Si hay algo que Morena sabe hacer bien es administrar el escándalo como si fuera trámite legislativo. En menos de un mes, la bancada mayoritaria en San Lázaro votó para que Cuauhtémoc Blanco mantuviera su fuero ante acusaciones por agresión sexual… y luego propuso eliminar el fuero. Sí, así como lo oyen. ¿Incongruencia? No, estrategia legislativa, dirían ellos.
El protagonista de esta hazaña parlamentaria es el diputado Alfonso Ramírez Cuéllar, vicecoordinador morenista y ahora paladín antifuero al parecer, quien tras blindar al exfutbolista metido a gobernador, presentó una iniciativa constitucional para desaparecer el fuero de gobernadores, legisladores y jefes de Gobierno. ¿La razón? Según él, es urgente, preventiva y noble. Lo irónico es que acaba de votar para que ese “privilegio absurdo” —en sus propias palabras— salvara a un compañero de partido de enfrentar a la justicia.
Las reacciones no se hicieron esperar. Desde Movimiento Ciudadano y el PAN se escucharon gritos de “¡Cínico!” y “¡Sin vergüenza!” en el pleno, pero Ramírez Cuéllar no se inmutó. Con la misma serenidad con la que se aprueba un presupuesto inflado, fue a invitar a la oposición a sumarse a su cruzada contra el fuero. Según él, hasta el PAN estaba dispuesto a apoyar. No aclaró si antes o después de acusarlo de doble discurso.
La narrativa de Cuéllar tiene giros dignos de un episodio de “Black Mirror”: justifica el voto a favor del fuero de Blanco argumentando que se pactó que el exgobernador comparecería ante la Fiscalía de Morelos y que el dictamen aprobado no cierra la investigación, solo le da “chance” a la Fiscalía de hacer mejor su trabajo. Porque claro, lo que la justicia mexicana necesita no es más recursos, sino exhortos legislativos con fe ciega en el debido proceso.
Como si eso no bastara, Cuéllar también cree que la bancada de Morena no está fracturada. ¿Disenso interno por blindar a un acusado de abuso sexual? No, diferencias democráticas. ¿Contradicciones evidentes? Puro debate sano, dicen. Total, que al final todo fue parte del plan: proteger a Blanco un día para lanzarse contra el fuero al siguiente. Nada personal, solo política de la 4T.
En entrevista, el legislador zacatecano insiste que la iniciativa no se contradice con su voto previo, y que la “desvergüenza” es que alguien en Morena se oponga a la eliminación del fuero ahora. El problema, al parecer, no fue haber sostenido el privilegio, sino no hacerlo con elegancia.
Mientras tanto, la propuesta de reforma ya fue turnada a la Comisión de Puntos Constitucionales, con la promesa de modificar los artículos 110, 111 y 122. Según Cuéllar, busca salvaguardar la inmunidad parlamentaria para opiniones y votos, pero acabar con cualquier protección que cubra delitos penales. Un rediseño quirúrgico del fuero: “que sirva, pero no para tapar crímenes”.
Y así, en menos de una semana, Morena pasó de blindar a un aliado a liderar la causa por el fin del fuero. Todo sin despeinarse. El Congreso no necesita más giros dramáticos, ya tiene de sobra con la ironía institucional que, sin decirlo abiertamente, nos recuerda que en política no hay contradicciones, solo tiempos legislativos… oportunos.




