Hubo un tiempo en el que Skype era sinónimo de comunicación digital. Si alguien quería hacer una videollamada sin pagar una fortuna en llamadas internacionales, Skype era la solución. Fue el puente que conectó a millones de personas en todo el mundo, el salvavidas de relaciones a distancia y el héroe de reuniones improvisadas. Pero, como todo en la tecnología, lo que no evoluciona, desaparece.
El pasado 28 de febrero, Microsoft confirmó lo que muchos ya sospechaban: Skype tiene los días contados. A partir del 5 de mayo de 2025, la plataforma de videollamadas dejará de estar disponible de manera definitiva, cediendo su espacio a Microsoft Teams, la herramienta de colaboración que la compañía de Redmond ha impulsado con fuerza en los últimos años.
No se puede negar que Skype fue un pionero. Lanzado en 2003 en Estonia, irrumpió en el mundo con una promesa casi mágica: llamadas gratuitas a través de Internet. Rápidamente, su popularidad creció y, en 2005, fue adquirido por eBay por 2.600 millones de dólares. Sin embargo, la plataforma parecía estar destinada a ser un producto en busca de un dueño estable, porque seis años después, en 2011, Microsoft desembolsó 8.500 millones de dólares para hacerse con ella. Fue, en su momento, la mayor adquisición en la historia de la compañía.
La llegada de Microsoft significó cambios y la integración de Skype en múltiples productos como Outlook, Xbox e incluso el extinto Windows Phone. Sin embargo, a medida que el ecosistema digital evolucionaba, su brillo empezó a desvanecerse. La llegada de FaceTime, WhatsApp, Google Meet y, sobre todo, Zoom, aceleró su declive. Ni siquiera la pandemia de 2020, que catapultó las videollamadas a niveles nunca antes vistos, logró darle el impulso necesario para recuperar su relevancia.
Según Jeff Teper, presidente de aplicaciones y plataformas colaborativas de Microsoft 365, la decisión de cerrar Skype responde a la necesidad de simplificar la oferta de la empresa:
“Hemos aprendido mucho de Skype a lo largo de los años y lo hemos aplicado a Teams a medida que hemos ido evolucionando los equipos en los últimos siete u ocho años”, explicó en un comunicado.
El lento declive de un gigante
¿Qué fue lo que falló? En esencia, Skype perdió el ritmo. Mientras su interfaz se mantenía prácticamente igual durante años, sus competidores lanzaban funciones más intuitivas y amigables. No ayudó tampoco que Microsoft decidiera dividir su estrategia con Teams, una plataforma inicialmente enfocada en entornos empresariales pero que, poco a poco, se convirtió en su nueva apuesta para el futuro de la comunicación.
La transición de Skype a Teams será prácticamente automática. Los usuarios podrán iniciar sesión con sus mismas credenciales, y sus contactos, chats e historial de llamadas se transferirán sin complicaciones. Sin embargo, algunas funciones desaparecerán para siempre, como la posibilidad de realizar llamadas a teléfonos fijos y móviles, un distintivo que en su momento hizo de Skype un referente en las telecomunicaciones digitales.
Para aquellos que aún guardaban una pizca de esperanza en un rediseño o resurgimiento, la despedida de Skype no es más que el cierre de un capítulo inevitable. Microsoft, con la frialdad característica de las grandes tecnológicas, ha decidido que es hora de pasar la página y centrarse en una plataforma más rentable y alineada con el ecosistema actual.
El adiós definitivo
Los usuarios tendrán hasta el 5 de mayo de 2025 para adaptarse a la transición. Después de esa fecha, Skype será historia. Su logo azul y su característico tono de llamada serán solo un recuerdo en la memoria de quienes alguna vez confiaron en él para conectarse con el mundo.
Así termina la historia de una plataforma que lo tuvo todo para ser el rey de las videollamadas, pero que, por falta de evolución, terminó en la misma carpeta que MSN Messenger y Windows Phone: la de los productos que fueron brillantes en su momento, pero que no lograron sobrevivir a la revolución digital.




