Lo que hace una década se celebraba como una inversión multimillonaria y una oportunidad estratégica para la industria automotriz argentina, hoy se despide con un comunicado cuidadosamente redactado, cifras de ventas en alza y una promesa de “compromiso con el cliente”. Nissan, una de las marcas globales más consolidadas en América Latina, anunció que dejará de fabricar vehículos en Argentina a finales de 2025, como parte de un proceso de reestructuración regional que reubica su corazón productivo en México.
La decisión, aunque se enmarca en un discurso corporativo sobre eficiencia y adaptabilidad, tiene consecuencias tangibles y profundas para la industria argentina. La planta ubicada en Santa Isabel, Córdoba, compartida con Renault y con más de 70 años de historia, dejará de producir las pickups Frontier (Nissan) y Alaskan (Renault), marcando el fin de un proyecto industrial que alguna vez prometió convertir a la provincia en un polo de manufactura de vehículos utilitarios.
De promesa industrial a cierre anunciado
Iniciada en 2018, la producción de la pickup Frontier en Argentina se presentó con bombos y platillos: una inversión de 600 millones de dólares y la proyección de fabricar tres modelos, incluyendo una camioneta Mercedes-Benz que nunca vio la línea de ensamblaje. Pese a las aspiraciones, los números no acompañaron. De las 34,000 unidades producidas en 2023, la cifra cayó a 17,500 en 2024 y se estima que cerrará este año con apenas 12,000, incluyendo unas escasas 1,500 Alaskan.
El “ajuste estructural” de Nissan, entonces, no es solo una decisión estratégica: es una consecuencia directa de la falta de volumen y rentabilidad. Como suele suceder, el comunicado corporativo apuntó al largo plazo y a una visión optimista: “Este año proyectamos un aumento de más del 50 % en volumen respecto al año anterior”, aseguró Ricardo Flammini, presidente de Nissan Argentina, Chile y Perú, aunque ya sin mencionar qué volumen ni desde dónde se fabricará.
México: tradición manufacturera y eficiencia centralizada
Si en Argentina la industria pierde una ficha clave, en México Nissan refuerza su apuesta. La planta CIVAC, en Cuernavaca, Morelos, será el nuevo centro regional exclusivo para la producción de las pickups Frontier/Navara a partir de 2026. Esta planta ya cuenta con dos líneas de producción, y se enfocará exclusivamente en la fabricación de pickups en la línea C2, mientras que la C1 —dedicada temporalmente a vehículos de pasajeros— cesará operaciones en el último trimestre de 2025.
Este movimiento no es casual: México representa una pieza fundamental del engranaje de Nissan en América Latina. “Convertirnos en el centro de producción de nuestro emblemático Nissan Navara/Frontier para toda América Latina es una clara muestra de reconocimiento a la tradición manufacturera mexicana”, afirmó Rodrigo Centeno, presidente y director general de Nissan Mexicana.
Con plantas en Aguascalientes (A1, A2 y Powertrain), Morelos y Resende (Brasil), Nissan consolida un esquema de producción más compacto, eficiente y alineado con las tendencias del mercado. No por nada América Latina representa el 15% de las ventas globales y el 25% de la producción mundial de la firma japonesa.
¿Qué pasa con Renault y el empleo en Córdoba?
La salida de Nissan no es una decisión aislada: su exsocia Renault también se ve arrastrada por la reconfiguración. Al compartir la línea de producción de pickups con Nissan, Renault ha decidido discontinuar la producción de la Alaskan. Y si bien aún no hay confirmación oficial, todo apunta a que también cesarán los modelos Logan, Sandero y Stepway, dejando solo la Kangoo (en una nueva versión) y el futuro modelo Niágara como apuestas a mediano plazo.
En lo que respecta a los trabajadores, la situación es incierta pero preocupante. Aunque todos los empleados involucrados están contratados por Renault, se estima que entre 250 y 400 perderán sus empleos antes de fin de año. La empresa afirma mantener un diálogo fluido con el sindicato Smata y promete trabajar “estrechamente” en los planes futuros, aunque la transición promete ser compleja y no exenta de tensiones.
¿Repliegue o estrategia?
La narrativa oficial de Nissan habla de consolidación, eficiencia y agilidad para responder a los cambios del mercado. Pero detrás del eufemismo de “cambios estratégicos” se esconde un repliegue productivo en al menos tres países (no identificados públicamente) y una retirada significativa de Argentina, donde la marca había prometido una apuesta de largo plazo.
Al mismo tiempo, el enfoque en México no solo responde a razones logísticas: el país ofrece un entorno más predecible para las inversiones, una cadena de suministro más estable y acuerdos comerciales que facilitan la exportación a otros mercados. En otras palabras, menos riesgo, más escala.
Para Argentina, la salida de Nissan implica mucho más que un reacomodo industrial: es otro síntoma de un modelo que no logra retener inversiones de largo aliento, aun cuando se ofrecen beneficios fiscales y apoyo estatal. En Córdoba, las promesas de un clúster de pickups quedan, por ahora, en el terreno de la intención.
Lo que queda y lo que se va
Nissan no desaparece del mapa argentino: seguirá vendiendo autos, trabajando con concesionarios y cuidando la posventa. Pero el músculo productivo se traslada a otra geografía. Y aunque las cifras regionales parecen favorables —426 mil unidades vendidas en 2024, un 6 % más que en 2023— el caso argentino sirve como advertencia sobre las fragilidades de una industria que necesita más que discursos para mantenerse competitiva.
En tiempos de reconfiguración global, las decisiones de las automotrices se mueven con la misma lógica que el mercado financiero: van donde el viento sopla a favor. Para Nissan, ese viento viene del norte.
