No hace mucho circulaba en redes sociales la demanda: Dejen de hacer famosa a gente estúpida. La transformación de las preferencias para informarse y la desesperación de los medios por mantenerse como opción, en especial entre las generaciones más jóvenes, dan como resultado que se privilegie la notoriedad de las personas sobre los hechos, las noticias se vuelven virales no por la importancia de lo que narran sino por quienes estén involucrados; a lo que se agrega el bajísimo estándar que se considera para otorgar notoriedad a los involucrados.
Que la información se vuelva viral poco tiene que ver con la importancia del hecho, se considera más relevante el número de personas que participan en el debate público que las causas y efectos de la noticia.
En México tiene mayor difusión la inútil polémica sobre la película Emilia Pérez que lo que está ocurriendo con la reforma al Poder Judicial; la ruta que está siguiendo la elección de personas juzgadoras en el país tiene y tendrá más efectos sobre la vida pública que cualquier declaración que haga un director sobre las características de la lengua española.
Desde siempre, la información sobre los espectáculos y la farándula ha corrido con mejor suerte entre los lectores, conocer los detalles de la vida de los famosos permite una evasión de la realidad más cercana, resulta más atractivo enterarse de lo que ocurre con ellos que intentar entender cómo nos afectan las políticas públicas o el actuar de las autoridades.
Un fenómeno reciente es que los personajes que abarca lo que consideramos farándula o espectáculo se ha ampliado a sectores que no necesariamente trabajan en la industria tradicional del entretenimiento, ahora se incluye a las personas que generan contenido para redes sociales o plataformas digitales.
No hay una definición única para los llamados influencers, en términos generales, cualquier generador de contenidos con una gran audiencia en plataformas entra en esta categoría, sin importar los conocimientos que tengan sobre los temas que tratan, lo mismo da si es un artista, un jugador, un divulgador científico o un personaje común y corriente que comparte sus opiniones sobre cualquier hecho.
Mientras en el país y el mundo ocurren hechos que impactan nuestra vida diaria, el infoentretenimiento prefiere difundir las noticias en la que estén involucrados los influencers, bajo la consideración de que al involucrar a estos famosos será más fácil que la noticia obtenga más seguidores y aumente la audiencia; a lo que hay que agregar que la presentación de estos hechos se realiza con una redacción que simplifica al grado de banalización.
Lo que ha conseguido el infoentretenimiento al centrar la atención en la notoriedad de las personas, sin importar el conocimiento que respalde sus actos y opiniones, es ensuciar el debate público y reforzar los prejuicios de la ignorancia sobre los asuntos públicos.
Es el caso de la agresión de Marianne contra Valentina, del que todo mundo considera saber los detalles y tiene una opinión al respecto, los términos en que se está debatiendo tienen toda la intención de influir en la administración de justicia, como una manera de castigar a los famosos por el simple hecho de ser diferentes al resto de la población, por sus privilegios. A este caldo sucio se suman voces que con la intención de ganar notoriedad intentan convertir esta agresión en una discusión sobre el feminicidio y la perspectiva de género en la administración de justicia, comparando la agresión de la influencer con la realizada por otro famoso como el Fofo Márquez.
Las redes ya juzgaron a Marianne, con odio se exige que la adolescente sea castigada, que se cobre venganza en nombre de Valentina, estas opiniones confunden lo que debiera ser la justicia, desconocen lo que establece la ley de adolescentes en México acerca de que un menor de 18 años no puede cumplir una pena mayor a los cinco años, no puede ser recluido en un penal y el tiempo que pase privado de su libertad debe ser acompañado de un proceso de reinserción diferente al que se realiza con un adulto; además, a este clamor de justicia punitiva se suman quienes generan ruido desinformando acerca de si una mujer puede ser juzgada o no por feminicidio, con vileza o ignorancia, omiten las causas por las que se tipifica el feminicidio para convertir el caso en una discusión sobre la ideología de género y los supuestos privilegios de los que gozan las mujeres ante la ley, cuando de acuerdo a una investigación de Reinserta, por el mismo crimen, en promedio, una mujer es castigada con cinco años más de cárcel que un hombre.
La discusión en redes sociales distorsiona el debate público, refuerza el populismo punitivo, permite que algunos traten de aprovecharse para generar seguidores a su discurso ideológico y, como ya se dio en el caso del Fofo Márquez, los juzgadores atiendan el clamor de la tribuna antes que juzgar conforme a derecho.
Coda. En esta discusión superficial y llena de odio sobre las agresiones entre o realizadas por influencers, lo que prima es la ignorancia, la visceralidad y una falta de autocrítica terrible, ¿cómo es posible que sean millones los seguidores de estos famosos?, ¿con qué nos estamos distrayendo?, quienes tenemos hijos, ¿hace cuánto no platicamos sobre los valores que llevan a admirar a alguien o la calidad de nuestro entretenimiento?
@aldan




