Durante 10 días, miles de personas se sumaron a los festejos de la centenaria Catrina en el XVIII Festival de Calaveras, disfrutando de un pan de muerto, una calaverita de azúcar, una carita pintada y desfiles colmados de familias y niños; la Isla San Marcos se vistió de luces, color, música, teatro y diversión, prolongando el festejo por días y horas. El jolgorio culminó ayer con fantástica pirotecnia y características leyendas en voz de Lalo Gómez y la Comparsa de la Catrina del Instituto Cultural de Aguascalientes.
Fotos: Roberto Guerra
Carros alegóricos, danzantes, variedad de comida y bebidas, juegos mecánicos, espantos, altares, artesanías y muchas otras cosas más fueron el deleite de la población aguascalentense que a pesar del frío, sol, lluvia, tráfico, absolutamente nada impidió que el Festival tuviera una asistencia impresionante.
Hace 18 años se realizó un análisis, con el entonces gobernador Otto Granados y Carlos Lozano como secretario de Desarrollo Económico, sobre la necesidad de una segunda feria para la entidad, ya que la población aguascalentense estaba acostumbrada (la Feria de la Uva se disolvió en el tiempo), encontrando en la tradición mexicana del Día de Muertos el tema perfecto para convocar a toda la población. Así se creó dicho festival, el cual se ha fortalecido como patrimonio nacional y ha dominado al vecino Halloween. De esta forma, se ha consolidado como el ferial más grande e importante de la muerte en México.
La inversión puede llegar a ser alta, sin embargo el beneficio social es mucho más grande que todo el dinero invertido… o, como quien dice: ¿a quién le dan pan que llore?, si a todos los mexicanos nos motiva la fiesta.
Itzel Acero








