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viernes, diciembre 5, 2025

Opinión / ¿Cuándo el futuro nos alcance?… despierten, ya nos alcanzó

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En México los cambios más trascendentales y de rotundo impacto se han dado por medio de la movilización ciudadana. Nuestro país ha sufrido infinidad de atropellos, manipulaciones, vejaciones, guerras, crisis de todo tipo y opresiones civiles de magnitudes trágicas, sin embargo el común denominador en todas esas injusticias ha sido la victoria.

Una de las agitaciones sociales más importantes que conmemoramos esta semana fue la del Día del Estudiante, fecha que tiene su origen en el año de 1929, cuando los alumnos de la ahora Universidad Nacional Autónoma de México, se lanzaron a la movilización en favor de la autonomía universitaria.

Levantamiento juvenil que se dio de manera pacífica, pero culminó en medio de incidentes adversos y protestas sangrientas, orillando a una huelga en donde los alumnos fueron agredidos brutalmente por la policía capitalina dentro de las instalaciones de la Escuela de Derecho el día 23 de mayo, hace 83 años.

Este enfrentamiento por defender sus derechos e ideologías rindió fruto un mes después, cuando se consiguió que fuera presentada la iniciativa de ley para lograr la autonomía de esta casa de estudios, dejando el precedente de éxito sobre la dominación autoritaria gubernamental por medio de la movilización organizada, pues conlleva el sentido de la continuidad de una lucha académica y de superación personal que enfrentan los jóvenes día con día en su búsqueda por ser ciudadanos productivos y con ánimos de trascender en nuestra sociedad.

Durante este proceso electoral había reinado la apatía, el vacío informativo y la dominación propagandística despilfarradora del Revolucionario Institucional. A poco más de un mes de culminar dicha contienda, los estudiantes han tomado la batuta del ritmo y definición del proceso.

Los partidos políticos y las instituciones electorales minimizamos el poder de las redes sociales y nos enfrascamos en una lucha por la predominación mediática tradicional. El inequitativo reparto de los espacios oficiales en medios electrónicos nos quitaba el sueño y todo aparentaba que las televisoras y los pseudodueños del país lograrían imponer, una vez más, a su candidato.

La juventud frenó esa nefasta inercia y alzó la voz desde el estrado que tenían a la mano, el Internet. La indignación social de los usuarios de las redes sociales, que a la fecha suman más de 40 millones en México, se comenzó a enardecer y a organizar.

El elemento detonante de esta serie de movilizaciones fue la visita de Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana, la cual no se distinguió por el contenido y mensaje hacia la comunidad estudiantil, sino por el recibimiento parco y la despedida tan efusiva y contundente que le dieron al delfín de Carlos Salinas de Gortari. Aunque se trató de censurar, maquillar y minimizar el evento, los jóvenes hicieron uso de las redes sociales para informar al mundo su rechazo al retrógrada regreso de la mafia en el poder.

Los arcaicos y acartonados políticos de escritorio se imaginaron encontrar una juventud apática, amaestrada y fatigada, pero no fue así. Los muros de Facebook se llenaron rápidamente de furor y los comentarios confirmaron lo que la gente ya sabía: el hartazgo social de un sistema político podrido alcanzó su límite y ha llegado la hora de actuar.

Convocados a través de las redes sociales, salieron a las calles para protestar y manifestar su sentir millones de jóvenes. Y no sólo eso, comenzó una epidemia de creación de páginas web específicas para difundir y discutir las relaciones y acciones de lo que ocurría en el país en cuestiones políticas.

La revolución intelectual ha comenzado y evolucionó tan rápido que no la vimos venir. La principal arma es lo innovador que resulta la comunicación directa por medio de las redes sociales, mismas que comenzaron como un hobbie y ahora han permitido crear una conciencia nacional de reproche y una deslocalización de las mismas. Es decir, que las manifestaciones se produjeron en todos los rincones del país, no sólo en una plaza pública, incluso traspasaron fronteras, pues manifestaciones de todo tipo respecto a la situación política de México se han dado en más de 180 ciudades de 55 países.

Facebook permitió a un significativo sector de la población comunicarse, organizarse y, sobre todo, politizarse. Los poderosos del poder se entretuvieron limitando los alcances de lo que ellos consideraban oposición, sin medir que la verdadera y más fuerte oposición estaba por resurgir: la ciudadanía.

Albert Einstein dijo que la vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. Ese ha sido el cambio más substancial que México atraviesa y que definirá nuestra historia, pues pasamos de ser una sociedad abnegada y sosiega, con una juventud desinteresada y apática, para ser un pueblo organizado, inconforme y activo, con una juventud que encabeza una lucha pacífica e inteligente para recuperar la nación.

El perfil de la política ha cambiado estas últimas dos semanas, el futuro nos alcanzó y aquellos que pretendían seguir sometiéndonos con el yugo de la pobreza y la ignorancia se han quedado a ser simples espectadores de nuestra evolución y progreso.

México ha dado un paso a su recuperación. Hace apenas seis años nos referíamos a la juventud como los ciudadanos del futuro. Cuando menos acordamos esos jóvenes tomaron el control de sus destinos y han salido a reclamar lo que es suyo, una República justa, con una diversidad cultural inigualable y con una riqueza social digna de reconocimiento mundial. Siempre supimos que éramos más los mexicanos que queríamos sacar al país adelante, sólo nos faltaba organizarnos y despertar. Hoy ese sueño se vuelve realidad, estamos a un mes y días para salir de esta terrible pesadilla, de 70 años de agravios y 12 de miserias. El cambio verdadero está por venir, ya no somos testigos inertes de nuestro destino, sino actores protagonistas del resurgimiento de México. La solución era la movilización ciudadana y la hemos alcanzado. ¡Que viva la juventud mexicana!

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