¿Qué tienen en común el actor y activista mexicano Tenoch Huerta y el exfutbolista y político mexicano Cuauhtémoc Blanco? Ambos han sido señalados por agresión sexual, pero lejos de ver sus carreras destruidas, han continuado con éxito en sus respectivos ámbitos, y continúan recibiendo apoyo por parte de seguidores, fans y autoridades. Esto nos lleva a cuestionarnos… ¿realmente este fenómeno de denuncias falsas arruina las vidas masculinas, como intentan convencernos? Te contamos más sobre la realidad detrás de estas acusaciones, quiénes son los verdaderos afectados en estos procesos y por qué denunciar sigue siendo un camino complejo para las víctimas.
¿Qué está pasando con Tenoch Huerta y Cuauhtémoc Blanco, y de qué forma se relacionan sus historias?
El pasado mes de marzo se anunció que Tenoch Huerta, después de casi 2 años de mantenerse bajo perfil tras acusaciones de violencia sexual, regresaría al universo cinematográfico de Marvel en Avengers: Doomsday, retomando su papel como ’Namor’, introducido por primera vez en la película ‘Black Panther: Wakanda Forever’. El anuncio de esta noticia ha traído una ola de reacciones, muchas de ellas marcadas por el escepticismo hacia las denuncias de María Elena Ríos, saxofonista mexicana y sobreviviente de un ataque con ácido. A pesar de la gravedad de las acusaciones que surgieron en 2023, el público ha optado por desacreditarlas, insistiendo que se trataba de una narrativa falsa.
Por otro lado, a principios de febrero, la Fiscalía de Morelos presentó en la Cámara de Diputados una solicitud de desafuero contra Cuauhtémoc Blanco para que se llevara a cabo una investigación por intento de violación a su media hermana, Nidia Fabiola. Sin embargo, la semana pasada la solicitud fue rechazada con el respaldo de diputadas y diputados de Morena, permitiendo incluso que el político subiera al Pleno a defenderse públicamente.
No es casualidad que ambas narrativas generen más desconfianza, rechazo y hasta burla, que aceptación, empatía y apoyo. Basta con escuchar a un familiar opinando que “la media hermana de Cuauhtémoc Blanco solo lo hace para sacarle dinero” o una amistad afirmando que “a Tenoch Huerta lamentablemente le tocó meterse con una enferma”. Y estos discursos reflejan algo peligroso: estamos rodeadxs de desinformación, de estigmatización hacia quienes denuncian abuso sexual y de la normalización de la cultura de violación. Es más fácil creer que una mujer miente por diversión, a aceptar que un hombre respetado podría ser un potencial agresor.
Pero esta reacción no es una casualidad, es la respuesta a un sistema que históricamente ha protegido a los hombres poderosos y ha puesto en duda, minimizado y ridiculizado a las víctimas. Pero, ¿por qué sigue ocurriendo esto? OK, repasemos los filtros a los que se somete una víctima de abuso sexual cuando hace el proceso de denuncia.
- Desde una primera instancia, resiste la desconfianza en los sistemas sociales, como el círculo familiar o amistades y principalmente las autoridades. Si bien, es difícil nombrar y reconocer que hemos sido víctimas de agresión sexual, es mucho más difícil hacerlo público, contar con el apoyo necesario y contar con las herramientas para hacer una denuncia propia.
- Supongamos que pasas el primer filtro, y estás en un proceso legal de denuncia. Además de lo desgastante y pesado que puede llegar a convertirse, tienes que cumplir con una serie de protocolos para probar que realmente sufriste una agresión sexual. Esto sin contemplar que no todas las agresiones sexuales dejan lesiones físicas, y que en muchos casos, las denuncias suceden semanas, meses, hasta años después del incidente.
- Si a pesar de todo lo anterior, decides continuar con tu proceso de denuncia, comienza la revictimización, un proceso en donde la víctima tiene que revivir el proceso traumático una y otra vez, provocando que la persona afectada entre a un estado de vulnerabilidad. Este filtro puede verse de esta manera: la atención inadecuada del sistema penal, de salud o policial te pedirá que cuentes tu versión múltiples veces, te harán preguntas nada empáticas y te presionarán hasta que sueltes la denuncia.
- Todas estas técnicas de manipulación pueden venir no solo por parte de un policía, sino de un familiar, de un desconocido, de un medio de comunicación. Y es entonces cuando la opinión pública empieza a tener influencia sobre la toma decisiones, se posicionan como justicieros de la sociedad y redefinen tu propia experiencia de abuso.
Pero la mayor parte del tiempo, se ignora que estos mecanismos autoritarios nos afectan de una manera desproporcionada a las mujeres y a los hombres. Y es exactamente lo que está sucediendo con Tenoch Huerta y Cuauhtémoc Blanco.
Al final del día, no se trata sobre a quién le debemos credibilidad o no, lo que realmente importa es cuestionarnos cómo decidimos a quién le debemos más empatía y a quién le mostramos desprecio. Si se insiste en responsabilizar a las mujeres, a los feminismos y a los sectores más vulnerables y se continúa sin cuestionar a los hombres y sus señalamientos, el sistema seguirá trabajando a favor de ellos.
Denunciar una agresión sexual no es un proceso fácil, ni una estrategia para arruinar vidas. Es un proceso complejo lleno de hostilidades, manipulación y revictimización. Entonces, si denunciar es tan desgastante y riesgoso, ¿por qué seguimos insistiendo en la falsa idea de que es una herramienta de venganza y no un acto de justicia?




