El Instituto Nacional Electoral (INE) asegura que está cumpliendo con su tarea de capacitar a los funcionarios de casilla para la próxima elección judicial del 1 de junio. Sin embargo, hay un pequeño detalle que parece no figurar en su discurso: de los 13 millones de ciudadanos seleccionados para participar en este ejercicio democrático, más de 6 millones han rechazado la invitación.
Que la mitad de los sorteados prefiera no involucrarse en el proceso es un síntoma evidente de la desconexión entre la autoridad electoral y la ciudadanía. ¿Falta de interés? ¿Desconfianza? ¿Poca motivación para trabajar gratis en jornada completa? Probablemente, un poco de todo. Lo cierto es que la negativa masiva deja en evidencia un proceso electoral que enfrenta más rechazos que una oferta de telemarketing.
INE: Todo bien, todo en orden
El INE ha querido calmar las aguas asegurando que, pese a los 6.1 millones de rechazos registrados hasta el 13 de marzo, se alcanzará sin problema el 100% de los funcionarios requeridos. ¿Cómo? Pues aplicando la vieja confiable: insistir y esperar que los seleccionados cambien de opinión.
Según los números oficiales, los capacitadores han visitado a 12.5 millones de ciudadanos, de los cuales solo 5 millones han sido notificados formalmente. De estos, apenas 1.5 millones han aceptado la responsabilidad y se encuentran en proceso de capacitación. El INE, optimista, asegura que con esta cifra basta para cubrir las más de 84,000 casillas que se instalarán el día de la elección.
Sin embargo, los números cuentan otra historia: el INE ha tenido que reducir su plantilla de capacitadores y supervisores debido a recortes presupuestales, lo que ha complicado el proceso de reclutamiento. Además, la rotación de personal no es un problema menor: ya se han registrado más de 1,200 renuncias de capacitadores y 57 de supervisores. En otras palabras, la capacitación va viento en popa, pero con la tripulación reducida y con una cantidad importante de pasajeros que han decidido bajarse del barco antes de zarpar.
¿Por qué tantos rechazos?
Entre las razones para evitar ser funcionario de casilla, la más común es simple: el INE no ha logrado encontrar a muchas de las personas seleccionadas. Cerca de 2.9 millones de ciudadanos simplemente no fueron localizados, ya sea porque cambiaron de domicilio, nunca estuvieron en casa o porque, en el peor de los casos, ya no están entre nosotros.
Otros 1.4 millones rechazaron la invitación debido a compromisos laborales o sociales, mientras que 825,000 prefirieron no dar explicaciones y solo dijeron “no, gracias”. Además, hay quienes argumentaron razones de salud (675,000), impedimentos legales (276,590) o alguna discapacidad (52,354).
Pero la razón más evidente del rechazo sigue siendo la falta de incentivo económico. No es sorpresa que un día completo de trabajo en las elecciones, sin más pago que un refrigerio, no sea precisamente la oferta más atractiva. Mientras los funcionarios de casilla en otros países reciben compensaciones por su labor, en México se sigue esperando que el civismo se imponga sobre las necesidades económicas.
¿Elección confiable o desconfianza creciente?
Más allá del problema de reclutamiento, hay otra cuestión que ha generado escepticismo: en esta elección, los funcionarios de casilla no contarán los votos ni colocarán las tradicionales sábanas con los resultados. Su labor se limitará a clasificar los votos por color y enviarlos a las juntas distritales para su conteo.
El cambio en el proceso ha despertado suspicacias en redes sociales, donde usuarios han cuestionado si esto abre la puerta a posibles irregularidades. La idea de que el conteo final quede exclusivamente en manos de funcionarios con presuntas afinidades políticas no ha sido bien recibida, y las dudas sobre la transparencia del proceso siguen en aumento.
La presidenta del INE, Guadalupe Taddei, ha estimado que la participación en estas elecciones será de entre el 8% y el 15%, muy por debajo del 61% registrado en las presidenciales de 2024. Si la apatía ciudadana ya era un problema antes, con este nivel de desconfianza, la situación no pinta mejor.
Un proceso con más dudas que certezas
Mientras el INE se esfuerza por vender la imagen de que todo avanza conforme al plan, los números muestran otra realidad. La mitad de los ciudadanos seleccionados ha rechazado participar, la logística enfrenta recortes y bajas, y el nuevo método de conteo genera más dudas que confianza.
El 1 de junio será un día clave, no solo por los resultados de la elección judicial, sino porque servirá como termómetro de la confianza ciudadana en las instituciones electorales. Y si algo queda claro con estos datos es que, por ahora, el entusiasmo de la ciudadanía por participar está al nivel de un lunes sin café.
