México no ha ganado nada con los aranceles
Contrario a lo que quiere vender el oficialismo, nuestro país no ha ganado nada con los aranceles. La decisión ha sido impuesta desde el exterior y el gobierno de Claudia Sheinbaum ha tenido que adaptarse. Tanto en la política de seguridad, como en el tema migratorio, ha habido virajes en México: el despliegue de más elementos de la Guardia Nacional en la frontera sur y la guerra contra el fentanilo, son consecuencias de lo anterior.
En la guerra comercial emprendida por Trump, a nivel global, nuestro país ni ha salido beneficiado, ni ha tenido un trato preferencial. Como prometió en campaña, el presidente de Estados Unidos ya impuso aranceles al acero, el aluminio y al sector automotriz. Tan sólo en lo que corresponde a la manufactura automotriz y la electrónica, las exportaciones suman aproximadamente 200 mil millones de dólares.
Los verdaderos expertos coinciden en que los aranceles terminarán por golpear el crecimiento económico, el empleo, las inversiones, el peso mexicano y las remesas. Nadie sale ganando de una estrategia económica de esta naturaleza. En el fondo, lo que Trump busca es recomponer una balanza comercial en la que Estados Unidos ha perdido miles de millones de dólares, ante el avance comercial de China.
La agenda del gobierno mexicano ha respondido a esas amenazas y a esa imposición. A nadie le importa que la presidenta retome el video del desafuero de López Obrador. En México ya se están viviendo las afectaciones de los aranceles. La automotriz Stellantis ya paró su producción en distintas plantas de nuestro país y han comenzado los despidos. ¿Alguien puede calificar eso como un triunfo?
Y aunque en el último capítulo de la imposición de aranceles globales, el secretario de Economía anunció como victoria que nuestro país salió bien librado; la realidad es que esa decisión responde a la naturaleza de la reciprocidad, no a las negociaciones del gobierno en turno, ni a la “hábil” diplomacia de la 4T. En esa guerra comercial, Trump está atacando con razonamiento económico, no político.
Pero el gobierno de la presidenta Sheinbaum prefiere entretenerse en frivolidades. Mítines, festejos, mañaneras sin sentido. Mientras eso ocurre, la economía nacional camina hacia la recesión y la crisis. Y no, no serán los altos funcionarios de gobierno, o los senadores y diputados, quienes padecerán las consecuencias. Será el mexicano de pie: el clase baja y el de clase media, el que sufrirá las consecuencias de esta guerra.
México no ha ganado nada con los aranceles. Esa narrativa es truculenta, como lo han sido muchos de los supuestos logros de la última década: el sistema de salud tipo Dinamarca, el Tren Maya, el AIFA, la venta del avión presidencial, la pacificación del país y el término del huachicoleo.




