En los recorridos que hacemos día a día, la rutina pudiera hacernos creer que hemos visto todo de un lugar, pero no es sino hasta que nos tomamos el tiempo de observar detenidamente cuando aparecen cosas que siempre pasaron por alto. En la emblemática glorieta del Quijote, Rocinante, el caballo del ingenioso don Quijote de la Mancha, tiene apenas sobresaliendo del hocico un brote de hierba seca como si de un bocadillo se tratara mientras andan de camino al encuentro de Dulcinea.





