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viernes, diciembre 5, 2025

¿Una quimera inalcanzable?

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Hace unos días me hice el propósito de ser más tolerante con la clase política de este hermoso país llamado: México, y en verdad que lo tomé como una tarea muy importante en mi esquema de observancia de los fenómenos político-sociales de nuestro entorno, y a pesar de haberlo abordado con gran entusiasmo, al paso de los días, me sentí como se deben sentir los tenistas profesionales cuando en un torneo como Wimbledon, son descalificados en la primera ronda con parciales de 6-0,6-1 y 6-0.

La verdad que se debe tener la paciencia del padre Job, para otorgarles un poco de indulgencia a los más de los actores políticos mexicanos, ya que se obstinan en mostrarse como poco sensibles, ignorantes y renuentes a cambiar, aunque sea un poquito. Y esto los mantiene en una especie de pared de frontón, donde a la inmensa mayoría de los ciudadanos, les gustaría mandar una interminable fila de pelotas, que los hiciera sentir el repudio que día a día, se ganan entre la población.

A quienes nos gusta estar atentos a la situación que vive este país, se nos ha vuelto costumbre, el obviar las declaraciones de los políticos, ya que encontramos una ausencia terrible de ideas, y podemos asumir como la declaración del día, la peor de las insensateces que a estos se les ocurra.

Hoy que estamos a sólo unas semanas de la jornada electoral del 5 de julio, tristemente permanece el mismo esquema de los recientes  procesos electorales en la vida nacional. Los medios masivos de comunicación ponderando las descalificaciones y diatribas de los candidatos; el gobierno federal muy activo para tratar de beneficiar a su partido, y las ¿campañas políticas? sin posicionar  las propuestas de los partidos políticos (en el mejor de los casos de que éstas existan).

Hay una pregunta que en los últimos años ha aparecido entre muchos de mis amigos y quien esto escribe, y a la cual siempre le buscamos respuestas, sin atrevernos a mencionar el elemento primordial, para verdaderamente resolverla, y con esto seguir pensando que la interrogante, encontrará solución con el tiempo, esta pregunta es qué nos falta para salir del atolladero (perdón, por utilizar un eufemismo, pero también me propuse ser menos agresivo con el uso del lenguaje) y con el afán de encontrar una respuesta real, considero que este elemento es: el cambio cultural.

Si en verdad pretendemos que este país camine y logre salir del problema en que se encuentra, y que acumula ya demasiados años, debemos tener el valor de afrontar los hechos como son, y no buscarles falsas escapatorias, que lo único que nos otorgan son laberintos sin salidas.

Muchas veces me he preguntado por qué los españoles sí pudieron encontrar la salida después de Franco, o por qué los chilenos sí alcanzaron una verdadera transición después de Pinochet, y nosotros seguimos creyendo que debatimos la Reforma del Estado, y no podemos iniciar el camino que nos dé la certidumbre sobre una interminable lista de asuntos sin resolver.

La respuesta aunque la quiera evadir es la misma, el cambio cultural. “El cambio cultural pasa por la madurez que significa reconocer de manera objetiva nuestra propia cultura para identificar las fallas y proyectar los cambios. Pasa por un gran sentido de humildad y una gran convicción para salir del autoengaño y el conformismo” (El despojo, Roberto Madrazo Pintado).

Y este cambio cultural viene acompañado de otro elemento, que en anterior colaboración me atreví a abordar, la confianza. “En Chile, un taxista me dijo que el año más difícil del presidente Lagos había sido 2001: por la crisis económica, por el desempleo creciente y la incertidumbre que lo corroía todo. Como taxista – me dijo -, desde aquí, lo leo todo en la cara de la gente. Y cual fue – le pregunté -, el mejor año de Lagos. Cuando pudimos confiar en él – me contestó, alzando la mirada por el retrovisor.” (El despojo, Roberto Madrazo Pintado).

No es simplismo, pero considero que dentro de muchos asuntos que no hemos logrado construir, están estos dos, y finalmente, sin ellos ya sabemos dónde estamos, seguramente con ellos, no estaremos tan mal.  n

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