Después de 21 horas del extenuante viaje por carretera patrocinado por el ISEA, me encuentro en Tuxtla Gutiérrez, donde tiene lugar el XI Congreso Nacional sobre VIH/sida y otras Infecciones de Transmisión Sexual, al que acudo como integrante de VIHDHA AC, dedicada a la prevención y atención del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, organización de la sociedad civil que como sucede con muchas otras cuestiones, es más reconocida fuera del terruño.
En el evento que tiene lugar en Chiapas, se contemplan temas como el
financiamiento público para las OSC, que frecuentemente suplen las
actividades que debería realizar el sector gubernamental; la
penalización por transmitir el VIH, legislación aprobada en diversos
estados; la carencia de políticas públicas en materia de educación
sexual, que frenaría embarazos no deseados e ITS, y otras situaciones
de coyuntura.
Una problemática hasta cierto punto relegada es la propagación del
virus de inmunodeficiencia humana entre las mujeres, principalmente
amas de casa no “promiscuas” pero sí compañeras de inmigrantes o de HSH
(Hombres que tienen sexo con otros hombres). Precisamente en una
reunión con el director de Censida, Dr. José Antonio Izazola, la
agrupación “Mexicanas en Acción Positiva” denunció la escasa atención
al sector y Linda Arechar, presidenta de VIHDHA, le reclamó diversas
actitudes misóginas en el Sector Salud, situación que el funcionario
gay aseguró cambiaría.
Por cierto, VIHDHA fue una de las asociaciones que se manifestó por
la no ratificación de Omar Williams al frente de la Comisión Estatal de
Derechos Humanos de Aguascalientes, por ser una de las instancias que
se pudo haber pronunciado por la limitada acción de Ventura Vilchis en
el tema del VIH cuando era director del Instituto de Salud, por ser
nula su actuación para frenar la homofobia –factor condicionante en el
incremento de casos de sida-, y por la nula resolución de quejas
específicas presentadas ante el pseudo ombudsman.
Por cierto, vale la pena aclarar que en su momento VIHDHA avaló la
postulación de Williams como defensor público, pues en su momento éste
se comprometió a hacer suya la agenda de las agrupaciones. Ojalá que
los diputados que lo reeligieron le exijan que ahora sí cumpla con su
encomienda y de ser posible, le amplíen sus facultades para que no haya
lugar a pretextos como la necesidad de una denuncia formal para actuar
o la incompetencia jurídica (no poder proceder contra particulares por
ejemplo).
De hecho, me gustaría ver que el presidente de la Comisión de
Derechos Humanos del Congreso promueva una reforma de ley que le “ponga
dientes” a las resoluciones contra los violadores de las garantías
individuales. Incluso ese diputado, en lugar de descartar las posturas
de activistas serios y con prestigio internacional, debería impulsar
una iniciativa que regule el manejo informativo de los medios de
comunicación para evitar atentados contra la integridad y dignidad de
las personas. Una idea mucho más encomiable que la de panteones para
mascotas, que también respeto.
Creo asimismo que es tiempo de evitar caer en la descalificación
fácil con el pretexto de que toda manifestación es “un ataque
político”, frase que de entrada no tiene sentido lógico, pues
recordemos que la política es todo aquello de interés de la ciudadanía,
o al menos ese es el significado etiológico que me enseñaron. Ahora que
si discutir los puntos de orden público es un pecado social, entonces
los partidos tendrían que confesarse y callarse la boca. Vaya que si la
chucha es brava, hasta a los de la casa muerde.
Quizás lo único bueno es que no escogieron como nuevo titular de la
CEDH a Martín Barberena, el ex consejero electoral espurio, pues sus
métodos para lograr esa cartera entonces no tenían nada de humanos. Que
se acuerde como amenazó telefónicamente a mi padre para que renunciara
a la posición que le correspondía, no así el periodista Claudio Jairo
Bañuelos, a quien la justicia le dio la razón en su momento. (Por
cierto una felicitación a Montserrat Mendoza, hasta que votaron por
gente decente los legisladores).
No puedo cerrar esta colaboración sin congratularme por ser parte de
La Jornada Aguascalientes, que cumple un año precisamente el Día
Mundial de Lucha contra el Sida, pese a los vaticinios de la derecha,
que curiosamente terminó participando también del proyecto editorial.
Sin este diario, serían miles las personas sin voz y no se
conocerían las realidades ocultas a los ojos de muchos. Es por este
medio que se puede abordar lo que antes era inimaginable y ha puesto en
la palestra gubernamental los asuntos que aparentemente a nadie le
importaban o simplemente eran ignorados.
Para Jorge Álvarez, director de este periódico, mi gratitud por su
respeto y por la tolerancia hacia mis disensos. A mis lectores,
detractores y nuevos amigos, deseo estar otro año más con ustedes.
mardemarco@hotmail.com




