- Sectores que se ven marginados ven en esta actividad una oportunidad
- El Estado ha sustituido por instituciones cuyo origen y sustento es la venta y producción de drogas
En la mesa Reacciones sociales ante la guerra contra las drogas, el investigador Gustavo Duncan abordó en su ponencia “La división del trabajo en el narcotráfico: mercancía, capital y geografía del estado” cómo en aquellos lugares en los que el Estado tiene menos dominio, la delincuencia organizada ha podido penetrar con mayor facilidad a las sociedades e incluso hacerlas parte de su actividad a través de una relación económica y de poder.

Expresó que “el narcotráfico se convierte en una oportunidad para que algunos sectores de la sociedad accedan al poder que de otra manera no podrían alcanzar”, sobre todo en lo que es conocido como las “periferias” de las comunidades modernas.
Ahí, abundó, es donde el Estado ha sido incluso sustituido por instituciones cuyo origen y sustento es la actividad ilícita de la venta y producción de drogas. Lo que también ha generado luchas que devienen en violencia.
Así la violencia crece en dos sentidos que tienden a chocar cuando no se genera un tipo de “alineación de las demandas de las instituciones alternas al Estado y éste”, puesto que “el Estado regula más donde no puede imponerse y reprime más. La competencia es por tratar de imponerse”.
También abordó el tema de las relaciones entre el narcotráfico y los actores políticos. Comentó que: “el narcotráfico es una oportunidad para ciertos políticos para acceder al poder. Muchos políticos provincianos hubieran sido insignificantes; el narcotráfico es, también, una oportunidad de empoderamiento para los actores políticos”
Esto puesto que “el narcotráfico cambia las relaciones sociales, las demandas sociales, y para cualquier actor que pueda proveer estas demandas sociales el narcotráfico se vuelve una oportunidad de crecimiento en su carrera”.
En este sentido también comentó que “es difícil hablar de la colombianización de México y mexicanización de Colombia porque los procesos políticos son diferentes. En México es claro que viniendo de un sistema autoritario a una transición, este último proceso dio espacio para que actores violentos locales pudieran adquirir un poder muy superior respecto al de la clase política”.




