Carlos Reyes Sahagún
Cronista del municipio de Aguascalientes
Hace ocho días se publicó en este diario una nota de Carlos Olvera Zurita en la que constaban unas declaraciones del director del Centro INAH, Héctor Castanedo Quirarte, en el sentido de que Aguascalientes no aprovechaba su condición de Patrimonio de la Humanidad.
Ciertamente, el estado no cuenta con un patrimonio al estilo de otras entidades; no hay aquí pirámides como las de Teotihuacan, castillos como el de Chapultepec; fuertes como el de San Juan de Ulúa, en Veracruz, etcétera, pero hay edificaciones que merecerían nuestra atención y cuidado. Aparte de su diseño y belleza, mucha o poca, son testigos de otro tiempo; realizaciones de otras generaciones de aguascalentenses y esto tendría que bastar y sobrar para merecer nuestro respeto.
Por desgracia en esta, como en otras dimensiones de la vida social, Aguascalientes continúa siendo una ciudad estado, en la que en materia de patrimonio, si se atiende algo, será en la capital; lo que está a la mano; lo que está más a la vista; lo que se puede reclamar a través de un medio de comunicación; una denuncia.
Entonces, edificaciones como esta, que se ubican fuera de los circuitos de interés de la sociedad y de las autoridades, por esto mismo están condenadas a muerte; a que acaben con ellas el tiempo, los soles y las lluvias y, desde luego, el maltrato y el olvido.
La imagen corresponde a la llamada Casa Grande de la Hacienda de La Punta, en el municipio de Cosío.
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