Veracruz nos ha sorprendido con muchas historias, pero la última parece sacada de un manual de advertencias que nadie pensó necesario leer: “No aceptes perfumes de extraños, podrían explotarte en las manos”. En menos de 15 días, al menos tres personas en diferentes municipios han sido víctimas de artefactos explosivos ocultos en frascos de perfume, un ataque tan inusual como peligroso que ha dejado a las autoridades rascándose la cabeza mientras emiten comunicados de alerta y prometen investigaciones.
La historia comienza en Coatzacoalcos, donde un hombre recibió un paquete con la promesa de un perfume, solo para terminar con una mano cercenada cuando intentó abrirlo. Poco después, en Papantla, una mujer encontró un frasco similar en la vía pública, con consecuencias igualmente devastadoras. Días más tarde, un joven albañil sufrió una explosión en su casa tras recibir lo que parecía un inocente obsequio. ¿El patrón? Todos los casos implican un aerosol disfrazado de perfume, listo para detonar al más mínimo contacto.
Ante la creciente ola de ataques, las autoridades han reaccionado con la rapidez y eficacia que las caracteriza: alertas en redes sociales, conferencias de prensa y una larga lista de recomendaciones que, en esencia, se reducen a “no aceptes regalos de desconocidos y no abras paquetes sospechosos”. Mientras tanto, la gobernadora Rocío Nahle asegura que ya se han identificado a los responsables de entregar los paquetes, aunque aún no hay detenidos. Eso sí, también ha aprovechado para recordar que las “conductas antisociales” a menudo derivan de malas influencias y adicciones, porque nunca falta el intento de explicar el crimen con una lección de moralidad.
Lo que en un principio se tomó como incidentes aislados ha sido calificado ahora como un patrón delictivo. La Fiscalía General del Estado investiga la posible relación entre los casos y la composición de los explosivos, de los cuales se presume que están hechos con gas butano. Hasta el momento, lo único claro es la metodología: los paquetes llegan envueltos en cajas blancas con etiquetas de “Perfume Natural” y contienen envases metálicos con un mecanismo de detonación improvisado. En al menos un caso, un paquete sospechoso fue reportado antes de ser abierto, lo que permitió su aseguramiento y el avance en la investigación.
Más allá de la indignación y la confusión generalizada, este caso pone en evidencia una peligrosa tendencia en la que objetos cotidianos pueden convertirse en armas improvisadas. ¿Es un acto de venganza? ¿Un experimento macabro? ¿Una nueva estrategia delictiva? Las respuestas, por ahora, están en el aire, junto con el temor de que el próximo paquete “sorpresa” tenga un destinatario aún más desafortunado.
Por lo pronto, los veracruzanos han aprendido la lección: si el regalo parece demasiado bueno para ser verdad, tal vez sea mejor no abrirlo.




