Por Margaux Priou
Franja de Gaza. Viernes 30 de marzo, 6 de abril, 13 de abril y 20 de abril 2018.
Se suponía que iba a ser una marcha pacífica.
Estos días, miles de palestinos se reunieron para la “Marcha del Retorno”, una manifestación pacífica, para reclamar el regreso a sus tierras y pedir el final del bloqueo de Israel sobre la Franja de Gaza. Esta marcha se acabará el 15 de mayo, día de la Nakba -la gran Catástrofe- que corresponde al éxodo de miles de palestinos, que tuvieron que huir o abandonar sus tierras en 1948, durante la creación del Estado de Israel.
La Franja de Gaza es una extensión de tierra bordeada por el mar mediterráneo al Oeste, por Egipto al Sur y en el resto de sus límites por una barrera de seguridad, erigida por el Estado Hebreo. Siguiendo la toma de poder de Hamas en Gaza, Israel ejerce desde 2007 un bloqueo aéreo, marítimo y terrestre sobre la Franja. En esta prisión a cielo abierto, 1,3 millones -sobre los 2 millones de habitantes de la Franja- son refugiados. El bloqueo de Israel, junto con el de Egipto en vigor desde el año 2013, alteraron en gran medida a la economía local, dejando a los habitantes de la Franja dependientes de la ayuda humanitaria.
Hamas tiene un gran lugar en las justificaciones y excusas que emplea Israel en cuanto a las acciones que toma. Considerado como un grupo terrorista por Israel, es famoso por utilizar la violencia en contra de dicho estado, que sigue sometiendo a los 2 millones de habitantes al bloqueo con el objetivo de acabar con el grupo islamista.
La marcha, planeada desde el mes de enero -cuando tuvo lugar una reunión entre varias ONGs, y representantes de las diferentes facciones, y en la que Hamas tuvo un solo representante- preocupó a Israel desde el principio. El Estado Hebreo se empleó a dramatizar el evento, informando que miles de palestinos iban a marchar hacia la “frontera” e intentar cruzarla, y acusando a Hamas de estar detrás de toda la organización, pagando a jóvenes para acercarse a la barrera y someterse a los ataques de los soldados. Con esta propaganda, Israel tenía el terreno libre para organizar una respuesta de seguridad máxima: drones para soltar gas lacrimógeno, y unos cien francotiradores desplegados a lo largo de la barrera de seguridad. Con esta propaganda puesta en marcha, Israel avisó que toda actividad en la zona militar establecida alrededor de Gaza por el Estado mismo necesitaba su autorización, y que todo intento de intrusión en el territorio llevaría a disparos por parte del ejército.
Y lo que dijo, hizo. Tres semanas después de la primera manifestación, la cuenta de los muertos no para de subir cada viernes, día en que se realizan las protestas. El Tsahal, las fuerzas de defensa de Israel, disparó desde el primer día de la manifestación a balas reales a los manifestantes palestinos. El ejército israelí informó que los tiradores tenían la orden de dispararle a los manifestantes en caso de que estuvieran armados, amenazaran la vida de los soldados, intentaran infiltrarse en el “territorio israelí” o atacaran la barrera de seguridad. Así justificó el Tsahal los disparos con balas reales. Tenemos entonces, de un lado, piedras y cócteles molotov, y del otro, francotiradores detrás de una barrera de seguridad. Mientras los palestinos mueren, los soldados israelíes no sufrieron ninguna pérdida. Y mientras los palestinos mueren, Israel lo justifica diciendo que la mayoría de ellos eran terroristas de Hamas -cosa que les cuesta probar. Y mientras los palestinos mueren, Benjamin Netanyahu felicita sus soldados.
Con esta marcha, la gente de la Franja de Gaza esperaba retomar una forma de oposición a Israel, una forma más popular, una iniciativa civil y más pacífica, a la cual Israel tendría más dificultades para responder y gestionar, dado que la marcha no incluía armas ni violencia. También esperaba poner su situación delante los ojos del mundo, marchando de manera pacífica para reclamar el retorno de los palestinos que fueron desplazados durante el conflicto que siguió la creación del Estado de Israel en 1948. Tal vez no esperaban hacer una vuelta tan fuerte y violenta en la escena de las noticias mundiales.
A un mes del aniversario de los 50 años de la creación del Estado de Israel, nada parece haber cambiado, el Estado Hebreo ejercitando su poder militar y económico sobre los palestinos, particularmente los de la Franja de Gaza, sometidos al doble embargo de Egipto e Israel. Sigue violando el derecho internacional, disparando a balas reales a los manifestantes, y rechazando cualquier investigación, la última pedida por la Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea.




