En ediciones pasadas, La Jornada Aguascalientes dio a conocer que la calidad del aire que los aguascalentenses respiramos ha disminuido de forma importante, pese a contar con mecanismos de monitoreo de partículas dañinas y que la entidad ocupa el cuarto lugar nacional en la lista de los estados con más puntos de contaminación.
En el territorio aquicalidense hay 28 puntos que emiten contaminantes y 20 de ellos son ladrilleras, la mayoría de las cuales se encuentra en el municipio capital.
Sin embargo, hay ciudadanos que, aún con la crisis económica privilegian el bienestar del medio ambiente, lo que vuelve más significativo su esfuerzo por invertir en materiales no contaminantes.
“Materiales Rangel” es una ladrillera que se encuentra en la comunidad El Conejal, cerca de Norias de Ojocaliente, es administrada por Guillermo Rangel Franco y sus dos hermanos, además de dar empleo a otras cinco personas y es de las pocas ladrilleras que hornea sus productos con pedacero de madera y no con llantas u otro tipo de basura.
Desde que echaron a andar este negocio, Guillermo y sus hermanos trabajan de esta manera, pues aseguran que de manera periódica, por no decir muy frecuente, “alguien de ecología” los visita para revisar los tres hornos que tienen y constatar que la quema del material y los permisos de operación estén en regla. Hasta hoy, no han tenido problema alguno.
Comenta que para producir los ocho mil ladrillos diarios, cada semana se surten del desperdicio natural que utilizan en los hornos, pagando mil 500 pesos por cada “viaje” de madera, que se compone de tres toneladas y aclarando que en esos siete días, requieren unos cuatro viajes.
Ante el humo blanco y de olor a tierra que emite su horno activo, asegura saber que para hacer las cosas bien “hay que invertirle” y dice que esa es la diferencia entre su ladrillera y las 20 que figuran en la lista de la SEMARNAT, que se van a lo fácil –y gratuito- al levantar basura, como llantas, hule, plástico y otros materiales, que al fuego producen severa contaminación, aparte de que hay otros materiales de precio más elevado.
Rangel asegura que, aunque la crisis sí se ha sentido, dificultándoles encontrar clientela pero, tal vez en recompensa a su responsabilidad, “ahorita se está vendiendo bien… hay veces que se venden los dos hornos, unos 40 mil ladrillos”, con lo que ganan aproximadamente 80 mil pesos.
Los hornos no siempre se ponen a funcionar al mismo tiempo, dice, “hay veces que se prenden dos el mismo día o a veces cada ocho días”; además de las ventas, esto también depende del clima, pues cuando llueve no se pueden encender los hornos y eso retrasa la producción y las ventas.
La jornada de trabajo empieza a las cuatro de la mañana, hora en que ponen a cocer los ladrillos, para quedar listos por ahí de las seis de la tarde. Pero eso no quiere decir que terminen, porque después viene la venta, servicio que ofrecen a domicilio.




