El quinto informe de gobierno de Luis Armando Reynoso Femat, el héroe de la innovación y el despilfarro, resultó tan gris como la gestión de Felipe Calderón Hinojosa y su gobierno usurpador. La rendición de cuentas para que el pueblo conozca el estado que guarda la administración pública en Aguascalientes por parte del gobernador del estado, una vez recibidas las bendiciones episcopales a su gabinete arrodillado ante la virgen de la asunción, se transformó en una pasarela de frivolidades donde sobresalió la autocomplacencia, el azucarado optimismo blanquiazul y las frases con sabor a éxito que nos recordaron la obra de Og Mandino: el vendedor más grande del mundo. El discurso luisarmandista, acompasado con ademanes y gesticulaciones grandilocuentes pareció más un ajuste de cuentas con la revolución mexicana matizado con frases tan vacías como anacrónicas que incomodaron a los legisladores del PRI: “Puedo garantizarles que ningún gobernante de nuestro estado en los últimos cincuenta años ha tenido que hacer frente a una combinación tan perversa e inesperadamente complicada de factores, algunos naturales, otros creados por la imprudencia o la irresponsabilidad.
Y en el paroxismo de su visión constructora, el ingeniero Reynoso
Femat elevó el tono de su voz para lanzar, con escalofriante realismo,
desde la tribuna del Poder Legislativo otra rimbombante promesa a la
adormilada representación popular: Concluiremos en 2010 con una
inversión histórica en materia de infraestructura, donde se incluye el
primer centro de convenciones real para Aguascalientes…”
Con desbordante optimismo, el Ejecutivo Estatal, con gran altura de
miras, sacudiéndose el hermetismo y aburrimiento de la LX Legislatura
señaló con índice de fuego: Los tiempos de la democracia nos exigen una
nueva visión de las cosas. Una visión que deseche la mirada nostálgica
de un pasado autoritario e insensible, la autosuficiencia del
intelectualismo despótico característico de otras épocas, para afrontar
con mayor energía y eficacia los retos del presente. La entonación, el
gesto, el ademán y cada una de las palabras pronunciadas por el
gobernador del estado fueron la más elocuente reencarnación de la
retórica priísta que fiel a su tradición, chocó con la realidad en la
que descansa la fatiga de los de abajo para quienes nunca llegaron los
resultados del quinto informe de gobierno: Todas nuestras fuerzas, las
de ustedes y las del ejecutivo, deben coincidir e insistir en que
disminuya el número de familias que sufren de pobreza, que requieren
urgentemente servicios de salud, una mejor nutrición, que sean cada vez
menos las localidades marginadas. Son a ellos a quienes deben llegar
los beneficios de nuestro trabajo político, de nuestro esfuerzo físico
e intelectual, los frutos de nuestro tiempo, ese es el encargo que nos
hizo la sociedad. Sigamos trabajando unidos por el bien del estado.La
homilía autocomplaciente de Luis Armando Reynoso Femat no pudo tener
mejor colofón que lo expresado con singular solemnidad y folclórico
garbo: Hoy me llena de motivación trabajar intensamente en el último
año: la coronación de nuestro esfuerzo, esa cereza del pastel en el que
habremos de entregar lo mejor, ese último año en el que se firma con
honra y con orgullo el trabajo de seis años. No habrá atropello, ni
obstáculo, ni piedras suficientes que puedan menguar la intensidad de
esta gran obra. Yo seguiré trabajando por este estado, durante el resto
de mi vida, de distintas maneras. Porque yo soy de Aguascalientes,
porque valoro a mi gente, porque nada puede igualar la devoción que se
siente por ese lugar donde nacimos, donde crecimos y donde vivirán
nuestros hijos. Hasta cuándo entenderá el PRIAN que los informes no son
ofrendas florales que los gobernantes en turno colocan frente al espejo
de sus vanidades. El formato actual del informe de gobierno resulta
anacrónico y obsoleto, por lo que es inaplazable que se produzcan
cambios de forma y de fondo que sólo corresponderá realizar al Poder
Legislativo
