Las figuras retóricas son herramientas que utilizamos constantemente cuando nos comunicamos. Me atrevo a decir que no hay día que no creemos una metáfora o una comparación -por mencionar, tal vez, las más comunes. Y, si prestamos atención, muchos discursos se valen de este tipo de recursos para ayudar a construir sus sentidos. La publicidad, la literatura y la política son algunos de los terrenos en donde lo anterior sobresale.
Existe una gran variedad de figuras. En esta ocasión me quisiera concentrar en una: el oxímoron. Helena Beristáin la define como “Figura semántica o tropo que resulta de la relación sintáctica de dos antónimos. Es a la vez una especie de paradoja y una especie de antítesis abreviada, que involucra generalmente dos palabras o dos frases.” Trataré de simplificar lo anterior: supongamos que tenemos un elemento que llamaré “A” y otro “B”. “A” es, digamos, diametralmente opuesto a “B”. Por sí solos poseen un significado. En una estructura lógica podríamos decir que son incompatibles; sin embargo, a través de una suerte de efecto estético, si unimos “A” con “B” el resultado no es, stricto sensu, “AB”, sino “C”, esto es, otro significado cuyas características provienen de “A” y de “B” pero que no son ni enteramente “A” ni completamente “B”.
Acaso no sea ocioso ofrecer un ejemplo: Xavier Villaurrutia, poeta de la brillante e inigualable generación denominada “Contemporáneos”, utilizó en repetidas ocasiones esta figura retórica. En sus textos se expone una preocupación por unificar los contrarios y dotarles de un nuevo sentido conforme a las exigencias de determinado poema. En “Nocturno miedo” podemos ver este uso. Leemos en el inicio de la tercera estrofa: “Entonces, con el paso de un dormido despierto,/ sin rumbo y sin objeto nos echamos a andar. /La noche vierte sobre nosotros su misterio,/ y algo nos dice que morir es despertar.” En el primer verso hay una muestra de oxímoron: “dormido despierto”. La lógica nos haría ver ahí una incongruencia en la realidad; no obstante, en cuestiones artísticas, es válido y verosímil: tenemos a una persona -o un ente- que tiene cualidades específicas de “dormido” -como podría ser la inconsciencia; y de “despierto” -como podría ser la facultad motriz.
Mencioné en el primer párrafo que esta característica se puede encontrar en la política; más no me refería a los discursos -que, por lo regular, contienen estos elementos- pronunciados por diputados o senadores. Quisiera ofrecer la posibilidad de llevar el oxímoron a nivel institucional. ¿El efecto que logra la unión de contrarios es positivo?
En la página oficial del PRD hay un documento intitulado “Declaración de principios del Partido de la Revolución Democrática” donde podemos leer lo siguiente: “El PRD es producto del inacabado proceso de unificación de las izquierdas, registrado en el último cuarto del siglo pasado. Surge de la integración de tres grandes vertientes del movimiento político social mexicano, como son, la vertiente de la izquierda partidaria […] la vertiente de la izquierda social […] y la vertiente del nacionalismo revolucionario”. A esto -perdón por la necedad de abstracción- llamémosle “A”.
En la página oficial del PAN no hay una mención explícita al respecto de dónde situar su ideología: si derecha, centro, o izquierda. Intuyo que la inclinación de este partido es hacia lo primero -al menos así está aceptado convencionalmente; o, si se prefiere otra palabra, está más cargado hacia el lado conservador. A esto, nombrémosle “B”.
¿Qué resulta de “A” y de “B”?; ¿Qué características se van a rescatar tanto de uno como de otro de tal forma que se cree una nueva ideología? Porque aquí estamos hablando de dos formas distintas de manejar la realidad política y, por tanto, social. Es difícil preveer los alcances de estas formas -no sé si adjetivarlas como “modernas- de representar a dos sectores de la población de este país; pero se antoja anticipar una contradicción -nada más natural- y una inestabilidad ideológica cuando esta clase de gobiernos tomen el poder en Oaxaca, Puebla y Sinaloa. ¿Funcionarán?
El caso que más llama la atención en estos momentos es el Estado de México. A como dé lugar los partidos políticos en cuestión -falta que se definan si por separado o unidos- quieren evitar que la fuerza del PRI conserve esa entidad. La estrategia es sencilla: restando poder al partido y al estado de Enrique Peña Nieto se podrá vislumbrar el 2012. De otra forma no se puede leer esa situación.
Creo que los partidos políticos olvidan la ideología de la gente que, en teoría, es por la cual se rigen. Está bien que existan distintas corrientes de pensamiento en México; pero, ¿cuál es el riesgo que están corriendo al fusionarse? Los oxímoros son interesantes ejercicios intelectuales, pero no estoy tan seguro que resulten favorables en términos prácticos.




