Bajo presión
Sacar raja
Negar la crisis de desapariciones no es una estrategia política: es una traición a las víctimas, darle la espalda a quienes buscan a sus desaparecidos, solos, con una pala en la mano y movidos por la dolorosísima esperanza.
Morena en el poder se ha empeñado en demostrar que son distintos a los políticos anteriores, lo han logrado: son peores, gobiernan ignorando la realidad con aplomo tal para convencernos que la verdad es cosa de percepción y no de hechos. No sólo se trata de no saber, sino de estar orgullosos de su ignorancia. Porque admitir que México enfrenta una crisis de desapariciones sería, para ellos, una mancha en la narrativa de la transformación, que desnuda la intención verdadera del morenaje: el poder por el poder mismo.
La soberbia aunada a la ignorancia como política de Estado.
Con Andrés Manuel López Obrador se intentó cambiar esta historia, entre mañaneras y recortes presupuestales a las comisiones de búsqueda; cambiar el nombre a los desaparecidos para señalar que son personas no localizadas; culpar a los familiares porque no actualizan los sistemas; indicar que las fosas no existen, son una exageración; maquillar las cifras; resolver con una estadística amañada o una acusación al pasado.
La estrategia es tan burda como predecible: si la realidad no encaja con el relato oficial, hay que modificar la realidad. Y si eso no es posible -porque los colectivos de búsqueda siguen desenterrando restos y la impunidad sigue escupiendo nombres-, entonces hay que dinamitar la credibilidad de quienes la denuncian. El problema no es que haya desaparecidos, sino que la oposición saque “raja política” con ellos. El problema no es que falten personas, sino que acumulen mentiras.
Cuando parecía que la administración de Claudia Sheinbaum Pardo iba a tomar un rumbo distinto y atender a las víctimas, reunirse con los colectivos de buscadores, el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas observó que las desapariciones en México “son sistemáticas o generalizadas” y debido a la gravedad, la Asamblea General de la ONU llamaría a una sesión urgente para abordar esta realidad. Señalamiento que encendió las alarmas del morenaje porque se estaba dañando la imagen de los gobiernos de la transformación, lo que movilizó a las hordas morenitas, desde el partido hasta Palacio Nacional, pasando por el Senado, más cualquier otra declaración imbécil que se sume desde las vocerías del oficialismo, o algún organismo supeditado como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
La administración de Sheinbaum Pardo envió una nota diplomática para inconformarse con el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas porque, según la presidenta, es necesario aclarar que en México no existe, no hay desaparición forzada desde el Estado, sino que es un “fenómeno de desaparición vinculada con la delincuencia organizada y estamos haciendo todo lo que esté en nuestras manos para combatir, atender, desde las víctimas hasta prevenir y combatir este delito, principalmente, aunque no solo la delincuencia organizada, no es desaparición forzada perpetrada desde el Estado”.
En el Senado la respuesta fue peor, Gerardo Fernández Noroña leyó un pronunciamiento para descalificar las declaraciones de Olivier de Frouville, presidente del CED, sobre desapariciones forzadas en el país, este documento que fue respaldado por 71 legisladores y desaprobado por 28, y en él, además de manifestar desacuerdo “por el comportamiento sesgado” del funcionario, se anunció que buscarán se sancione al funcionario. En un video, el presidente de la Mesa Directiva del Senado acusó al CED de buscar “descarrilar el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum” y de prestarse a “maniobras” y “golpeteo político”; remató con el lema morenita del momento: están usando “una tragedia para sacar raja política”.
“Uno de los problemas clave del mundo actual es que se está extendiendo una visión extremadamente cínica de los humanos, tanto en la derecha como en la izquierda. Esta visión sostiene que todas las interacciones humanas son, en realidad, luchas de poder y que todas las instituciones humanas conspiran para obtener poder y servir únicamente a sus propios intereses -una observación del historiador Yuval Noah Harari-. Pero si piensas así, toda confianza se derrumba y lo único que puede permanecer en pie es una dictadura. Y no es solo extremadamente cínico, sino simplemente erróneo: las personas no son demonios obsesionados con el poder, e incluso las personas poderosas a menudo se preocupan por la verdad.”
Lamentablemente, los morenitas sí están obsesionados con el poder, en su afán por reducir todos los problemas a una narrativa de enemigos y traidores, han olvidado que en el centro de esta tragedia no hay votos ni adversarios políticos: hay madres que buscan a sus hijos con palas, periodistas que documentan el horror con miedo, y ciudadanos que, entre el silencio y la sospecha, han aprendido a vivir con la ausencia como una herida abierta, hundidos en la impunidad que permite el Estado.
Negar la crisis de desapariciones no sólo es un acto de soberbia, es una traición al más básico de los compromisos de cualquier gobierno: cuidar la vida. Pero este gobierno ha preferido cuidar la imagen porque siempre están pensando en la siguiente elección.
¿Para qué desgastarse reconociendo una crisis cuando se puede fabricar una narrativa? ¿Para qué enfrentar la verdad si se puede decretar que los datos mienten? En la lógica del poder soberbio e ignorante admitir errores es una debilidad y escuchar al otro es la única traición que conocen.
Que no le extrañe si un día de estos nos informan que los desaparecidos en realidad no están desaparecidos, sino escondidos por el neoliberalismo. O que las madres buscadoras son infiltradas del conservadurismo internacional. Porque cuando el poder pierde contacto con la realidad, lo único que queda es la farsa… y el aplauso fácil.
Mientras tanto, México sigue excavando. Pero no solo fosas: también la dignidad que este gobierno ha decidido enterrar bajo toneladas de soberbia. ¿Cuántos más tienen que desaparecer para que aparezca la verdad?
Coda. Yuval Noah Harris asegura que “La forma más fácil de conectar a mucha gente no es con la verdad. La forma más fácil de conectar a la gente es con fantasías, mitologías y delirios”, en eso cree el morenaje, el único grupo que para aferrarse al poder, de cualquier asunto intenta sacar “raja política”.
@aldan




