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viernes, diciembre 5, 2025

El mezquite reclama su tierra

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Colegio de Biólogos del Estado de Aguascalientes, AC

 

El discurso oficial de sociedad y gobierno, en el rubro de medio ambiente es: debemos cuidar y proteger nuestros recursos naturales así como la biodiversidad. No obstante la realidad es otra: se habla mucho y se hace poco. Incluso, se podría decir que, más allá de hacerse poco, se destruye mucho.

Muestra de ello lo padecemos a diario en nuestra ciudad: maquinaria que pasa como cuchillo en mantequilla sobre los mezquites, a pesar de ser una de la madera más duras; autorizaciones de cambios de uso de suelo otorgados a empresarios venidos de otras entidades que hacen desmontes clandestinos, provocando erosión de suelos; sin embargo, para expiar su culpa, introducen plantas y árboles exóticos “para que se vea bonito”, generando con ello daño a las especies de la región.

Nos siguen cambiando oro por espejos y todo por pensar que si no los aceptamos estamos fuera del “progreso y desarrollo”, sin darnos cuenta que esa es una frase que se empleó en el siglo XVI. ¿Así de atrasados andamos en Aguascalientes? En toda la ciudad e incluso en las orillas de ésta, vemos una clara invasión de árboles que llegaron con programas costosísimos de reforestación, pero que no los recordamos con agrado, al menos no en nuestra ciudad. ¿Por qué? Porque los pirules, eucaliptos, jacarandas que están por doquier, sin olvidar las palmeras playeras colocadas en los sitios más secos de nuestro seco Aguascalientes, antes que generar un servicio ambiental benéfico, generan daños, ya que son árboles que requieren de mucha agua, lo cual no es malo en sí mismo, sino que el mal está en haberlos traído a un sitio nada acorde con su propia naturaleza y dañinos para la naturaleza propia de los sitios donde fueron plantados, sólo porque son árboles de rápido crecimiento, pero a un costo de desgaste de suelo y ambiental enorme. Esos programas de reforestación ¡NO FUNCIONAN!, no obstante se replican sexenio tras sexenio y hasta se enaltecen con espacios propios para ello. ¿No me creen? Les daré un ejemplo.

En nuestra entidad se siente orgullo y hasta se alardea por haber sembrado, incluso en la mismísima exedra, jacarandas provenientes del sur del continente Americano por su belleza floral, que son lindas e inspiradoras sin duda, pero que dista mucho de ofrecer SERVICIOS AMBIENTALES que la tierra de la “gente buena” necesita; no obstante, estas plantas se han inmortalizado en un monumento llamado el “patio de las jacarandas” que realizó en su honor el artista Jan Hendrix, que cabe decir es tan extranjero como las jacarandas mismas y yo creo no le pagaron bien, porque haciendo un comparativo con otras de sus obras, quedó a deber. Así pues, la jacaranda, de tanto sembrar y sembrar, “parece un árbol ícono de Aguascalientes”, completando con ello el círculo de ignorancia entre quienes les dieron cabida y quienes las enaltecen pisoteando el honor del mezquite y del huizache. Ahora nuestra imagen hacia el mundo es la de una catedral de Aguascalientes con árboles exóticos y hasta un patio en su honor. No un mezquite o un huizache, podría ser hasta un nopal, pero ¡NO! Una planta extranjera exótica, una jacaranda. Mayor muestra de nuestro malinchismo local veo difícil de encontrar.

Afortunadamente existen todavía Mezquites de gran talla en algunas partes de la ciudad, mismos que deberíamos nombrar como patrimonio inamovible y ofrecerles la calidad de vida que se merecen, ya que ellos, con el solo hecho de existir, proveen néctar para las abejas y otros organismos, sus hojas se reportan como medicinales al hacerse en infusión y limpiar los ojos con unas cuantas gotas; con el fruto de la vaina podemos hacer harina para repostería, mermeladas, vino atoles y varios platillos más que ni te imaginas, estimado lector; además dan sombra y belleza al paisaje con un verde muy mexicano que da identidad al estado árido que habitamos. Como buena leguminosa fija nitrógeno al suelo y produce resina que puede tener varios usos. Por otra parte, sus raíces pueden penetrar más de 40 metros, lo que genera una fresca humedad; también son refugio de varias especies de invertebrados y vertebrados, su floración es espectacular y sus vainas dulces.

Don Marcos, mi difunto padre, solía llevarnos a las orillas del entonces poco “desarrollado” Aguascalientes, localizaba el mezquite con la copa más ancha que diera la mejor sombra y que tuviera ramas resistentes para hacer un columpio. Ya bajo su sombra recogíamos las vainas de los alrededores y mis hermanos, mi madre y yo disfrutábamos del dulce fruto. Ya en confianza les cuento que no fuimos nunca ricos, más bien éramos pobres, así que al llegar la Navidad, ese mismo hombre nos llevaba al campo a buscar la mejor rama seca que recogíamos del suelo y al regresar a casa, la poníamos en un bote mediano de arena y juntos la pintábamos con cal y la adornábamos con dulces o bombones, una serie pequeña y un poco de pelo de ángel. Ese era “nuestro árbol” navideño. No había para pino navideño ni esferas; no obstante, nos sentíamos ricos y felices.

Mis padres también nos ofrecían otro tipo de esparcimiento: salir a buscar nopales. Salíamos como familia a buscar nopales tiernos que mi madre pelaba como una mejor experta sin espinarse ni una sola vez, luego tomaba la penca con una mano y con la otra mano sostenía el cuchillo con el que los hacía tiritas dejándolos listos para cocer, con poca agua o en su misma baba. Para acompañarlos en la comida se hacían frijoles de la olla y una sopita de fideo, un pico de gallo (cebolla, jitomate y chile serrano) y un chile hecho en molcajete.

Te invito a que no desplaces a tus coterráneos a aquellos que dieron sombra a tus bisabuelas, abuelos a tus padres y que quizás tus hijos puedan conocer, te invito a darle valor a lo nuestro, el mezquite, huizache, palo bobo, laurel, encino, pino, entre otros son árboles y arbustos que merecen continuar aquí en su terruño.

Los recursos naturales de Aguascalientes han sido un pastel que se han repartido a rebanadas los extranjeros, los gobernantes, los desarrolladores y algunos empresarios, por ambición y poder. Pobre Aguascalientes, tan pequeño y tan fraccionado, ambientalmente rico en sus habitantes no humanos (flor y fauna), pero pobre debido a la ignorancia ecológica de la gente que le habita. Es tiempo de cambiar, de proteger y recuperar nuestros valiosos bienes naturales. No dejemos que nos roben lo que aún nos queda. Cuidemos nuestra madre tierra aguascalentense original y a todos sus habitantes, humanos y no humanos (flora y fauna).

 

colegiodebiologosags@gmail.com

 

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