Margarita Zavala (o para los misóginos, “la esposa de Calderón”), ha tomado la decisión de abandonar las filas del Partido Acción Nacional.
Este hecho genera un cambio de condiciones evidente y reconocible en el camino a la Elección Presidencial de 2018. Margarita Zavala deja el PAN mucho antes de los tiempos previstos en la norma para la designación y registro de candidato o candidata del Frente Ciudadano por México, puesto que considera que no se han dado condiciones equitativas para los distintos perfiles que aspiran a la candidatura presidencial de dicha coalición electoral.
Dejando de lado la especulación, ¿Qué significa Margarita Zavala para el PAN?
Margarita fue durante el sexenio de 2006 a 2012, Primera Dama de México. Anteriormente fue diputada federal (2003 a 2006) y diputada local en la Asamblea Legislativa del entonces D.F. (1994 a 1997), ambas como plurinominal. Es todo.
Al día de hoy, Margarita Zavala no ha contendido nunca en su vida por un cargo de elección popular, no ha realizado actividades públicas adicionales a la del papel (que vivió sin pena ni gloria) de Primera Dama de México durante los últimos años. Recién hace dos años y a la fecha ha realizado recorridos por todos los estados de la República realizando eventos llenados por los calderonistas para genera una estructura que pudiera servirle en una eventual elección interna. Fuera de eso, actividad pública en la vida de Margarita no hay.
Lo que hay, en contraste, es actividad política. De esa hay mucha, muchísima y de muy mala espina.
Margarita es calderonista. Esto no es misoginia, ojo, es solo un adjetivo relativo al grupo político al que pertenece. Naturalmente, ella pertenece al grupo de su esposo que se encuentra cada vez más desdibujado en la vida interna de Acción Nacional.
En ese grupo se advierten personajes como Javier Lozano, exsenador de la República y exsecretario de Trabajo y Previsión Social del sexenio de Felipe Calderón y eterno suspirante de la gubernatura del estado de Puebla a quien el lector recordará por el escándalo de corrupción de Zhenli Ye Gon (el famoso coopelas o cuellos), el ordinario que agrede físicamente a alcaldes o que cuenta con diversas investigaciones por tráfico de influencias.
Ahí está Ernesto Cordero también. El mismo que perdió la contienda interna por la dirigencia nacional del PAN contra Gustavo Madero, el mismo que recientemente, con el apoyo del PRI y los calderonistas fui impuesto como presidente de la mesa directiva del Senado de la República, traicionando a su partido. El llamado por muchos priista de closet.
En el caso de Margarita Zavala hay que ver el contexto y no solo la persona. Queda claro que para Zavala, por encima del país, se encuentran su vanidad y sus intereses. Su salida y registro como eventual candidata independiente a la presidencia, han generado especulación y presagios de catástrofe. Olvidan que hablamos de una persona que nunca ha competido en una elección y que pertenece a un grupo que representa una minoría en su partido.
Margarita Zavala, sin ánimo de ofender, es como el Lana del Rey de la política: aburridísima y súper sobrevalorada. El tiempo le hará entender con un duro golpe que no se puede tratar de ser independiente siendo un personaje recién salido de un partido, que no se puede ser independiente si en lugar de deberte a las personas o a una causa te debes a intereses creados o a un partido, al PRI (sí, ahí dice PRI) en este caso.
La soberbia, el ego inflado, la vanidad, la falsa autosuficiencia le hacen creer a Margarita que sin Anaya y sin ayuda de nadie puede convertirse en presidenta. Que malas tretas nos juega el ego cuando jugamos al “yo puedo sólo, estoy bien sólo, estoy mejor sin ti”. Cuanta carencia de humildad y de voluntad política. Qué poco valor se le dan a los años, 33 años.
Margarita eligió la soberbia. Que pronto se dará cuenta de que el Frente no necesita a Margarita, Margarita necesitaba al Frente. La carrera presidencial sigue siendo entre dos: El Frente Ciudadano por México y Andrés Manuel López Obrador. Esté atento.




