Fox y hasta Luis Armando por estas latitudes. Mientras el idilio se encuentra en su apogeo y la sociedad está cegada por la expectativa del cambio, en el interior de partido en el poder se genera una movilización y reacomodo de las clases dirigentes en torno al nuevo rol que jugarán miembros que establecieron las fórmulas y los equipos que llevaron al candidato o la candidata a los cuernos de la luna; desde expertos hasta oportunistas que hicieron talacha ruda y son premiados con puestos que van desde los bajos perfiles hasta secretarios particulares del secretario particular.
Se cocina el discurso político, el que se evaluará en los primeros cien días, el que debe dar respuesta a los problemas no resueltos por la administración anterior, generando nuevas expectativas y enviando señales claras a todos los sectores de la sociedad de previsibilidad y coherencia, dando como resultado el Plan de Desarrollo.
Debe existir una construcción discursiva del liderazgo, en este caso de Teresa Jiménez y su capacidad de gestión en función de un objetivo político partidista, es decir, lo que los azules prometieron en campaña a través de su candidata, ahora reina de la isla. Desafortunadamente, después de los cien días esa construcción discursiva del liderazgo no está presente, usted le cree a alguien que llega tarde a todos los eventos, mire, así de fácil, los empresarios, dueños de su tiempo saben y aplican que el factor tiempo se traduce en dinero y lo respetan, saben que la mejor inversión es aprovechar el día y no esperar, cuando bien les va media hora revisando las redes sin ningún beneficio económico o social.
El análisis de los primeros cien días de un gobierno desde la concepción discursiva del liderazgo deben asociarse las condiciones sociales de producción que dejan ver las discrepancias ideológicas en las llamadas estructuras democráticas, escasas en nuestro entorno y que permiten la inclusión y el desarrollo armónico de todos los gobernados.
Según Verón, un enunciador político significa reconocer una modelización abstracta, para asociar los argumentos de las operaciones discursivas, a la construcción de la imagen de quien habla. Ello también implica admitir que existe un adversario, un enemigo al cual se enfrenta y con quien compite a través de la persuasión con el fin de convencer. En el caso del discurso inaugural de transición se observa una fuerte presencia del llamado modelo de la llegada (Verón, Eliseo 1998, Mediatización de lo político. Estrategias, actores y construcción de colectivos. Barcelona. Gedisa)
Cuál es la imagen de Teresa, existe congruencia con la construcción discursiva de liderazgo, es un actor político que emana del partido azul, ¿Llega de afuera y promete un destino mejor para los habitantes del escaparate que catapulta a la gubernatura? La postura de observar todo el panorama desde la barrera antes de proceder a tomar decisiones y ofrecer soluciones inmediatas es vender el modelo de la presencia, el dejar en el aire la duda o la esperanza de que todo cambiará, de ahí la frase con que cerró su intervención, “Y lo mejor, está por venir”.
El Plan Municipal de Desarrollo 2017-2019 como herramienta discursiva de liderazgo queda relegado a un resumen mal interpretado por quien lo encabeza y una compleja estrategia que difícilmente se podrá concretar en 36 meses, lo cual me sigue haciendo pensar que la mira está puesta en el escaparate para seguir los pasos de Martín, de Luis Armando y de Felipe.
Cien días como promesa comunicativa, el cambio institucional de lo que se hará y se dejará de hacer, de ahí el origen del PMD, por escrito para que las palabras no se las lleve el viento, pero y luego, aun y con sendo documento sigue habiendo una promesa sin bases.
Si el espectáculo mediático de esa tarde en el ring, como diría Aldán, fue endeble, la propuesta política se quedó en el escritorio de alguien.
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