Nuestro país y el estado, tienen un gran problema de corrupción, las estafas maestras son el pan nuestro de cada día (sea el partido que sea) todo lastima y lacera, sobre todo cuando se trata de dinero público que podría redundar en más salud, mejor educación, en general en menor pobreza, sobretodo extrema. Prácticamente eran pocas las instituciones que se mantenían impolutas frente a la apabullante marea de actos corruptos, por eso duele tanto que en la Universidad Autónoma de Aguascalientes se destape un fraude de cientos de millones de pesos; y duele más, porque nos enteramos de forma furtiva, no por un reconocimiento de la propia casa de estudios, sino por un reportaje periodístico que exhibió el enorme problema.
Deshonestidad, cualquiera diría que deberíamos achacarla a las personas y no a las instituciones, sin embargo, pareciera que hay una gran maquinación para ocultar, negar o al menos guardar silencio, de forma institucional, sobre qué pasó y qué está pasando con estos recursos, no hay sino declaraciones de uno o dos funcionarios, pero no respuestas institucionales, que nos informen a todos qué se va a hacer, cómo se va a investigar y sancionar a los culpables; esto es grave, porque mancha a una institución que todavía llamamos benemérita, pero que corre el riesgo de ensuciarse si no se hace algo.
Lo primero que esperaríamos es una máxima transparencia, que se den a conocer cómo se invirtieron esos recursos, quienes autorizaron, es tan grave el tema, que urgiría que existiera un micrositio de transparencia solo para dejar el claro qué pasó. Y es que, no se trata de cualquier cosa, sino de un supuesto fraude que le hicieron a la máxima autoridad en materia científica ¿Cómo explicarnos que la fuente del conocimiento no tenga la capacidad de evitar este tipo de cuestiones? ¿Cómo justificar que no se cuente con controles internos? En términos coloquiales ¿Cómo es posible que se le enseñe el padre nuestro al señor obispo?
Hemos escuchado en Aguascalientes muchos actos de corrupción, todos se van quedando en el olvido, este no puede quedar así, porque significa demeritar tantos años de esfuerzo para proteger, mediante la autonomía, a la universidad de la perversidad de los políticos ¿Con qué cara podemos sostener la autonomía, si se presenta un quebranto de proporciones épicas en la historia de nuestra universidad?
Me preocupa el silencio en que hemos caído los universitarios porque implica complicidad. Me preocupa, porque en el transcurso de la historia del combate a la corrupción, las universidades eran el remanso donde abrevábamos, ya sea para consulta, como auxiliares o asesoras, y en algunos casos las tomábamos como árbitros imparciales. Esto devenía de ser una las instituciones, junto con la familia o el ejército, que más confianza les tenemos los ciudadanos, y esta confianza, esta pulcritud la tenemos que cuidar con enorme celo, por ello de mi urgencia para que se aclaren las cosas, para que se inicien procedimientos, para que digan algo los diferentes líderes, de facto y de iure, de la comunidad universitaria.
Estamos ante un hecho sin parangón en la historia de nuestro estado, de nuestra universidad; ese dinero es el equivalente a miles de colegiaturas, a cientos de proyectos de investigación, a mejores instalaciones, a más estímulos para los académicos; como ex universitario, me preocupa que esto suceda, me decepciona que esto suceda, espero que la transparencia y la responsabilidad jurídica, aparezcan y no pase lo que sucede con la mayoría de las instituciones donde siempre se dice, llegaremos a las últimas consecuencias, pero donde se termina durmiendo el sueño de los justos.
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