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viernes, diciembre 5, 2025

Y la belleza ¿a quién le cuesta? (Parte II)

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Siguiendo con el tema de la belleza y los cánones de la misma, empecemos ahora por analizar cómo afecta la época histórica. Y para no variar iniciemos con los griegos. Para ellos las mujeres no eran el ideal estético y esto se observa en las esculturas de las mujeres que aunque proporcionadas, representan a mujeres más bien robustas y sin sensualidad; en cambio el ideal masculino estaba identificado con los atletas ya que a ellos y los dioses, se les atribuían cualidades comunes: equilibrio, voluntad, valor, control y por supuesto belleza.

Para la edad media, el canon cambia pues la belleza dependía de la intervención de dios como consecuencia del auge del cristianismo. La fe y la moralidad cristianas impusieron un recato en las vestimentas y la práctica desaparición del maquillaje, que se consideraba contrario a la moral cristiana en cuanto que desfiguraba lo que dios había creado.

Paradójicamente, en el barroco, lo que mas destacó de esta época el uso y abuso tanto de perfumes, carmines, lunares postizos o pintados y  peinados muy pomposos, así como el uso por prendas de vestir como corsés muy ceñidos al cuerpo, encajes, ropas suntuosas, zapatos de tacón, y espejos y joyas.  De esta época nace la palabra “maquillaje” que se extendió por varias lenguas, en muchas ocasiones era un sinónimo de truco y engaño. Por lo que puede clasificarse el ideal de belleza femenino, como bastante artificial.

En los comienzos del s. XX se formó el ideal de la “Chica Gibson”, un personaje de caricatura que representaba el ideal femenino por aquellos años y que se convirtió en un prototipo a seguir por la mayoría de las jovencitas. Su creador era por supuesto un hombre, el que atribuía a esta belleza los valores y costumbres que los caballeros consideraban las más adecuadas para una dama. Éstas debían ser de pecho erguido, caderas anchas y nalgas sobresalientes, además de sumisas y obedientes

Para las décadas 50 a 70, la belleza física –exigida- para las mujeres dio de nuevo un péndulo de opinión, al principio era deseable poseer gran volumen y ser proporcionadas: después el de niña con cuerpo de mujer (con francas connotaciones pedofílicas), quizás el mejor modelo es el que hizo Kubrick en su novela: “Lolita”.

En los 80 la belleza trata con mujeres profesionales que no tienen tiempo para el romance. La mujer físicamente perfecta e ideal es llamada “mujer diez”, como la película del mismo nombre.

Para el siglo XXI, el llamado siglo de las mujeres, se explota con éxito la conjunción –ideal—del creciente poder adquisitivo de la población femenina junto al desarrollo del consumo compulsivo y la mercantilización de la vida social que sumado a la esclavitud de las mujeres a la apariencia logra la formula perfecta para crear una industria multi-billonaria (al menos en los EEUU es más grande que la industria del cine), cuyo eje común es la imagen corporal de la mujer y así el maquillaje, las modas, el cuidado del cabello, los perfumes, las dietas, los gimnasios, los alimentos dietéticos, los medicamentos para rebajar de peso, las cirugías estéticas, la dermatología, la cosmiatría, etc., todo se confabula de nuevo para pasar la factura opresiva de nuevo a las mujeres.

Por ejemplo la creciente medicalización de la belleza es responsable de dos grandes mitos, particularmente dañinos para la salud de la mujer: el de la efectividad y el de la seguridad médica de estos procedimientos. De igual forma con los avances médicos se busca eliminar la vejez o hacer un cuerpo perfecto mediante cirugías y prótesis.

Según una encuesta norteamericana entre 1992 y 1997, el número de liposucciones aumentó en un 200%, alcanzando las 170 mil intervenciones por año. Para 1997, los ingresos anuales de la industria de la dieta (bebidas y alimentos dietéticos, centros y clínicas de control de peso, gimnasios, aparatos para hacer gimnasia, etc.) se situaban en los 50 mil millones de dólares anuales y según la Asociación Norteamericana de Cirujanos Plásticos, la industria de la cirugía cosmética en los Estados Unidos alcanza la cifra de 10 mil millones de dólares anuales.

Hoy con las nuevas tecnologías en los medios de comunicación aparecen personas con cuerpos perfectos, sin ser muchos de ellos reales pues están retocados con el famoso programa photoshop en las computadoras, pero esto entre otros muchos factores ha creado una nueva epidemia que son los trastornos alimenticios pues la ignorancia y la presión social hace que grandes masas de la población sufran anorexia y bulimia.

Una vez más, el modelo de sociedad obliga a cubrir caprichos inhumanos de un mundo capitalista, patriarcal y hedonista, que explota a las mujeres y acaba por precipitarlas a un profundo y largo sufrimiento para el que resulta difícil encontrar un consuelo inmediato. De esta manera, se han registrado tasas de prevalencia recientes de trastornos de alimentación (anorexia/bulimia) en torno al 2% en la población femenina y algunos estudios alertan que el 10% de los casos terminan en fallecimiento.

Con esto, ¿adónde iremos a parar?, en un mundo tan artificial, ¿acaso ya no cabe una mujer natural? La respuesta está en cada quién, sólo me resta concluir que –parece y todo indica- que una vez más, las mujeres son las que más se consumen en estos avatares ya que son ellas, las que son medidas por su aspecto y ante este panorama… mejor dejo que las palabras vuelen como desbandada, haber si con su huída, se logra escapar un poquito algo de lo feo que nos rodea.

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