Hace unas horas una persona a quien aprecio mucho, me confesaba su desesperanza ante las violaciones masivas a los derechos humanos de las personas en México y en el mundo, que refleja un estado de cosas grave. Y se preguntaba y me preguntaba al respecto sobre lo que podemos hacer los ciudadanos comunes en contra de la barbarie que amenaza nuestra humanidad todos los días en este tiempo que nos toca vivir. Desde luego que no hay respuestas fáciles ni simples, pero concluíamos que lo único que no se puede hacer es no hacer ni decir nada, porque el silencio es a menudo cómplice. Por eso no podemos dejar de hablar de Gaza y de las y los palestinos que tienen un inalienable derecho a la vida, hasta que el bombardeo y la masacre perpetrados allí paren definitivamente. ¿La conciencia del mundo ha muerto en 2023? No lo parece si atendemos a las masivas manifestaciones públicas en tantas las ciudades del mundo, el boicot económico contra Israel, así como la valentía de algunos pocos jefes de estado y de gobierno, funcionan porque meten cada vez más presión al ente agresor sionista, que parece dispuesto a saltarse todas las convenciones y reglas de humanidad hasta el momento, con una cifra que rebasa los 18 mil muertos y miles de heridos y desaparecidos después de dos meses de bombardeos y asesinatos generalizados en Palestina. Sobre todo de mujeres y niñas y niños indefensos. Es evidente entonces que se cometen allí crímenes de lesa humanidad de los que sus autores, por lo demás confesos en televisión y redes sociales, deberán rendir cuentas en el futuro.
La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) de 1948 fue un hito importante en la historia de la humanidad puesto que reconoció expresamente que todos los seres humanos tienen derechos inalienables, independientemente de su raza, religión, género o nacionalidad. Pero la Declaración llega a su 75 aniversario en un contexto global complejo donde la guerra en muchos lugares del mundo, como Ucrania o Palestina, evidencian retrocesos claros en el respeto y protección de los derechos de las personas. La desigualdad, la polarización social, el auge de gobiernos populistas autoritarios de izquierda y derecha, el debilitamiento del multilateralismo y la urgencia climática ponen en peligro los derechos humanos de todas las personas en todas partes
La DUDH fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace 75 años justamente como respuesta de la comunidad internacional ante los abusos y crímenes de lesa humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial, donde una de las comunidades más afectadas fue justamente la judía. Soha (literalmente catástrofe), se llama ese exterminio sistemático de personas en la historia judía. La paradoja es clara, pues ahora el ente sionista violador de más de cincuenta resoluciones de la ONU sobre palestina, parece sentirse habilitado ante la pasividad del mundo y la complicidad de “las potencias occidentales” para perpetrar una segunda y mortífera Nakba (literalmente catástrofe) peor que la de 1948 contra una población inerme cuyos derechos humanos han sido pisoteados precisamente durante los últimos 75 años.
En México, casos como los de las y los jóvenes desaparecidos y criminalizados, el crecimiento en muchas regiones del control territorial del crimen organizado, la creciente impunidad, las disfuncionales policías municipales y las fiscalías, empezando con la general de la república, la venalidad del poder judicial, evidenciado recientemente por los magistrados del tribunal electoral, el aumento del poder militar, las crisis migratorias en las franjas norte y sur del país, el encubrimiento de los autores de desapariciones forzadas en Ayotzinapa y tantos casos más; donde las voces críticas enfrentan riesgos crecientes a su integridad; hablan de un estado de derecho roto, inconexo, disfuncional, que no facilita la vida de las personas, con esquemas de articulación institucional, como el Sistema Nacional de Atención a Víctimas o el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, que no caminan. Así, que pese a ciertos avances en el combate a la pobreza y los derechos laborales, la situación de los derechos humanos es preocupante, porque en 2023 hay nuevos casos de violación masiva de derechos, de desaparición forzada, impunidad, crisis migratoria y encubrimiento. Ante este panorama, es importante que los derechos humanos sigan siendo una prioridad en la agenda pública, donde todas y todos los candidatos de todos los partidos a todo cargo de elección popular, deberían comprometerse públicamente a respetar y promover los derechos humanos de todas las personas en México, sean mexicanos o extranjeros, porque así lo ordena expresamente la Constitución.
A propósito del aniversario citado, recordemos que los derechos humanos no son un privilegio, sino derechos fundamentales. Así pues, todas las personas que en todos los rincones de México luchan por los derechos humanos propios y ajenos, merecen amplio reconocimiento social, porque las y los defensores de migrantes, del territorio, de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, las madres buscadoras, o los defensores ambientales o los y las sindicalistas, nos recuerdan cada día que en un país tan desigual la defensa de derechos a menudo cuesta la vida y la libertad, y que la lucha social es una herramienta indispensable de cambio social y un horizonte a seguir. Nos ponen también un valioso ejemplo de construcción de ciudadanía a la que no podemos darnos el lujo de renunciar. Así pues, la DUDH es un llamado permanente a la acción colectiva. Si durante los pasados años no hubo los avances mínimos necesarios, con compromisos sociales amplios y agendas públicas pertinentes, las cosas pueden cambiar en el futuro.
P.S. Vaya una calurosa felicitación por un año más de trabajo a todo el equipo que hace posible LJA, en especial a nuestro entrañable amigo Francisco Aguirre Arias.
@efpasillas




