Inmediatamente después de haber concluido la cumbre de “líderes” de Norteamérica en la ciudad de Guadalajara, el presidente Felipe Calderón llevó a cabo una gira por algunos países del sur del continente que concluyó la semana pasada, la cuál dejó ver muchas cosas interesantes sobre la dinámica que está surgiendo en la región y la inserción que nuestro país intenta hacer en ella.
No es raro que la visita a Colombia, Uruguay y Brasil se haya realizado inmediatamente después de la famosa cumbre de Norteamérica, ni lo es tampoco que hayan sido estos tres países los que hayan tenido la fortuna de recibir a nuestro grandioso presidente.
El acuerdo de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos, el golpe de estado en Honduras, las elecciones presidenciales en Uruguay y los acuerdos comerciales y de cooperación con Brasil, fueron temas que, por su intrínseca relación y dependencia, se trataron en esta gira casi taciturna.
No es para nada sencillo disociar la existencia de una base militar en Honduras, la base Palmerola, bajo control estadounidense, con el reciente golpe de estado en ese país. De lo anterior se desprenden las graves implicaciones ante el anuncio de un acuerdo entre Colombia y Estados Unidos que permite a las fuerzas armadas de éste, utilizar bases militares del país sudamericano.
En su vista a Colombia, el presidente no se adentró mucho en el tema de la cooperación militar con Estados Unidos, en Uruguay, resalta la reunión que llevó a cabo con los candidatos a la presidencia, uno de los cuáles es el ex presidente Luis Alberto Lacalle, mismo que firmara el Tratado de Asunción con el cuál se crea el Mercado Común del Sur. En su visita a Brasil, donde iba acompañado con algunos dirigentes partidistas de nuestro país, Calderón expresó su rechazo a firmar un acuerdo con Estados Unidos como el de Colombia, e hizo hincapié en estrechar los lazos de cooperación entre las economías de ambos estados.
Un acuerdo de mutua cooperación energética con Brasil no se ve como algo real ya que, contario a lo que opinan los melancólicos de una reforma energética privatizadora en nuestro país, Brasil tiene intenciones de controlar por sí mismo la industria energética y más concretamente, la del petróleo, y eso lo constata la nota del The New York Times de la semana pasada que anuncia que “el gobierno de Brasil dijo estar deseoso de que la compañía petrolera nacional, Petrobras, controle el desarrollo de los yacimientos en aguas profundas descubiertos en 2007”.
Algo muy difícil de concretar también, sería el tema del tratado de libre comercio con Brasil, ya que este país se ve obligado a coordinar su política comercial con los demás estados miembros del Mercosur.
Una de las cosas que esta gira revela, es el papel que ha de jugar nuestro país de seguir los pasos de Uribe en torno a la política exterior; una completa sumisión a los países de América del Norte y un enfatizado rechazo por parte de los países de Latinoamérica.
La insistencia de Brasil en que la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) sea contemplada en las negociaciones del acuerdo de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos, refleja el liderazgo efectivo que este país esta ejerciendo en la región, mientras que nuestro México, sigue implorando a los canadienses el retiro del requisito de la visa para nuestros connacionales sin atreverse a tomar una acción recíproca enérgica.
El liderazgo de México en la región se desmorona y junto con Colombia, parece ser el único estado en creer que el servir incondicionalmente a los intereses estadounidenses realmente va a acarrearle beneficios, mientras que Brasil se erige como el modelo a seguir en Latinoamérica y conforme su posición en el exterior avanza, su proyecto de nación se afirma aún más.
*El Colegio de México




